miércoles, 29 de diciembre de 2010

CLAMOR POR LA VIDA DE LOS INOCENTES - DECLARACION DE LOS OBISPOS DE CHILE

Declaración de los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile
En el día de los Santos Inocentes,
28 de diciembre de 2010.

1. En estos días en torno a Navidad, en que nos alegramos con la celebración del nacimiento del Señor Jesús, en nuestro país surgen nuevamente voces de algunos legisladores que proponen despenalizar el aborto en determinados casos; por ejemplo, cuando el embarazo pone en riesgo la vida de la madre o atenta gravemente en contra de su salud, en casos en que el embarazo es producto de una violación, o bien cuando el concebido que se desarrolla en el vientre materno posee malformaciones, que incluso se prevé que lo llevarán a la muerte una vez nacido.
2. Frente a estas situaciones, ninguna postura ni decisión es neutral, ni puede serlo. Como pastores de la Iglesia Católica y a partir de su enseñanza, con caridad en la verdad, queremos ofrecer luces para el discernimiento en conciencia de los católicos y de todas las personas de buena voluntad; también como un aporte a la reflexión de los legisladores y autoridades ante un tema que toca profundamente el alma nacional, como es el elemental derecho a la vida.
3. Ciertamente, las situaciones a las que se refieren estos proyectos de ley son muy dramáticas y dolorosas tanto para la madre como para las personas cercanas a ella, y no se suele estar preparado para vivirlas. El sentimiento de dolor que experimenta una madre y su familia al saber que el propio fruto de la concepción implica un peligro para su vida, que el hijo que espera con tantas ansias viene con una malformación grave, o que el ser humano que se gesta en su seno es el fruto de una violación; es un sentimiento que hay que comprender y debe constituir una gran preocupación para la familia, los servicios de salud y por cierto también en la propia comunidad cristiana. Situaciones como éstas, aunque escasas, son fuentes de angustia, incertidumbre y dolor que a nadie pueden dejar indiferente.
4. Ante tales situaciones, la pregunta es cómo responder de la mejor manera para ser respetuosos con la vida, tanto de la madre como la de su hijo, logrando que la respuesta del marco jurídico, de los servicios de salud y de la sociedad entera refleje un hondo respeto al derecho a la vida que tiene cada ser humano. Al mismo tiempo nos eduque a todos en los valores humanos fundamentales que están en juego, como son el respeto a la vida, el cuidado del más débil, así como la solidaridad, la compasión y la justicia. Consideramos que éstas son las cuestiones que hay que poner en la discusión. Pues las respuestas que demos como sociedad y país marcarán la vida de la madre y del hijo, como asimismo el alma nacional y la cultura que vamos construyendo.
5. El Papa Juan Pablo II, explicando el mandamiento “no matarás”, manifestó nuestra convicción con estas palabras: “Confirmo que la eliminación directa y voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral” (Evangelium vitae, 57). Este principio ético, profundamente humano y anterior al cristianismo, vale con toda razón cuando hay que proteger la vida del ser humano que aún no ha nacido y en consecuencia rechazar la legalización del aborto.
6. Pensamos que, en un embarazo en el cual la vida o la salud de la madre corre peligro, no es lícito eliminar la vida del niño concebido. Desde la perspectiva de lo más propio de la medicina, que es sanar, curar y nunca dañar, y compartiendo el pensamiento de Pío XII, consideramos que “es erróneo poner el asunto con esta alternativa: o la vida del niño o aquella de la madre. No, ni la vida de la madre ni la del niño pueden ser objeto de un acto de directa supresión. De una parte como de la otra la exigencia no puede ser más que una: hacer todo esfuerzo por salvar ambas vidas, la de la madre y la del niño”. Las prácticas abortivas son la negación misma de lo que se entiende por un acto médico, que consiste en hacer el bien posible, en este caso, a sus dos pacientes: la madre y su hijo. Nunca será un acto médico el que dañe directamente a cualquiera de ellos.
7. Ello no se opone, sin embargo, a considerar lícitas las acciones terapéuticas necesarias en favor de la madre para sanarla de una enfermedad, aunque comporten un riesgo, incluso letal, para el ser que no ha nacido. No se debe confundir una acción terapéutica a favor de la madre, que encierra como consecuencia no buscada el peligro de una pérdida, con la directa eliminación del ser que no ha nacido.
8. En relación a despenalizar el aborto, cuando se puede predecir con probabilidad o subjetiva certeza que el niño nacerá con un defecto o enfermedad, hay que tener presente que la eliminación de un ser humano no constituye terapia alguna puesto que no sana a nadie. Se trata de un aborto directo ilícito desde el punto de vista moral y gravemente contrario al ordenamiento legal y constitucional de nuestra nación.
9. A veces se invoca el derecho de la mujer a disponer de su cuerpo. Con ello se olvida que el ser humano que está en su seno no es parte de ella: es otro ser humano distinto al padre y a la madre. Por otra parte, los sentimientos de la madre que son invocados, ciertamente son respetables y muy atendibles. Pero nunca un sentimiento puede prevalecer como un valor superior por sobre el derecho a la vida que tiene todo ser humano, ya sea que esté sano o enfermo. Entre los derechos humanos, éste es el primero, sin el cual no existen los demás. Este derecho a la vida también se le ha de respetar al ser inocente que ha sido concebido como consecuencia de un acto tan violento y condenable como lo es una agresión sexual.
10. Creemos que el nivel de desarrollo de una comunidad se mide por la capacidad que tiene de hacerse cargo de los débiles y enfermos. Una sociedad que los elimina permite que la violencia se constituya en el método para resolver los conflictos, convirtiéndose en una dictadura donde los más fuertes terminan decidiendo por los más débiles. Nadie tiene derecho a arrogarse el poder de decidir qué vida merece ver la luz del día y cual no.
11. Resulta más razonable preguntarse en qué medida podemos todos generar instancias capaces de acompañar adecuada y efectivamente a la madre y su familia, con ayuda sicológica, social, económica y espiritual. Invitamos a los profesionales del área de la salud a buscar y ofrecer caminos ante estas situaciones que no signifiquen la destrucción deliberada de la misma vida sino su cuidado. Hay muchas experiencias conmovedoras de instituciones que se dedican al servicio de cuidar la vida de los pequeños, los sufrientes, los más pobres y abandonados de la sociedad. Ellas merecen nuestra gratitud y abren camino a otras iniciativas que pueden surgir.
12. Confiamos que en estos días en que los cristianos del mundo entero y -en cierta medida- el conjunto de la sociedad estamos celebrando el nacimiento del Niño Jesús, se acreciente en todos nosotros el amor por la vida, el respeto a la vida de todos y -en especial- el deber de todos de cuidar la vida de los pequeños, los sufrientes y los más pobres y abandonados de nuestra sociedad. De un modo especial invitamos a orar por las madres que viven estas situaciones tan dramáticas y difíciles. Y también imploramos para que la sabiduría y fortaleza de Dios guíen las decisiones en tan trascendente materia. Presentamos estas intenciones al Padre Dios, por intercesión de la Virgen María, que trajo a este mundo al Autor de la vida y nos enseña a amarlo.

Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile

miércoles, 22 de diciembre de 2010

NUESTRA MISION


Este blog de evangelizacion tiene por mision difundir la espiritualidad de la Obra Misionera de la Transfiguracion del Señor. La Obra de la Transfiguracion es una asociacion MISIONERA. CONTEMPLATIVA, ADORADORA Y VOCACIONISTA, suscitada por el Señor para la evangelizacion de los pueblos para este tiempo y los tremendos acontecimientos quese nos vienen encima.

El Señor quiso valerse para colocarla en el corazon de la Iglesia de Madre Maria Enriqueta Corvalan (1917-1991) una mujer de apariencia sencilla, pero dotada de un fuego interior que brotaba de su intensa vida interior. Dios puso a su lado a un Misionero orante y sencillo, el Padre Guido Bertolino (1917-2003) y junto a el al laborioso e infatigable Padre Hugo Cornelissen (1930-2009) para dar forma a una asociacion sencilla que en medio de dolores e incomprensiones, ha ido dando sus primeros pasos.

Los fundadores, especialmente los dos sacerdotes, personas insignificantes a los ojos del mundo, dotadas de una sabiduria no de erudicion, si no la que da la oracion, marcaron con el testimonio de su vida a toda una generacion de fieles, en la que se cuentan sacerdotes, religiosos y fieles laicos que deben su vocacion a estas personas ejemplares.

El testimonio y empeño de los Padres Guido y Hugo ha quedado perpetuado en el tiempo en un sinnumero de obras materiales y espirituales, en las que se cuentan sencillas publicaciones, la construccion de capillas y el embellecimiento de los santuarios serranos que enorgullecen a Rinconada de Silva.

Sus hijos espirituales, los Misioneros de la Transfiguracion, continuan su legado, atendiendo una parroquia modesta en un sector semi rural. Una parroquia sencilla, la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Rinconada de Silva donde a pesar de las dificultades con las que se vive la fe hoy dia, se testimonia a Cristo y se le anuncia con esfuerzo. Los Sacerdotes y religiosos transfiguristas desarrollan en la actualidad una intensa labor pastoral, espiritual y social en medio de nuestras comunidades, de la que dan testimonio agradecido una gran mayoria de fieles.

Este blog es administrado por un grupo de fieles laicos que, agradecido de cuanto los Misioneros de la Transfiguracion les han entregado quieren compartir en el ciberespacio los puntos fundamentales de su espiritualidad a saber:

-La contemplacion de los Misterios de Gloria, en especial LA TRANSFIGURACION DEL SEÑOR EN MONTE TABOR, como anticipo de la Pasion de Cristo y de su Resurrección, pero tambien la Resurreccion, la Ascension de Jesus, la Asuncion de Maria Stma. y la Segunda Venida de Jesus.

- Contemplando este misterio: la escucha gozosa del Padre Celestial en su Palabra y en el Magisterio de la Iglesia.

- La ADORACION gozosa de la Santisima Trinidad, y especialmente la adoracion a Jesus en la Santisima Eucaristia.

