sábado, 29 de julio de 2023

NOVENA AL PADRE CELESTIAL (en preparación a su fiesta del 7 de agosto) - DÍA SEGUNDO

 


Segundo Día:

Bendito seas Señor, Padre que estás en los cielos, porque en tu infinita bondad, te has inclinado sobre la miseria del hombre. 

Te pedimos que mires hoy con ojos de misericordia, a nuestros hermanos tan cerca de nosotros en la fe. tus hijos ortodoxos, para que guiados por María tengamos luego la dicha de unir nuestras manos y cantar la fidelidad de Dios, para con su pueblo.

Padre nuestro, Ave María, Gloria.

Se concluye rezando el Rosario corto al Padre Celestial

Empezar con el Credo, 1Padre, nuestro, 1 Ave María y 1 Gloria.

Luego en las 10 cuentas chicas se dice:

 +Padre mío y Dios mío

- Padre nuestro y Dios nuestro.

En las cuentas grandes se dice:  Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...

Y se sigue repitiendo de esta manera en las cinco decenas.

Al final se repite 3 veces: Padre Dios, dulce esperanza de nuestras almas, que seas conocido, alabado, amado, adorado y glorificado por todos los hombres en toda la tierra.

Padre Dulcísimo, tu sabes

Padre Dulcísimo, tu puedes

Padre Dulcísimo, tu ves

Padre Dulcísimo, ¡PROVEE!

NOVENA A JESÚS TRANSFIGURADO - DÍA SEGUNDO

 


Oración Inicial

     Jesús, Rey de sangre, de luz y de gloria, te suplicamos por la bondad infinita de tu corazón, que nos mires con ternura:

       Triunfa en las conciencias de los pecadores y en las almas de los justos.

        Purifica nuestros cuerpos y santifica nuestras almas.

    Corona nuestros anhelos y nuestros esfuerzos de santidad de Gracia glorificadora.

    Ayúdanos a buscar en tu Eucaristía el germen y la garantía de nuestra propia resurrección y glorificación.

    Para que, al cumplirse en nosotros tus designios salvadores, podamos glorificarte a ti, en vida, en muerte y eternidad.

    No mires nuestras faltas, sino sólo tu misericordia, y concédenos lo que con corazón humillado y confiado te pedimos (se pide la  gracia que se desea conseguir)

    Jesús Transfigurado que también todos los hombres te alaben y glorifiquen, ahora y por siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Meditación

Jesús para consolidar el aliento y fe de los apóstoles, toma la iniciativa. He aquí lo que nos relatan los Evangelistas (Mt 17,1-13; Mc.9,2-13;Lc 9,28-36)

“Seis días después toma Jesús a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y los lleva aparte a un monte alto a orar. Y mientras oraba, su rostro brilló como el sol, y sus vestidos quedaron blancos como la luz, resplandecientes, y muy blancos, como no los puede blanquear ningún lavandero en la tierra.

Y hablaban con Él dos hombres, Moisés y Elías, los cuales también aparecían resplandecientes, y hablaban de su muerte, que había de tener lugar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño. Y como despertasen, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con El. Y como estos se separaban de Él, dijo Pedro a Jesús: “Maestro bueno será quedarnos aquí; hagamos tres toldos: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías”, sin saber lo que decía, porque estaban espantados.

Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió, y tuvieron miedo al entrar en la nube. Y he aquí que desde la nube una voz decía: “Este es mi Hijo muy amado, en quien me he complacido: escuchadle”

Y mientras se oía la voz quedó Jesús solo.

Al oír esto, los discípulos cayeron sobre su rostro, presos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos y tocándoles, dijo: “Levantaos, no tengáis miedo”. Alzaron ellos sus ojos y mirando en torno suyo, no vieron ya a nadie sino a Jesús sólo.

Cuando bajaban del monte, les prohibió Jesús decir a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitase de entre los muertos. Y guardaron firmemente para sí lo sucedido. Y se preguntaban que significaría eso de “resucitar de entre los muertos”. Hasta aquí los Evangelistas.

El remedio más apto, más eficaz que encontró Jesús para establecer a Pedro en la paz y en la verdad, fue apartarlo del trajín del mundo y llevarlo a la soledad, al retiro, al silencio y la oración. “A un monte alto” como símbolo de la elevación necesaria; por encima de las preocupaciones terrenales. ¡Cuántas veces Jesús había necesitado esta soledad para sí mismo!

De allí que el que desea vivir la espiritualidad de la Transfiguración deberá dar una importancia capital a estas cinco exigencias de la vida espiritual y apostólica, de las cuales depende el crecimiento propio y la fecundidad de la entrega: la soledad, el retiro,  el silencio, la oración y  la elevación del alma.

Jesús en la oración sacerdotal de la Última Cena le dice al Padre: “Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como Yo no soy del mundo, así Yo los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico, para que ellos también sean santificados en la verdad” (Jn 17,14-19)

 

Oración Final

    ¡Oh Jesús Transfigurado! que en el resplandor de tu gloria conversaste con Moisés y Elías de tu Pasión y Muerte, ayúdanos a no separar nunca nuestros anhelos de gloria eterna de la cruz redentora, que abrazada con amor, nos hace posible llegar a la glorificación.

    ¡Padre Celestial! que en la Transfiguración de tu muy amado Hijo, nos exhortaste a escucharle, crea en nosotros un espíritu nuevo y una mayor docilidad para aceptar y vivir a Cristo y su doctrina de Amor, para que así alcancemos a participar de su gloria.

    Y tú ¡Oh Espíritu Santo! que en forma de nube luminosa también te hiciste presente en el Tabor, ilumina nuestro entendimiento e inflama nuestros corazones para que podamos entender y asimilar siempre mejor las enseñanzas y los ejemplos de Jesús, que con el Padre y contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.