- El amor filial a la Santisima Virgen, a quien los transfiguristas honran con el esperanzador titulo de Maria Glorificada.

- El amor a la Iglesia y al Papa

- El ejercicio de la caridad con los necesitados.

- La tarea ardua de la Evangelizacion en todas sus formas.

Y eso es lo que con mucha sencillez un grupo de fieles, tratamos de hacer, agradecidos de cuanto la Obra es y de cuanto nos entrega, esperanzados de que despegue pronto, para gloria de Dios, y siga haciendo el bien en todas partes. Siempre han habido incomprensiones por una u otra causa, pero las Obras de Dios siempre seguiran adelante.

domingo, 19 de diciembre de 2010

HOMILIA DOMINGI IV DE ADVIENTO 2010


Como José descubrir el designio de Dios y la colaboración que nos pide


Is. 7, 10-14; Sal. 23; Rm. 1, 1-7; Mt. 1, 18-24


La navidad está cerca. Se cumplen las promesas. Nos sentimos seguros y firmes en nuestra esperanza. Queremos abrirnos a Dios que llega a nuestra vida y lo queremos hacer hoy como lo hizo María, como lo hizo José. En este cuarto domingo de Adviento miramos a María, pero nos aparece como en contrapunto la figura de José y de él también tenemos que aprender para abrirnos al misterio de Dios que llega a nosotros, para tener unos ojos sensibles a lo divino como los tuvo José y aprender a descubrir también ese misterio de Dios, esos planes de Dios y prestar también la colaboración que Dios nos pide como lo hizo él.

Como lo hizo con María a quien Dios envía un ángel del cielo para comunicarle la maravilla de amor y de gracia que en ella se iba a realizar esperando también su sí, lo hizo también con José. Si María se sintió turbada ante las palabras del ángel que le manifestaban tanta grandeza de Dios para con ella, para José fueron momentos duros y difíciles hasta que no descubrió los designios de Dios, pues no entendía lo que pasaba en María. Fueron momentos de prueba en los que José manifestó la entereza de su vida y la reciumbre de su fe.


Era bueno. Las tinieblas de la duda le rodeaban pero en su bondad no quería hacer daño. Prefería quizá pasar por un doloroso silencio en su corazón, pero a él también Dios se le manifiesta y podíamos decir que también su corazón estaba lleno de gracia, del amor del Señor que quería contar con El. ‘No temas, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criartura que hay en su vientre viene del Espíritu Santo’. Las tinieblas se transforman en luz. También se siente tocado por la mano de Dios y él ha de colaborar igualmente en los planes de Dios. ‘Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de los pecados’. Ponerle el nombre era la función del padre. Ahí tiene José que ocupar el lugar que Dios tenía reservado para él en la obra de la salvación.


‘Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho Dios por el profeta…’ Lo hemos escuchado en la primera lectura. Es la señal que Dios nos da y que tenemos que saber descubrir. ‘El Señor, por su cuenta, os dará una señal. Mirad la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel que significa Dios con nosotros’. María diría como respuesta al anuncio del ángel: ‘Aquí está la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra’. José, en silencio como lo hacía siempre, también aceptaba el plan de Dios. ‘Hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a su casa a su mujer’. José había entrado también en el plan de Dios, en los designios divinos para nuestra salvación. Llamará al niño Jesús como le había dicho el ángel ‘porque El salvará a su pueblo de los pecados’. ¿No es hermosa la lección de José? Fidelidad y obediencia; silencio y obediencia; docilidad, humildad, servicio.


Pocas pinceladas más nos dan los evangelistas de la vida de José, pero ese será el estilo del recorrido de su vida. Apertura a los designios de Dios en todo momento y obediencia; la obediencia de la fe, silenciosamente, siempre dispuesto a servir. Caminará a Belén cuando las circunstancias históricas se lo pidan, aunque también fueran momentos difíciles y llenos de carencias, pero ahí está viendo la voluntad del Señor. Marchará a Egipto para no poner en peligro la vida del niño y regresará más tarde a Nazaret en lugar de quedarse en Judea, porque en todo lo que va aconteciendo él descubre los designios de Dios para él. Es la lección que tenemos que aprender y el camino que nos tiene que llevar a descubrir todo lo que es el amor de Dios que se nos manifiesta en esta navidad. Con fidelidad y esperanza también tenemos que aprender a abrir nuestro corazón a Dios y a su presencia maravillosa para descubrir también sus designios de amor para nosotros y para nuestro mundo.


Tener unos ojos sensibles a lo divino y a lo sobrenatural como decíamos que había tenido José. Necesitamos esa sensibilidad para que se despierte nuestra fe, para que seamos capaces de admirarnos ante las maravillas que Dios quiere realizar en nosotros y a través de nosotros en los demás, en nuestro mundo. José colaboró fielmente en ese designio de Dios que era designio de amor y salvación para la humanidad. Si nosotros llegamos a ser capaces de vivir esta navidad de una manera distinta dejándonos inundar por todo el misterio de Dios que llega a nosotros al encarnarse para nuestra salvación, no nos podemos quedar sólo para nosotros tantas maravillas de Dios sino que será algo que hemos de trasmitir, contagiar a los que nos rodean. No es sólo para nosotros; como nos decía san Pablo ‘por El hemos recibido ese don y esa misión: hacer que todos respondan a la fe, para gloria de su nombre’. Que todos puedan responder a la fe es tarea en la que hemos de empeñarnos y comprometernos.Ya hemos dicho en otro momento de nuestro camino de adviento que el mundo necesita señales para descubrir a Dios y su plan de salvación para nosotros, y decíamos también que nosotros hemos de ser esos signos vivos del amor y de la presencia de Dios en medio del mundo.


Es la colaboración que nos pide el Señor como a José. Nuestra vida quizá callada como la de José, sin embargo ha de ser un grito que despierte a los demás, una semilla que haga brotar y florecer la fe en muchos a nuestro lado. ‘Le puso por nombre Jesús porque El salvará a su pueblo…’ Con nuestra vida, con nuestro testimonio vamos nosotros diciendo también Jesús a cuantos nos rodean para que a todos llegue también esa salvación que viene a traernos. Diremos Jesús cuando hagamos ver que navidad no son sólo bonitas palabras y buenos deseos, que navidad no son sólo unos regalos que nos podamos hacer porque nos los trae papá Noel o los Reyes Magos, que navidad no son sólo unas luces parpadeantes que pongamos como adorno, que navidad no son unas simples fiestas para comer bien o mucho, sino que Navidad es el nacimiento de Jesús, que es el Hijo de Dios y nuestro Salvador. Y diremos Jesús porque El sí es el gran regalo de Dios para nosotros porque nos está mostrando todo el amor que Dios nos tiene, que nos perdona y nos salva, que nos llena de vida y nos hace hijos, que nos pone en un camino de amor para que todos nos amemos y sintamos hermanos, y que nos llena de felicidad, pero no una felicidad externa y de jolgorio, sino una felicidad grande en lo más hondo de nosotros mismos porque nos llenamos de Dios, de su vida y de su gracia. Aprendemos de José, aprendemos de María a abrirnos a Dios que llega a nosotros.

Fidelidad y obediencia de fe, escucha de Dios y silencio como José, docilidad, humildad y servicialidad son actitudes que tenemos que poner en nosotros y así nos prepararemos de la mejor manera a vivir la próxima navidad.


Material Enviado Desde Tenerife España por nuestro amigo el Presbitero Padre Carmelo Hernández

viernes, 17 de diciembre de 2010

NOVENA DEL NIÑO DIOS - 17 DE DICIEMBRE

OH SABIDURIA, que brotaste de los labios del Altisimo, abarcando del uno al otro confín y ordenandolo todo con firmeza y suavidad, ven y muestranos el camino de la salvación (Liturgia de las Horas, Visperas del 17 de diciembre).

El villancico "Hacia Belen va una burra" grabado por Cecilia Echeñique y los Niños Cantores de San Rafael en la Iglesia Parroquial de El Almendral en San Felipe.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Preparacion el coro Peregrinación de Confianza. HOY 08 DE DICIEMBRE SE INICIA EN CHILE

VIDEO SOBRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN. DIFUNDELO

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA 2010


Bendito sea Dios que nos ha bendecido dándonos a María
Gén. 3, 9-15.20; Sal. 97; Ef. 1, 3-6.11-12; Lcv. 1, 26-38.


‘Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales…’ Bendito sea Dios que en Cristo nos ha bendecido dándonos a María ‘para que la gloria de su gracia redunde en alabanza suya…’
Sí, María la bendición de Dios para nosotros, para la Iglesia. Con gozo hoy celebramos esta fiesta de María en su Inmaculada Concepción porque así nos sentimos bendecidos de Dios en María. Bendición de Dios, podemos decir, porque es la llena de gracia, en quien Dios se ha complacido – ‘llena de gracia… has encontrado gracia ante Dios’, le dice el ángel – pero es también en quien Dios ha querido bendecirnos, porque por ella nos ha llegado la gracia y la salvación, por ella nos llegó Cristo, que es la más grande bendición de Dios para nosotros en su salvación. Es la mujer, anunciada en el Génesis, cuya estirpe, Cristo Jesús, aplastaría la cabeza de la serpiente.
Y hoy nos gozamos con María; y bendecimos a Dios con María – ‘proclama mi alma la grandeza de Dios… porque el poderoso ha hecho en mí obras grandes’ que canta María – y bendecimos a Dios por María, porque nos la ha dado no sólo como la mejor madre que pudiéramos imaginar, sino que en ella tenemos el mejor espejo y reflejo en que mirarnos para vivir la santidad de Dios a la que estamos llamados. Elegidos de Dios en Cristo, somos como nos ha dicho san Pablo hoy, ‘para que fuésemos santos e irreprochables an él por el amor’.
En medio de este camino de Adviento nos aparece esta fiesta de María, tan entrañable y tan querida. Todos nos gozamos en esta fiesta de la Inmaculada. Nos aparece en esta fecha en las combinaciones que hacen referencia a su nacimiento y a las otras fiestas del misterio de Cristo. Nos volverá a aparecer la figura de María en el último domingo de adviento ya en la inmediata cercanía de la Navidad. Pero el contemplar hoy a María, Inmaculada en su Concepción, nos puede valer mucho como estímulo y camino en este Adviento que nos conduce a la Navidad, al nacimiento de Cristo.
‘Por la Concepción Inmaculada de la Virgen María, hemos dicho en la oración, preparaste a tu Hijo una digna morada’. Limpia y preservada de todo pecado en previsión de la muerte de Cristo se convirtió en esa digna morada del Hijo de Dios que iba a nacer y que en sus entrañas se encarnaba. María, palacio de Dios, casa de Dios – la podemos llamar -, templo y morada de Dios, y de qué manera, para hacerse Emmanuel, para hacerse Dios con nosotros. Palacio y casa de Dios en su corazón humilde y lleno de amor, que eran las más bellas riquezas que la adornaban para hacerla toda santa.
‘Porque preservaste a la Virgen María ded toda mancha de pecado original para que en la plenitud de la gracia fuese digna madre de tu Hijo, y comienzo e imagen de la Iglesia, esposa de Cristo, llena de juventud y de limpia hermosura’, que proclamamos en el prefacio. Purísima, la llamamos; sin pecado concebida, le decimos en nuestras invocaciones y jaculatorias.
Podíamos atrevernos a decir que para encarnarse y hacerse hombre Dios se vistió de María, pero al mismo tiempo podemos contemplar cómo fue vestida de Dios con el traje de la gracia y la santidad. Entonces cuando nosotros queremos vestirnos de Dios, porque queremos vestirnos de santidad y de gracia tenemos un modelo de vestidura en María, en su santidad y en su gracia. Vestirnos de María no es ponernos un ropaje externo, sino vestirnos interiormente de todas las virtudes y de toda la santidad de María, que es un vestirnos de Dios, un vestirnos de Cristo que es entrañar a Cristo y vivir a Cristo y como Cristo. San Simón Grignon de Monfort nos habla también del molde perfecto que es María en el que el Hijo de Dios se hizo hombre, se moldeó como hombre podríamos decir, y en el que nosotros podemos introducirnos para así copiar de la manera más pefecta la santidad de Cristo y de María.
Nosotros, es cierto, estamos marcados por el pecado y necesitamos de la redención de Cristo para vernos libres de El y alcanzar el perdón, pero al contemplar así a María, digna morada del Hijo de Dios que en sus entrañas se encarnaba, nos impulsa a cómo limnpiar y purificar nuestro corazón para recibir a Cristo ahora que nosotros también nos disponemos a celebrar su nacimiento. Por eso puede ser tan significativa para nosotros el que celebremos esta fiesta de la Inmaculada Concepción de María mientras caminamos hacia la Navidad. Es la tarea de purificación, de renovación y de conversión que vamos realizando a través del Adviento.
De María tenemos que aprender; de manos de María tenemos que caminar. ¡Cuánto nos enseña una madre! ¡Cuánto nos enseña María! La carta a los Hebros nos dice que Cristo al entrar en el mundo gritó ‘aquí estoy, oh Padre, para hacer tu voluntad’; ahora contemplamos a María que repite lo mismo ‘Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’. Cristo nos enseñará eso mismo en el evangelio, que seremos dichosos si escuchamos la Palabra, si cumplimos la voluntad del Padre. ‘Dichosos los que escuchan la Palabra y la cumplen, la ponen en práctica, hacen la voluntad del Padre’. He aquí una hermosa lección de María.
Si María llegó a esta disponibilidad para sentirse así la esclava del Señor y en ella se hiciera siempre lo que era la voluntad de Dios es porque María se había dejado inundar por Dios, de Dios. La vemos contemplando el misterio de Dios que se le manifiesta en la visita y las palabras del ángel. ‘Se turbó ante estas palabras y se preguntaba que saludo era aquel’. Su turbación no era miedo ni temor, sino admiración y asombro ante lo que Dios le manifestaba, pero dejaba que el misterio de Dios llegara a ella, penetrara en ella, la inundara totalmente. Llena de Dios no podía hacer otra cosa que la voluntad de Dios.
En otro momento del evangelio se dirá que ‘guardaba y meditaba en su corazón’ cuántas cosas le iban sucediendo. Era ese llenarse de Dios y así podría surgir esa disponibilidad, esa generosidad, ese amor que le envolvería toda su vida como la veremos luego en otros momentos de servicio - en casa de Isabel en la montaña -, de atención a las necesidades de los demás – en Caná de Galilea - o de comunión como en el cenáculo con los discípulos de Jesúsn después de la Ascensión.
‘Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo, con toda clase de bienes espirituales y celestiales…’ que nos ha bendecido en María, dándonos a María. Que en ella nos llenemos de todas las bendiciones de Dios. Que de ella aprendamos a vivir esa vida de gracia y santidad. Que como María, purificándonos de todo pecado, llenándonos de gracia y de amor, seamos también digna morada donde también nazca y reine de Dios, como queremos que sea en verdad en la celebración de la Navidad.
Gentileza de el Padre Carmelo Hernández desde Tenerife España.

martes, 7 de diciembre de 2010

EL ESPLENDOR DE LA VERDAD

Compartimos con ustedes este maravilloso video que nos muestra cual es la verdadera Iglesia fundada por Jesucristo, esa que a pesar de las persecuciones y tribulaciones que tenga que sufrir , siempre saldrá VICTORIOSA.

domingo, 5 de diciembre de 2010

HOMILIA II DOMINGO DE ADVIENTO 2010.


Brotará un renuevo del tronco de Jesé… es posible la conversión al SeñorIs. 11, 1-10; Sal. 71; Rm. 15, 4-9; Mt. 3, 1-12


Cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo, no permitas que lo impidan los afanes de este mundo’, pedíamos en la oración de este segundo domingo de Adviento. Caminamos al encuentro de Cristo. Es lo que vamos haciendo en Adviento y a donde esperamos llegar en la celebración de la Navidad con todo su profundo sentido, en la celebración de su nacimiento en Belén, en la espera del encuentro definitivo en su segunda venida en plenitud y en ese encuentro que cada día, en cada celebración o en cada momento de nuestra vida hemos de vivir.

Nos guía la Palabra de Dios que se nos proclama en la celebración del domingo y de cada día si tenemos la oportunidad; pero Palabra que hemos de saber meditar y rumiar cada día en nuestra lectura hecha oración. Palabra que nos conduce con el anuncio de los profetas y de manera especial en la figura y el mensaje del Bautista que repetidamente nos irá apareciendo en este camino, por cuanto fue el Precursor de la llegada del Mesias, y así había de ‘preparar un pueblo bien dispuesto’.El profeta nos presenta por una parte la imagen del tronco de Jesé del que brotará un renuevo y florecerá un vástago y por otra esas imágenes idílicas en las que vemos pastando juntos animales salvajes y feroces con animales domésticos y pacíficos. Bellas imágenes de hondo significado como veremos.

El Bautista se nos presente como ‘la voz que grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos’ con todo su mensaje que nos invita a la conversión ‘porque el Reino de los cielos está cerca’.¿Es posible de que un viejo tronco reseco pueda brotar un renuevo y florecer un vástago? ¿es posible ver de forma real esa imagen paradisíaca de todos esos animales juntos y además pastoreados por un niño que juega con ellos? Pues son las imágenes de ese tiempo nuevo y mesiánico; imágenes que tendrían que describir lo que es nuestra vida a partir de nuestra fe en Jesús. Unámoslo al mensaje que escuchamos en el evangelio en la voz del Bautista y también al mensaje que nos ofrece la carta de san Pablo.


La invitación del Bautista es a la conversión para preparar los caminos del Señor. Conversión porque llega el Reino de Dios y es necesaria esa vuelta de nuestra vida, esa transformación profunda de nuestra manera de vivir. Yo diría uniéndo las imágenes que conversión es hacer reverdecer el tronco viejo para que brote un renuevo lleno de vida nueva. Recuerdo haber utilizado en una ocasión esta imagen del tronco viejo colocado allí en medio de la comunidad como un signo durante todo el tiempo del Adviento.


Cuando llegamos al tiempo de navidad y en medio de las celebraciones de esos días yo preguntaba si habíamos hecho reverdecer aquel tronco reseco. Una joven respondió comentando si yo creía de verdad que de aquel tronco viejo y reseco iba a brotar una rama verde capaz de florecer. Quizá no había captado el sentido de la imagen y del signo y quien era en verdad el que había de reverdecer y florecer, o quizá podía ser de las personas que pensaran que el cambio de la conversión no es posible. Es para hacernos pensar. Porque quizá, aunque oigamos muchas veces esa invitación a la conversión, no terminamos de creernos que es posible el cambio en nuestra vida. Claro que si pensamos así, va a ser dificil que nos empeñemos en lograr ese cambio, esa transformación en nosotros.


Hemos de tomarnos en serio esa imagen que nos ofrece el profeta del renuevo que brota del tronco de Jesé para que creamos seriamente que podemos transformar nuestra vida. Y también estar convencidos que eso no lo vamos a hacer por nosotros mismos, sino que será con la fuerza del Espíritu del Señor. ‘Sobre él se posará el Espíritu del Señor, nos decía el profeta; espíritu de prudencia y sabiduría, de consejo y valentía, de ciencia y de temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor…’El evangelio nos dice que ante la predicación del Bautista en el Jordan ‘acudía mucha gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán’. Más tarde explicará ‘yo os bautizo con agua para que os convirtáis, pero el que viene detrás de mi puede más que yo, y no merezco ni llevarla las sandalias.


El os bautizará con Espíritu Santo y fuego’. Tenemos que saber pasar por el bautismo de agua, que significa esos deseos de conversión, para llegar al bautismo en el fuego y en el Espíritu en el que quemando todo el hombre viejo que hay en mí, haga rebrotar el hombre nuevo de la gracia. No es obra nuestra, sino de la gracia, pero nosotros tenemos que dejarnos conducir por el Espíritu; no podemos resistirnos y oponeros sino dejarnos transformar por el fuego del Espíritu. Será así posible la verdadera conversión.Pero, aunque brevemente, retomemos la otra imagen idílica y paradisíaca de los animales paciendo juntos.


‘Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos… la vaca pastará con el oso… el león comerá paja con el buey… y un muchacho los pastorea…’También nos habla del fruto de la conversión. Como les decía Juan a los fariseos y saduceos que fueron hasta el Jordán ‘dad el fruto que pide la conversión’. ¿Cuáles son esos frutos? Las imágenes que hemos recordado nos lo señalan y nos ayuda a ello lo que nos decía también san Pablo. Esa conversión nos hará lograr ese sabernos acoger mutuamente los unos a los otros aunque seamos muy diversos, y lograr entonces esa concordia y unanimidad. Es lo que nos pedía el apóstol. ‘Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre vosotros, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo… en una palabra acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios’. Esa invitación fundamental del Adviento de preparar los caminos del Señor significa, por ejemplo, abrir caminos para que Dios se haga presente en nuestra vida, para que sea posible el Reino de Dios, que Dios reine entre nosotros.


Eso significará quitar obstáculos. Si logramos ese entendimiento y ese saber acogernos los unos a los otros, significará que estamos quitando obstáculos. Cuánto habría que hacer en ese sentido en el día a día de nuestra vida y de nuestra convivencia con los que están a nuestro lado.Por otra parte esa imagen con que se nos presenta el Bautista pudiera ser una gran interpelación para nuestra vida. Esa austeridad en la ropa, ‘vestido de piel de camello y con una correa de cuero a la cintura’ y esa austeridad también en la comida, ‘se alimentaba de saltamontes y miel silvestre’, puede indicarnos muy bien ese vaciamiento interior que hemos de vivir, ese vaciarnos de nosotros mismos y de nuestras vanidades para llenar nuestra vida de lo que verdaderamente es importante. Mirando la austeridad con que Juan vivía su momento de preparación a la venida del Mesías, ¿qué juicio podemos hacernos ante tantas cosas supérfluas e innesarias de las que llenamos estos días nuestra vida, nuestras casas, nuestras fiestas navideñas para celebrar, decimos, la navidad? Habría que cambiar muchos esquemas.Muchas cosas nos dice la Palabra de Dios a través de las diversas imágenes que se nos ofrecen tanto de profeta como de la figura del Bautista. Ahora queda la respuesta que nosotros vamos a dar, comenzando por creer de verdad que es posible cambiar y transformar nuestra vida con la ayuda de la gracia del Señor.


Material de Reflexión Aportación y Gentileza de Nuestro Hermano y Amigo Presbítero Padre Carmelo Hernández Desde Tenerife España.

martes, 30 de noviembre de 2010

EN DEFENSA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI


El diario "The Clinic", un diario que se publica y comercializa abiertamente en Chile, nos tiene acostumbrados a sus portadas incendiarias, saturadas de ironia, sarcasmo y mofa.
Una vez mas este diario, esperpento de Satanás, ha lanzado sus dardos contra el Vicario de Cristo, esta vez a raiz del desacertado anticipo de su libro-entrevista "Luz del mundo" escrito por Peter Seewald.

La portada, un grotesco insulto al Santo Padre que no viene describir en este blog es una muestra mas de como este diario, con la habil "creatividad", propia de los hijos de las tinieblas ofende a la Iglesia Catolica y a sus ministros, y tambien han hecho lo suyo con la imagen del Sagrado Corazón y de la Virgen del Carmen, con espantosas blasfemias.

Oremos por la conversion de estos extraviados.
Publicamos como reparacion,esta linda imagen del Papa, con su lema "COOPERATORES VERITATIS" (Cooperador de la verdad) muy destacado.

EL PAPA NO HA JUSTIFICADO EL USO DEL PRESERVATIVO


Gran trifulca desataron en los medios los periodistas (siempre ávidos de escándalo), debido a un muy desafortunado artículo publicado en L´Osservatore Romano, que presentó algunos párrafos descontextualizados del nuevo “libro-entrevista” de Benedicto XVI titulado “La luz del mundo” realizado por el periodista alemán Peter Seewald. Lo que desató el escándalo fue una parte sacada de contexto de la respuesta que dio el Santo Padre a Seewald, ante la pregunta acerca del uso del preservativo en la lucha contra el SIDA.
El párrafo publicado por L´Osservatore Romano dice así: “Puede haber casos justificados singulares, por ejemplo, cuando una prostituta utiliza un preservativo, y éste puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar de nuevo la conciencia sobre el hecho de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que se quiere. Sin embargo, este no es el verdadero modo para vencer la infección del VIH. Es verdaderamente necesaria una humanización de la sexualidad”. De estas palabras del Papa, los medios alrededor del mundo no tardaron en redactar grandes titulares que decían, con unas u otras palabras, que el Papa había aprobado el uso del condón.
Lo primero que hay que revisar es la traducción al español de lo que realmente respondió el Papa en alemán a la pregunta de Seewald. En el texto original, en alemán, el Papa habla de "männliche Prostituierte" que significa “prostituto” (no prostituta) y vale puntualizar que el Santo Padre está hablando del preservativo como herramienta contra el SIDA y no del preservativo como herramienta de anticoncepción. Misteriosamente el término "männliche Prostituierte" conserva el género masculino en la traducción en inglés, en donde se habla de "male prostitute", pero se cambia de manera arbitraria al femenino en las traducciones al español, italiano y francés. Ignoro si el error es de L´Osservatore o de las editoriales que publicarán el libro, pero creo que tendrán que arreglarlo.
Lo que dice el Papa, si tomamos sus palabras originales en alemán, es simple y sencillamente que si un prostituto homosexual utiliza un condón (con el objetivo único de no contagiar ni contagiarse de SIDA), esto puede ser señal de un inicio de moralización, de que el hombre se está dando cuenta (en su interior) de que no puede hacer con su sexualidad lo que le venga en gana.
L´Osservatore Romano no publica la siguiente pregunta-respuesta, en la cual el Papa aclara que la Iglesia jamás podrá aprobar el uso del condón como algo moral:
Seewald: ¿Quiere decir, entonces, que la Iglesia Católica en realidad no se opone en principio a la utilización de los condones?
Benedicto XVI: Ella [la Iglesia], por supuesto, no lo considera como una solución real o moral, pero, en este u otro caso, puede haber, sin embargo, la intención de reducir el riesgo de infección, como un primer paso hacia una forma distinta y más humana de vivir la sexualidad.
No quiero pensar que haya sido una omisión voluntaria de L´Osservatore Romano. Resulta extraordinariamente ridículo lo que han publicado los medios por el simple hecho de que no toman en cuenta que para que el Papa pudiera aprobar el uso del preservativo, tendría primero que anular mediante un decreto magisterial: encíclica, carta, bula, motu proprio, etc (y no en una entrevista coloquial) la Humanae Vitae, la Casti Connubii, la Evangelium Vitae, el Catecismo de la Iglesia Católica y todo el magisterio anterior que habla sobre moral sexual y conyugal, incluyendo las Sagradas Escrituras.
En fin, señores periodistas, pues nada, que el Papa no ha justificado el uso del condón, ni para las prostitutas ni para nadie.

Lucrecia Rego de Planas, www.catholic.net

domingo, 28 de noviembre de 2010

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO 2010. HOMILIA


Material de reflexión exclusivo, enviado a nuestro blog de contenidos por el presbítero Padre Carmelo Hernández. Desde Tenerife España.




Is. 2, 1-5;
Sal. 121;
Rom. 13, 11-14;
Mt. 24, 37-44



Podríamos comenzar nuestra reflexión con lo que es propio de este domingo. Se acerca la Navidad, litúrgicamente comenzamos un nuevo ciclo o año litúrgico y en consecuencia iniciamos el adviento. Tiempo en el que dejándonos conducir por los profetas, por Juan Bautista, el precursor, y también contemplando la figura de María nos preparamos para la venida del Señor en la celebración de la Navidad.Con ser totalmente cierto esto que estoy manifestando, sin embargo, confieso que no me quedo satisfecho en mi reflexión.


Primero porque aquí en la celebración hablamos de adviento, cambiamos los colores litúrgicos o incluso empleemos algunos signos especiales, sin embargo para la mayor parte de la gente que nos rodea – quizá nos pueda pasar a nosotros también – decir adviento no les dice nada.


En el fondo está quizá eso de que se acerca la navidad y tenemos que hacer muchos preparativos, pero no llegamos a captar algo más.Por otra parte quizás nos encontramos con reacciones, posturas, actitudes, sentimientos diversos en mucha gente en relación a la navidad que vamos a celebrar. Con la crisis que vivimos tendremos que ajustarnos un poco, dicen algunos, porque claro no podemos gastarnos lo mismo que otros años en la navidad, las fiestas ya no serán las mismas y no sé cuántas consecuencias más.Otros quizá el pensar en la navidad les llena de tristezas, añoranzas y soledades, porque se recuerda a los que faltan, bien porque hayan fallecido, porque estén ausentes en otro lugar o porque quizá ya están solos en la vida y todo son recuerdos.A otros quizá les ha aparecido en la vida la enfermedad, el sufrimiento por distintos motivos, sienten muchas discapacidades en su vida y cómo van a celebrar la navidad así, se preguntan, donde pueden encontrar alegría de fiesta en una situación así.


Podríamos seguir haciendo en ese sentido toda una lista de problemas, preocupaciones, ilusiones tronchadas y rotas, desesperanzas, y hasta amarguras.¿No tendríamos que comenzar por preguntarnos que concepto tenemos de la Navidad y de lo que realmente ha de significar en nuestra vida? Responder con acuerto a esa pregunta nos llevaría a tener una mejor perspectiva del adviento. Decimos que el Adviento es un tiempo de esperanza. ¿En qué medida el adviento puede suscitar una esperanza nueva en este mundo en el que vivimos tan desolado, tan falto de ilusión o con tantos problemas como ahora tenemos? ¿Habrá una respuesta para la inquietud más profunda que pueda sentir el corazón humano en estos momentos?Es aquí donde tenemos que hacer que nuestra fe ilumine de verdad la vida del hombre. Tenemos que sacar a flote lo más hermoso y lo más hondo de nuestra fe.


Y es que además no nos disponemos a hacer unas fiestas sin más, sólo unos encuentros familiares por muy hermosos que sean o unos días simplemente de regalos porque ahora toca.Nosotros vamos a celebrar a Jesús que es en verdad la única luz y sentido del hombre y de la vida. Nosotros vamos a celebrar a Jesús que viene, que vino y que sigue viniendo para ser la única y más profunda salvación del hombre. Nosotros vamos a celebrar al nacimiento de Jesús que es la verdadera y más pronfuda esperanza para el hombre.Si yo creo que Jesús es todo eso para mi, habrá esperanza honda en mi corazón y en mi vida.


Porque Jesús es eso para mí, porque es en verdad mi salvador claro que sentiré una alegría que desborda y que trata de contagiar a cuantos me rodean. El sentido profundo de estas alegrías y estas fiestas tiene que partir de ahí, de todo lo que significa Jesús para mí y lo que entonces representa para mí y para el mundo su nacimiento. Esa es la razón profunda. Y entonces podré celebrar desde lo más hondo, porque tengo esperanza, aunque haya problemas, haya ausencias, o vea mi vida limitada por enfermedades o sufrimientos o hasta vivamos en la más grande pobreza.


Es aquí donde encuentra sentido el adviento, este tiempo litúrgico que la iglesia nos ofrece en estas cuatro semanas para prepararnos para vivir con todo sentido la navidad. Es prepararnos para avivar fuertemente nuestra fe y nuestra esperanza en el Señor que viene con su salvación. Así descubrimos su hondo significado. A eso tenemos que tender. A eso realmente quiere irnos llevando la Palabra de Dios que se nos va proclamando en estos días.‘Daos cuenta del momento en que vivís, nos decía san Pablo; ya es hora de despertarse del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca…’ Es verdad; vamos a vivir el hoy de la salvación de Dios que llega nuestra vida. No es sólo un recuerdo; es algo vivo que se hace presente en nuestra vida. Es el Señor que llega a nosotros. Pero hemos de estar preparados.Y vivimos un adviento en tiempos de crisis, de problemas, de ausencias quizá, de sufrimiento, de carencias. Pero es que vamos a celebrar a quien nace para traernos la salvación; a traernos la salvación hoy a esos problemas que tenemos. Y porque creemos en Jesús que es Dios que llega a nosotros hecho hombre para nuestra salvación nos llenamos de esperanza y de ilusión. Y buscaremos entonces la manera de celebrar una navidad viva, pero tenemos que hacer también un adviento vivo.


El evangelio nos invita a estar preparados y vigilantes porque no sabemos ni el día ni la hora en que vendrá el Señor; el profeta nos anunciaba unos días de paz, donde todos los instrumentos de la guerra se transformarían en herramientas de vida y de paz, porque serían herramientas de trabajo; san Pablo nos dice que nos apartemos de las tinieblas, caminemos en la luz y nos vistamos de la vestidura nueva de Jesucristo.


Por eso nuestro camino de adviento al tiempo que será un camino de austeridad, será también un camino de solidaridad y de amor. Porque ante los problemas que se viven hoy en nuestra sociedad no podemos hacerlo de otra manera. ¿Cómo no vamos a hacernos solidarios con los que a nuestro lado están llenos de carencias y sufrimientos?Tienen que florecer en nuestro corazón esos valores tan hermosos que nos hacen solidarios y generosos, que nos llevan a compartir y a ser capaces de amar de corazón, que nos comprometen por hacer un mundo más justo y más lleno de paz, que llenan nuestro corazón de misericordia para saber consolar y sanar los corazones desgarrados que nos vamos encontrando en el camino, que hacen brillar en nuestros ojos una mirada nueva y limpia para ver en el otro siempre un hermano con el que caminar juntos.Si hacemos ese camino de Adviento llegaremos a la navidad con un corazón renovado de verdad.


Y aunque nuestros problemas no se hayan acabado, aunque sigan muchas soledades cercando nuestro corazón o puedan haber aún algunas lágrimas en nuestros ojos o en nuestro corazón, sin embargo viviremos una navidad distinta, porque ese camino que hayamos recorrido nos llevará a encontrarnos de verdad con el Señor que viene a nuestra vida. Y sentiremos su presencia y su salvación, como nos sentiremos inundados de su amor y de alegría más honda.‘Caminemos a la luz del Señor… vistámonos del Señor Jesucristo’.--




Publicado por Carmelo Hernández González para la semilla de cada dia

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO 2010. HOMILIA

Material de reflexión exclusivo, enviado a nuestro blog de contenidos por el presbítero
Is. 2, 1-5;
Sal. 121;
Rom. 13, 11-14;
Mt. 24, 37-44

Podríamos comenzar nuestra reflexión con lo que es propio de este domingo. Se acerca la Navidad, litúrgicamente comenzamos un nuevo ciclo o año litúrgico y en consecuencia iniciamos el adviento. Tiempo en el que dejándonos conducir por los profetas, por Juan Bautista, el precursor, y también contemplando la figura de María nos preparamos para la venida del Señor en la celebración de la Navidad.Con ser totalmente cierto esto que estoy manifestando, sin embargo, confieso que no me quedo satisfecho en mi reflexión. Primero porque aquí en la celebración hablamos de adviento, cambiamos los colores litúrgicos o incluso empleemos algunos signos especiales, sin embargo para la mayor parte de la gente que nos rodea – quizá nos pueda pasar a nosotros también – decir adviento no les dice nada. En el fondo está quizá eso de que se acerca la navidad y tenemos que hacer muchos preparativos, pero no llegamos a captar algo más.Por otra parte quizás nos encontramos con reacciones, posturas, actitudes, sentimientos diversos en mucha gente en relación a la navidad que vamos a celebrar. Con la crisis que vivimos tendremos que ajustarnos un poco, dicen algunos, porque claro no podemos gastarnos lo mismo que otros años en la navidad, las fiestas ya no serán las mismas y no sé cuántas consecuencias más.Otros quizá el pensar en la navidad les llena de tristezas, añoranzas y soledades, porque se recuerda a los que faltan, bien porque hayan fallecido, porque estén ausentes en otro lugar o porque quizá ya están solos en la vida y todo son recuerdos.A otros quizá les ha aparecido en la vida la enfermedad, el sufrimiento por distintos motivos, sienten muchas discapacidades en su vida y cómo van a celebrar la navidad así, se preguntan, donde pueden encontrar alegría de fiesta en una situación así. Podríamos seguir haciendo en ese sentido toda una lista de problemas, preocupaciones, ilusiones tronchadas y rotas, desesperanzas, y hasta amarguras.¿No tendríamos que comenzar por preguntarnos que concepto tenemos de la Navidad y de lo que realmente ha de significar en nuestra vida? Responder con acuerto a esa pregunta nos llevaría a tener una mejor perspectiva del adviento. Decimos que el Adviento es un tiempo de esperanza. ¿En qué medida el adviento puede suscitar una esperanza nueva en este mundo en el que vivimos tan desolado, tan falto de ilusión o con tantos problemas como ahora tenemos? ¿Habrá una respuesta para la inquietud más profunda que pueda sentir el corazón humano en estos momentos?Es aquí donde tenemos que hacer que nuestra fe ilumine de verdad la vida del hombre. Tenemos que sacar a flote lo más hermoso y lo más hondo de nuestra fe. Y es que además no nos disponemos a hacer unas fiestas sin más, sólo unos encuentros familiares por muy hermosos que sean o unos días simplemente de regalos porque ahora toca.Nosotros vamos a celebrar a Jesús que es en verdad la única luz y sentido del hombre y de la vida. Nosotros vamos a celebrar a Jesús que viene, que vino y que sigue viniendo para ser la única y más profunda salvación del hombre. Nosotros vamos a celebrar al nacimiento de Jesús que es la verdadera y más pronfuda esperanza para el hombre.Si yo creo que Jesús es todo eso para mi, habrá esperanza honda en mi corazón y en mi vida. Porque Jesús es eso para mí, porque es en verdad mi salvador claro que sentiré una alegría que desborda y que trata de contagiar a cuantos me rodean. El sentido profundo de estas alegrías y estas fiestas tiene que partir de ahí, de todo lo que significa Jesús para mí y lo que entonces representa para mí y para el mundo su nacimiento. Esa es la razón profunda. Y entonces podré celebrar desde lo más hondo, porque tengo esperanza, aunque haya problemas, haya ausencias, o vea mi vida limitada por enfermedades o sufrimientos o hasta vivamos en la más grande pobreza.Es aquí donde encuentra sentido el adviento, este tiempo litúrgico que la iglesia nos ofrece en estas cuatro semanas para prepararnos para vivir con todo sentido la navidad. Es prepararnos para avivar fuertemente nuestra fe y nuestra esperanza en el Señor que viene con su salvación. Así descubrimos su hondo significado. A eso tenemos que tender. A eso realmente quiere irnos llevando la Palabra de Dios que se nos va proclamando en estos días.‘Daos cuenta del momento en que vivís, nos decía san Pablo; ya es hora de despertarse del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca…’ Es verdad; vamos a vivir el hoy de la salvación de Dios que llega nuestra vida. No es sólo un recuerdo; es algo vivo que se hace presente en nuestra vida. Es el Señor que llega a nosotros. Pero hemos de estar preparados.Y vivimos un adviento en tiempos de crisis, de problemas, de ausencias quizá, de sufrimiento, de carencias. Pero es que vamos a celebrar a quien nace para traernos la salvación; a traernos la salvación hoy a esos problemas que tenemos. Y porque creemos en Jesús que es Dios que llega a nosotros hecho hombre para nuestra salvación nos llenamos de esperanza y de ilusión. Y buscaremos entonces la manera de celebrar una navidad viva, pero tenemos que hacer también un adviento vivo.El evangelio nos invita a estar preparados y vigilantes porque no sabemos ni el día ni la hora en que vendrá el Señor; el profeta nos anunciaba unos días de paz, donde todos los instrumentos de la guerra se transformarían en herramientas de vida y de paz, porque serían herramientas de trabajo; san Pablo nos dice que nos apartemos de las tinieblas, caminemos en la luz y nos vistamos de la vestidura nueva de Jesucristo.Por eso nuestro camino de adviento al tiempo que será un camino de austeridad, será también un camino de solidaridad y de amor. Porque ante los problemas que se viven hoy en nuestra sociedad no podemos hacerlo de otra manera. ¿Cómo no vamos a hacernos solidarios con los que a nuestro lado están llenos de carencias y sufrimientos?Tienen que florecer en nuestro corazón esos valores tan hermosos que nos hacen solidarios y generosos, que nos llevan a compartir y a ser capaces de amar de corazón, que nos comprometen por hacer un mundo más justo y más lleno de paz, que llenan nuestro corazón de misericordia para saber consolar y sanar los corazones desgarrados que nos vamos encontrando en el camino, que hacen brillar en nuestros ojos una mirada nueva y limpia para ver en el otro siempre un hermano con el que caminar juntos.Si hacemos ese camino de Adviento llegaremos a la navidad con un corazón renovado de verdad. Y aunque nuestros problemas no se hayan acabado, aunque sigan muchas soledades cercando nuestro corazón o puedan haber aún algunas lágrimas en nuestros ojos o en nuestro corazón, sin embargo viviremos una navidad distinta, porque ese camino que hayamos recorrido nos llevará a encontrarnos de verdad con el Señor que viene a nuestra vida. Y sentiremos su presencia y su salvación, como nos sentiremos inundados de su amor y de alegría más honda.‘Caminemos a la luz del Señor… vistámonos del Señor Jesucristo’.--
Publicado por Carmelo Hernández González para la semilla de cada dia

lunes, 22 de noviembre de 2010

MILAGROS QUE NOS MUESTRAN LA PRESENCIA REAL DE JESUS EN LA EUCARISTIA (6)

El pequeño hijito de una familia latina residente en Oregon (EE.UU) sufre un paro respiratorio. Fue desahuciado por los medicos. Su Madre decide llevar al nene a la Misa de Sanacion que se celebrara en la Parroquia cercana...

Milagro Eucaristico

MILAGROS QUE NOS MUESTRAN LA PRESENCIA REAL DE JESUS EN LA EUCARISTIA (5)

En la epoca de las apariciones de la Virgen María en Betania (Venenzuela) en los años 80' una Hostia consagrada sangró en una Santa Misa. Esta Hostia se conserva todavía, dentro de un Sagrario especial. Esto es lo que captó una camara de video en un momkento de adoracion de este milagro eucaristico, un milagro dentro de un milagro.

MES DE MARIA 16 NOV.wmv

sábado, 20 de noviembre de 2010

HOMILIA SOLEMNIDAD DE CRISTO REY. Domingo 21 de Noviembre 2010


Un Material enviado desde Tenerife España Por Nuestro Amigo el Padre Presbítero. Carmelo Hernández.


A El la gloria y el poder por los siglos de los siglos.


2Sam. 5, 1-3; Sal. 121; Col. 1, 12-20; Lc. 23, 35-43


Si a alguien ajeno a nuestra fe y sin tener conocimiento de nuestro sentir cristiano le dijeramos que hoy estamos celebrando a Jesucristo, Rey del Universo, y escuchara el evangelio que hemos proclamado, quizá se preguntaría cómo es que tenemos a un Rey que está colgado de un madero y entre dos malhechores condenado como un malhechor. Quizá se preguntaría si tendríamos otro evangelio mejor que nos definiera ese reinado de Cristo.


¿Qué pensamos nosotros y qué respuesta le daríamos?
Claro que para nosotros sí tiene significado este texto del evangelio y con él mejor que con ningún otro proclamamos la realeza de Cristo. Ahí lo contemplamos en su entrega suprema, en el más grande y hermoso sacrificio que podía ofrecer por nuestra redención y con el que proclama en verdad que es el único Rey y Señor de nuestra vida.


Jesús a lo largo del evangelio nos habla del Reino de Dios. Es su principal anuncio y proclamación. En el comienzo de su predicación nos anuncia la llegada del Reino y nos invitaba a convertirnos a él. Nos explica con sus parábolas las características de ese Reino y a los discípulos en concreto les señala cuales han de ser las actitudes fundamentales para vivir en el estilo de su Reino.


La gente confundida unas veces preguntan si ya ha llegado el momento de instaurarse esa soberanía de Israel o en otras ocasiones entusiasmados con las cosas que Jesús hace querrán hacerlo Rey. Cuando lo acusan ante Pilato y éste pregunta si es Rey, le dirá que su Reino no es como lo de este mundo, porque El ha venido a proclamar la verdad. El rehusa esos deseos de hacerlo rey a la manera de los reyes de este mundo porque la verdadera grandeza en su reino no va por esos caminos, como nos lo había enseñado; sólo aceptará ser aclamado a la entrada en Jerusalén, pero montado sobre una borrica, porque va a ser el anticipo de su verdadero momento de gloria que será su entrega en su muerte en la cruz.


Conociendo el evangelio, habiendo escuchado lo que Jesús nos ha ido enseñando, podremos entender muy bien que al celebrar a Jesucristo como Rey del universo, tal como es el título de esta fiesta, escuchemos el evangelio que nos lo presenta colgado del madero de la cruz. Ahí está como el último, entre los malhechores, en la muerte más ignominiosa, pero con las muestras del amor más profundo y más verdadero; el amor de quien se entrega hasta el final, hasta dar la vida que es la suprema prueba del amor.


Y contemplándolo así nosotros, hoy, con ese hermosísimo himno de la carta a los Colosenses, que ya era un himno a Cristo en aquellas primeras comunidades cristianas ‘damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz’. Con Cristo somos herederos de la más rica de las herencias, que es la gracia, que es la vida de Dios que nos regala, que es la participación en su reino.


Y ‘damos gracias… porque El nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados’. ¿Queremos más títulos y más razones para proclamarlo en verdad como Rey y Señor de nuestra vida? El nos ha redimido, nos ha rescatado, nos ha dado la salvación, nos ha hecho hijos y herederos, nos hace partícipes de su Reino.


Volviendo al texto del evangelio allí estamos viendo que, aunque quieren tentarlo y hasta burlarse de El por estar clavado en el suplicio de la cruz, sin embargo van desgranando, como si de una letanía o una lista se tratara, que es el Mesías, el Elegido de Dios – como lo había anunciado el profeta y como será proclamado también desde el cielo en el Jordán o en el Tabor -, el Hijo de Dios y el verdadero Rey de Israel. Será ese también el título que aparece en la tablilla de la sentencia, ‘Jesús Nazareno, Rey de los Judíos’. Pero será el malhechor arrepentido quien hará una verdadera confesión de fe en Jesús y en la trascendencia que espera alcanzar para su vida. ‘Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino’. A lo que Jesús responderá con ese hermosísimo ‘hoy estarás conmigo en el paraíso’. El hoy de Dios y de su Salvación que tan puntualmente llegue a nuestra vida cuando nos abrimos a Dios aunque sea desde la más honda miseria de nuestro pecado.


Sí, proclamamos a Jesús como Rey y Señor, como el primero y el principio, como el primogénito de entre los muertos, porque además le contemplamos no sólo en su muerte en la Cruz sino resucitado y glorioso. Tiene todos los derechos a que lo llamemos el Señor, el Rey de nuestra vida, porque así nos ha arrancado de las tinieblas y de la muerte, porque así quiere que vivamos para siempre en su vida. El es nuestra reconciliación y nuestra paz. ‘Por El quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su Cruz’, como nos dice san Pablo.


Pero esta proclamación que hoy nosotros hacemos en nuestra celebración no se puede quedar en palabras entusiastas, aunque por supuesto tenemos que cantar y victorear al Señor de nuestra vida. Esta proclamación para nosotros tiene que ser un compromiso, porque si queremos que El sea nuestra Rey, queremos vivir en su Reino, queremos entonces darle a nuestra vida el estilo y el sentido del Reino de Dios. Y no es otra cosa que hacer lo que El nos dice, o vivir como fue su vida.


Proclamar a Jesucristo Rey es vivir un amor generoso siempre entregado y hasta el final; es hacerse el último y el servidor de todos; es ser siempre instrumentos de reconciliación porque buscamos y ofrecemos el perdón y la amistad siempre renacida y nueva; es ser constructores de paz y de unión allí donde estemos, arrancando todo atisbo de violencia o cualquier semilla de discordia; es buscar esos caminos de plenitud, de autenticidad, de verdad, de justicia y de amor; es saber poner siempre en el centro de nuestra vida a Dios verdadero sentido de nuestro vivir y de nuestro caminar.


Cristo Jesús será ya para siempre para nosotros el mejor lugar de encuentro con Dios porque es el Emmanuel (Dios con nosotros); el verdadero templo de Dios porque en El y por El será como mejor demos culto al Padre todopoderoso; el que nos hará sentir a Dios como único Señor del hombre y de la historia. ‘El es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura, porque porque medio de El fueron creadas todas las cosas’, como nos ha dicho san Pablo y como confesamos en el Credo.


Como dice el Apocalipsis y nos ofrecía la antífona de entrada de esta Eucaristía, ‘digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. A El la gloria y el poder por los siglos de los siglos’.

MES DE MARIA 15 NOV

MES DE MARÍA 14 NOV

MES DE MARIA 13 NOV

MES DE MARÍA 12 NOV

MES DE MARÍA 11 NOV

martes, 2 de noviembre de 2010

HOMILIA FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS 2010



Reflexión enviada por nuestro Amigo y Hermano. Presbítero Carmelo Hernández Desde Islas Canarias Tenerife España.


Apoc. 7, 2-4.9-14;
Sal. 23;
1Jn. 3, 1-3;
Mt. 5, 1-12
‘A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, la multitud admirable de los profetas, el blanco ejercito de los mártires; todos los santos y elegidos te proclaman a una sola voz, Santa Trinidad, único Dios… venid adoremos a Dios que es glorificado en la asamblea de los santos…’Así nos invita la liturgia en sus diversas antífonas a adorar, alabar, bendecir y cantar la gloria de Dios. Hoy es la fiesta grande, la solemnidad de Todos los Santos. Esa muchedumbre inmensa que nadie podía contar de la que nos habla el libro del Apocalipsis cuando nos describe la liturgia celestial. Esa asamblea festiva a la que nosotros queremos unirnos también. Esa multitud admirable de los que ahora cantan eternamente la gloria de Dios, son intercesores nuestros que desde el cielo nos ayudan en nuestras necesidades y en nuestra debilidad, y son el más hermoso ejemplo y estímulo para los que aún peregrinamos en la tierra con ansias de cielo.Es la Iglesia celestial, la Jerusalén celeste, la asamblea festiva de todos los santos que ya eternamente alaba al Señor en el cielo. Nosotros somos aún la iglesia peregrina, pero llena de esperanza, alegre y guiada por la fe aspira a formar parte un día de esa asamblea festiva del cielo. Esperanza que nos anima en nuestro caminar. Fe y esperanza que nos hace mirar hacia lo alto y nos ayuda a darle profunda trascendencia al camino que ahora hacemos por la vida. Fe y esperanza que nos hacen pregustar ya esa alegría del cielo aunque aún en este camino estemos rodeados de sufrimientos o nos sintamos tentados por el mal para abandonar el camino.Es una fiesta hermosa a la que la Iglesia nos invita en este día. Pero es al mismo tiempo una invitación a que le demos tal sentido y profundidad a nuestra vida ahora que podamos aspirar a esos bienes del cielo, aspirar a participar un día de esa gloria del Señor. Por eso el contemplar esta asamblea festiva de todos los santos es para nosotros una invitación, un estímulo para que busquemos, tratemos de todos modos de vivir una vida santa. Que por la santidad con que ahora vivamos nuestra vida un día podamos contemplar a Dios y disfrutar de su gloria.A esto nos conduce toda la Palabra de Dios que hoy se nos ha proclamado en esta fiesta de Todos los Santos. San Juan nos ha hablado del amor que Dios nos tiene tan grande que nos llama hijos, porque en realidad nos ha hecho hijos. ‘Somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que cuando se manifieste seremos semejantes a El, porque le veremos tal cual es’. Si nos detenemos un momento a considerar esto tan hermoso que nos está diciendo el apóstol, no podemos menos que dar gracias al Señor por la dignidad tan grande que nos ha concedido, pero aún más por la promesa que nos hace de que nos uniremos de tal manera a El que le podremos ‘ver tal cual es’. Si esa es nuestra meta, ¿cómo no vivir santamente?¿En qué consiste ese camino de santidad que hemos de recorrer, que hemos de vivir? Podríamos decir sencillamente, parecernos a Jesús. No es otra cosa lo que tenemos que hacer sino vivir su vida, configurarnos con El. ¿No nos decía Pablo que su vivir era Cristo? Es lo que tenemos que hacer, copiar totalmente su vida en nosotros, meternos en El, como quien se mete en un molde, para que nuestro querer y nuestro vivir, nuestros sentimientos y nuestras actitudes, lo que hacemos o lo que pensamos no sea otra cosa sino reflejar a Cristo, vivir a Cristo.¿Cómo podremos irnos impregnando de Cristo? El evangelio de hoy nos lo dice. Encarnar en nuestra vida el espíritu de las Bienaventuranzas. Recordemos que Jesús desde el inicio de su predicación nos invitaba a convertirnos a la Buena Noticia porque llegaba el Reino de Dios. Pues cuando nos proclama las Bienaventuranzas en el Sermón del Monte nos dirá que ‘de ellos es el Reino de los cielos’. Los que viven el espíritu de las bienaventuranzas están viviendo, están ya participando del Reino de los cielos.Y nos dirá que ‘de los pobres de espíritu y los que lloran, de los que sufren o los que tienen hambre y sed de justicia, de los que obran con misericordia o son limpios de corazón, de los que trabajan por la paz y a los que incluso les toca sufrir todo tipo de persecución a causa de su nombre, de ellos es el Reino de los cielos’.Pobres porque nada tenemos o de todo nos desprendemos en la generosidad del amor; sufridos porque el dolor y el sufrimiento nos puede aparecer en nuestra vida o porque somos capaces de compartirlo con los que sufren a nuestro lado de tal manera que hacemos nuestro su sufrimiento; lloramos porque tenemos ansias de más y de lo mejor no ya sólo para nosotros sino porque buscamos siempre lo bueno y lo justo para los otros para que sean siempre felices; buscamos el bien aunque sea con sufrimiento, llenamos nuestro corazón de compasión y misericordia y lo mantenemos siempre limpio de toda maldad; o vamos a padecer la incomprensión y hasta la persecución de aquellos que quizá no entiendan nuestra manera de vivir según el sentido y estilo del evangelio.Por ahí va el espíritu de las bienaventuranzas. Y Jesús nos dice que así estamos construyendo el Reino de Dios y que no temamos porque no nos faltará consuelo, y paz, y misericordia, y gozo hondo en el alma que nos dará las mayores satisfacciones, y que un día, porque somos limpios de corazón, podremos ver a Dios.Es el camino que hizo Jesús delante de nosotros. Es el camino de dicha y de felicidad al que El nos invita. Es el camino que podremos hacer sin decaer ni desanimarnos porque le sentiremos a El siempre a nuestro lado. Es el camino que haremos gozosos, aunque broten lágrimas en ocasiones de nuestros ojos, pero que en la trascendencia que le damos a nuestra vida, sabemos que un día podemos vivirlo todo en plenitud junto a Dios. Si no tuviéramos esa esperanza y no le diéramos esa trascendencia a nuestra vida quizá no seríamos capaces de hacerlo.Es el camino de santidad al que hoy nos está invitando esta fiesta de Todos los Santos. En ellos nos sentimos estimulados y ellos desde el cielo son intercesores de gracia para nosotros. ‘Concédenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón’, pedíamos en la oración litúrgica. Y en la oración de las ofrendas vamos a pedir ‘que sintamos interceder por nuestra salvación a todos aquellos que ya gozan de la gloria de la inmortalidad’.Que en ese sentido vaya siempre la oración que hacemos a los santos para que intercedan por nosotros. Algunas veces parece que no hemos llegado a entender bien lo que tiene que ser esa intercesión que de ellos deseamos. Nos preocupamos de pedirles principalmente por nuestras necesidades materiales pero le pedimos poco para que nos alcancen la gracia del Señor para ser nosotros cada día más santos, que tiene que ser siempre lo más importante de nuestra vida. Les pedimos a ellos como si fueran los poderosos y algunas veces pareciera que los hacemos dioses que nos tienen que conceder lo que necesitamos, y nos olvidamos de que ellos sólo son unos intercesores por nosotros ante el Señor. Y no olvidemos que son intercesores, sí, pero son modelos y ejemplo para nosotros de esa santidad a la que estamos llamados y que tenemos que aprender a ver reflejada en sus vidas.Como pediremos en la última oración de la Eucaristía que ‘realizando nuestra santidad por la participación en la plenitud de tu amor, pasemos de esta mesa de la Iglesia peregrina al banquete del Reino de los cielos’. --


Publicado por Carmelo Hernández González para la semilla de cada dia

Material Enviado Por el Presbítero Padre Carmelo Hernández. Desde Tenerife España.


CONMEMORACION DE LOS FIELES DIFUNTOS
Filp. 3, 20-21;
Sal. 26;
Jn. 14, 1-6
Tras la celebración gozosa, festiva, y hasta triunfante, podríamos decir, de Todos los Santos ayer, hoy la Iglesia nos invita a hacer la conmemoración de todos los difuntos. Pero de entrada quiero decir que no tiene que ser menos festiva o gozosa por el hecho de que recordemos a los difuntos; un cristiano siempre lo hace en la esperanza y con nuestra fe puesta en Jesucristo, muerto y resucitado, para así llenarnos a todos de vida y de salvación.Pensar en los difuntos nos hace pensar en la muerte. Algunos se llenan de tristeza y hasta de angustia, lo que tendría que hacernos analizar cuál es el sentido cristiano que de la muerte tenemos. Sin embargo, para otros en la cultura actual es algo que lo que no se quiere pensar; se oculta la muerte o a lo más tratamos de pasar por ese pensamiento de la muerte casi de puntillas para no traumatizarnos.Aspiramos a una eterna juventud donde no tenga cabida la muerte y buscamos una vida de bienestar que queremos prolongar sin fin, y hasta osamos querer tener decisiones por nosotros mismos si una vida merece o no merece vivirse y en consecuencia tener el derecho de acabar con ella por nuestra cuenta y a nuestro arbitrio.Pero la muerte es una realidad de nuestra existencia humana que en lo físico o corporal un día de tener su fin. Pero no somos nosotros dueños de la vida de tal manera que tengamos derecho a acabar con ella según nuestra conveniencia. La vida es un don sagrado que Dios nos ha regalado, y la vida, toda vida siempre es muy valiosa. La hora de nuestra muerte entra dentro del misterio de Dios y de su voluntad para el hombre.Pero aparte de esta afirmación creyente – afirmamos que es un don que Dios nos ha regalado – desde el misterio de Cristo tenemos otra esperanza y otra manera distinta de enfrentarnos al hecho de la muerte y en consecuencia de vivir nuestra vida y también nuestra muerte.Como comprendemos, para nosotros la vida es algo más que lo físico o lo corporal en cuanto estamos sujetos a un cuerpo, aunque esa vida física también la valoramos y la cuidamos. Tiene una dimensión espiritual que no se queda en los sentimientos o los pensamientos que podamos sentir o expresar en esta vida terrena. Es que a todo eso nosotros añadimos una trascendencia que va más allá de los límites de una vida terrena, porque como nos dice la fe estamos llamados a vivir una vida eterna en la plenitud de Dios.Si ayer, por ejemplo, podíamos celebrar la fiesta de Todos los Santos, lo hacíamos no sólo porque recordáramos lo bueno y lo ejemplar, el testimonio que con su vida y su fe nos dieron mientras peregrinaron por este mundo, sino que lo hacíamos pensando en esa plenitud de vida que ahora ellos tienen en Dios.Por eso es tan importante para nosotros la virtud de la esperanza; la esperanza cristiana que nos lleva a creer en Dios y en su Palabra, a esperar esa vida eterna en plenitud que el Señor nos ha prometido. Y ¿en qué basamos nuestra esperanza? En la fe que tenemos en Cristo, muerto y resucitado.Cristo murió y resucitó para llevarnos a la vida, a la vida eterna. Cristo murió y resucitó para alcanzarnos la salvación; esa salvación que es redención y es perdón; esa salvación que es vida nueva que nos llena de la vida de Dios para hacernos hijos de Dios; esa salvación que cuando nos hace hijos nos hace herederos y coherederos con Cristo de vida eterna, de ese Reino eterno de Dios que por Cristo podemos llegar a vivir en plenitud.Con Cristo resucitamos para una vida nueva. Con Cristo estamos llamados a vivir en Dios esa vida eterna para siempre. Creemos en Cristo y de El nos alimentamos y El prometió resucitarnos en el último día.Entonces cuando hoy hacemos esta conmemoración de todos los difuntos, y en cualquier momento recordamos a los difuntos, lo hacemos siempre en esperanza. Esperamos que vivan en Dios esa plenitud de vida y salvación. Por eso nuestra recuerdo se hace oración; oramos por ellos, pero nunca con angustia ni desconsuelo, sino siempre con esperanza. No es éste un día para el llanto desesperanzado, sino un día de esperanza y de gozo en el Señor.Queremos ofrecerle nuestro recuerdo lleno de amor a aquellos difuntos queridos, familiares o amigos, y hacemos ofrendas de flores y velas encendidas. Pero no nos podemos quedar en eso solamente sino que lo importante será nuestra oración, y la oración más hermosa que nosotros podemos ofrecer que es la celebración de la Eucaristía. Las luces tienen sentido como ofrenda que hacemos, pero también como recuerdo e imagen de la luz que Cristo nos dio y que tuvo que iluminar toda nuestra vida, y como esperanza de que ya estén para siempre en el Reino de la Luz de Dios.Todo eso lo expresa muy bien la liturgia en sus oraciones en la celebración de la Eucaristía y en la Palabra de Dios que se nos proclama. Oramos por todos los que han muerto en la esperanza de la resurrección y oramos por todos acogiéndolos a la misericordia del Señor. Pedimos al Señor que los admita a contemplar la luz de su rostro, decimos en las plegarias eucarísticas, en el reino de la luz y de la vida.En la Palabra de Dios que hemos escuchado se nos recuerda que somos ciudadanos del cielo y hacia allí caminamos, porque allí el Señor no tiene en su amor reservado sitio. Por eso nos invita Jesús hoy a la fe y a no perder la paz. Esa paz de la fe que en El tenemos y esa paz de la esperanza. Con esa fe y esa esperanza elevamos hoy nuestra oración al Señor por todos los difuntos, como decimos en una plegaria eucarística, ‘cuya fe sólo tú conociste’. --

viernes, 22 de octubre de 2010

HOMILIA Y MEDITACIÓN DEL DOMINGO 24 DE OCTUBRE 2010



Material de Reflexión y Meditación del Domingo, Enviado Por el Presbítero Padre Carmelo Hernández Desde Tenerife España.


Una liturgia no para quedarnos extasiados en su belleza sino para orar al Señor

Ecles. 15, 12-18; Sal. 33; 2Tim. 4, 6-8.16-18; Lc. 18, 9-14

‘Dos hombres subieron al templo a orar’
, comienza la parábola Jesús. Subieron al templo a orar ¿para la oración litúrgica que se oficiaba en el templo cada día junto con los sacrificios? ¿por devoción quizá se acercaron al templo a hacer su propia oración? Nos da pauta para variadas reflexiones ya el comienzo mismo de la parábola.

La parábola tenía su intencionalidad porque Jesús la decía por ‘algunos que teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás’. Con la conclusión que Jesús le da a la parábola también quiere decirnos cosas Jesús. ‘Éste – refiriéndose al publicano – bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido’.

El Señor acoge la oración del pobre y del humilde mientras que rechaza al que se vanagloria y desprecia a los demás. ‘Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha’, repetíamos en el salmo. ‘Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias porque el Señor está cerca de los atribulados y salva a los abatidos…’ seguimos meditando con el salmista. Dios mira más el corazón que las palabras que podamos pronunciar. Y se complace en el corazón de los humildes.

‘Dos hombres subieron al templo a orar…’ y qué distancias tan grandes había entre uno y otro. Comprendemos que no sólo es la distancia física en el hecho de que uno se pusiera delante de todos mientras el otro se quedó atrás mientras no se atrevía a levantar la cabeza. Es otra más fuerte y dura la distancia. La distancia que los orgullos quieren poner en derredor como temiendo mezclarse con los pobres y los humildes. La distancia que aísla y crea barreras cuando hay menosprecio en el corazón hacia los que están a nuestro lado.

Ya quizá podríamos hacernos preguntas sobre nuestra oración o nuestro estilo de orar. ¿A qué distancia estoy yo de los que me rodean cuando voy a la oración? ¿tendré barreras interpuestas ante los demás? Es cierto que nuestra oración en principio tiene que ser un acto personal que yo he de poner desde lo más hondo de mi corazón. Me estoy encontrando de forma muy personal con ese Dios que me ama y que lo siento vivo y presente allá en lo más hondo de mí mismo. Y esa oración, es cierto, será un tú a tú con el Señor, sin olvidar su inmensidad y su grandeza porque es el Señor, pero sintiéndome en su presencia e inundado de su amor, porque siempre es el Dios que me ama.

Sin embargo en la verdadera oración ni me puedo encerrar en mi mismo ni me puedo aislar con los demás. Es más, quizá tendría que decir que en la medida en que me siento más unido a Dios en mi oración necesariamente más unido me he de sentir con los demás. Y si a mi lado hay alguien que está en oración, aunque en ese momento no compartamos palabras ni intenciones, qué unión más hermosa tendría que haber en cuanto que los dos estamos unidos al mismo Dios y Padre que me ama y nos ama.

Claro que será más hermosa aún mi oración si además yo oro por los demás y oro con los demás. No voy sólo a pedir por mí o a tener mi encuentro de manera individual con el Señor sino que voy a sentir toda la hondura de la comunión que será con el Señor pero que tiene que ser también con los demás.

Pero aquí podríamos entrar en otro aspecto de la oración que es la oración comunitaria y litúrgica. Esa oración de los hermanos, de los miembros de la familia de los hijos de Dios y de los miembros del pueblo de Dios que juntos queremos, que juntos hemos de darle culto al Señor cantando nuestra alabanza y nuestra acción de gracias. Es la oración de la Iglesia que como comunidad hacemos, celebramos y expresamos en la liturgia.

Cuando decimos en la liturgia estamos diciendo cómo a través de unos signos comunes, de unos ritos litúrgicos comunes nos sentimos unidos en esa oración, en esa alabanza al Señor, en esa gloria que queremos cantar a Dios. Es la celebración de la Eucaristía y todos los sacramentos, es la celebración de toda la Iglesia, en la que vamos a sentir de manera especial esa presencia del Señor en medio nuestro. Porque además sabemos que en esos signos sacramentales se hace realmente presente Cristo en medio nuestro.

Acciones sagradas para nosotros que nos hacen sentir la presencia del Señor, signos vivos de la presencia de Dios y de su gracia; acciones con las que queremos dar culto al Señor, alabándole y bendiciéndole con todas las criaturas del cielo y de la tierra. Acciones sagradas que expresamos con unos signos y unos ritos litúrgicos que siempre tienen que ayudarnos a vivir ese encuentro vivo con el Señor en nuestra oración.

Yo me pregunto a mí mismo muchas veces al terminar una celebración litúrgica, ya sea la Eucaristía o cualquier otra celebración de la Iglesia, si en verdad he orado al Señor y si yo sacerdote que en nombre de la Iglesia estoy presidiendo aquella celebración habré ayudado de verdad a orar a los fieles que allí estamos congregados.

No nos podemos quedar extasiados en la belleza de los ritos litúrgicos, que tenemos también que saber admirar y valorar toda la belleza de la liturgia que en cierto modo nos eleva hasta la liturgia celestial; pero, perdónenme que lo diga así, tenemos que hacer que no sólo sea una celebración bonita y llena de belleza, por decirlo de alguna manera en expresiones humanas, sino una celebración viva en la que he orado, he tenido ese encuentro vivo con el Señor para orar, para escucharle y para presentarle también mi súplica, mi alabanza o mi acción de gracias. No hay participación verdadera si no hay auténtica oración. Tenemos que aprender a orar con la liturgia. Y ya no será sólo mi oración personal sino entonces también la oración de la comunidad.

Es la oración con la que con toda humildad me pongo ante el Señor, sintiéndome indigno como Isaías cuando contempló aquellas hermosas teofanías que nos describe en la profecía – ‘¡ay de mí! que soy un hombre de labios impuros’ -, o como aquel publicano que no hacía otra cosa que pedir al Señor que tuviera compasión de él. ‘Oh Dios, ten compasión de este pecador’. Pero será la oración de la que saldré lleno de Dios que es en fin de cuentas lo que nos quiere decir Jesús con las expresiones de la parábola de bajar justificado, lleno de la justicia y de la gracia de Dios.

Que así sea nuestra oración, que así sea la forma intensa viva de nuestras celebraciones sagradas, de toda la liturgia con la que queremos bendecir y alabar en todo momento al Señor.

‘Dos hombres subieron al templo a orar…’ Aquí estamos más de dos, esta pequeña comunidad, que hemos venido a nuestra oración y a nuestra celebración, ¿cómo está siendo hoy nuestra oración? ¿estaremos en verdad orando al Señor?