domingo, 9 de junio de 2013

ADORACIÓN EUCARÍSTICA - EN RINCONADA DE SILVA.


Evangelio Seglar para el Domingo 10º del Tiempo Ordinario (9 de Mayo de 2013)

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Laiconet - Viernes 07 de Junio del 2013
EL EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 11-17

¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!


En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: "No llores."
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: "¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!"
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: "Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo."
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

PARA VER
(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

COMENTARIOS DE SEGLARES

DESDE LA ENFERMEDAD
(mujer, casada, jubilada, padece enfermedad degenerativa, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

Después de la intensidad de los acontecimientos vividos, volviendo al tiempo ordinario, el evangelio nos narra un episodio natural en nuestras vidas por muy doloroso y desgarrador que sea. 
El relato nos pone de manifiesto el dolor en sus últimas consecuencias: la muerte del único hijo de una viuda. Jesús se compadece del dolor, del llanto de la mujer y hace el milagro.
Las enseñanzas que sacamos de este evangelio son innumerables. Por un lado, la cercanía de Jesús que toca con la mano el sufrimiento de cada uno y lo transforma en vida y esperanza. En nuestras circunstancias concretas, el dolor, la enfermedad, la mente, a veces corremos el riesgo de perder la esperanza. Es necesario compartirlo con Cristo para que mitigue su impacto en nosotros y nos devuelva como a la viuda la alegría, la sonrisa… nuestra fe no nos evita el sufrimiento, pero nos ayuda a darle otro sentido.
Por otra parte, dice el evangelista: y Jesús se lo entregó a su madre. El Señor nos llama a la vida, a la resurrección, no para nosotros mismos sino para entregarnos a los demás. Aún en nuestro dolor, siempre hay a nuestro lado alguien  que nos necesita.
Pidamos al Señor que nos ayude a ofrecer a los demás el bálsamo de nuestro amor y compañía.

DESDE MI FE EN LA VIDA DE CADA DÍA
(hombre, casado, tres hijos, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)   


A menudo, cuando rezo y pido al Señor que interceda por alguien, en especial en los momentos de mayor dolor y angustia, me viene el "diablo" de la idea de que Dios tiene labores y misiones más importantes que realizar que fijarse en nuestra pequeñez. Y entonces me asaltan"angeles" con lecturas como esta, en la que Jesús, pese a tener una misión de evangelización hacia la que camina, rodeado de gentes que le siguen, gira su cabeza y se fija en aquel que más necesitado está de amor. 
En este caso a una viuda que se queda sola, y pasa en la sociedad de la época a ser lo último de lo último. Tras observarla, algo le penetra el alma y se com-padece de ella y su situación. Se acerca. La anima. Y actúa, devolviendo la vida al chico y la esperanza a la madre. 
Y Dios sigue actuando así en cada circunstancia con nosotros. Por ello, cada vez más firmemente creo más en la oración de intercesión y petición. En mostrarle nuestro dolor y sufrimiento. En abrir el corazón a Dios, para que él se compadezca de las situaciones que nos afectan. 
Y creo, que al igual que Él nos pidió que repitiésemos el gesto de la última Cena, nos pide que repitamos el trasfondo, la autodonación a los que nos rodean, en hechos y signos concretos como los mostrados: observar, sentir el dolor ajeno como propio, animar, compadecer con quien sufre, y si podemos hacer algunas pequeñas resurrecciones mejor.

PARA REZAR
(mujer, soltera, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)


Dios Padre Bueno y Misericordioso,
¡Tú eres Dios Todopoderoso!...
Nosotros somos tu pueblo y te alabamos
porque Tú eres nuestro Dios que nos cuidas con Amor.
¡Gracias porque Tú, Dios nuestro Misericordioso,
visitas a tu pueblo y nos acompañas siempre!
Gracias porque tu Ternura y Misericordia
son más grandes que cualquier acontecimiento diario.
¡Gracias porque Tú hoy nos invitas a levantarnos
y a vivir la Vida que tú nos regalas para poder alabarte!
Gracias porque Tú nos rescatas de toda circunstancia triste,
nos rescatas de nuestros momentos de tinieblas y muertes,
llenándonos de Vida para poder compartirla con cada persona
que Tú pones en nuestro camino para compartir la fe.
Gracias porque Tú, Dios nuestro, nos visitas a nosotros, tu pueblo,
a través de tu Palabra de Vida que nos trae nuestra Salvación.
Gracias, Dios Misericordioso, porque también nos visitas
a través de cada hermano que Tú pones en nuestra vida.
¡Te damos Gracias, Dios Todo Bondad y Todo Misericordia,
porque Tú visitas a tu pueblo y permaneces siempre con nosotros
a través de tu Iglesia Universal y a través de cada Sacramento!  Amén

PARA VIVIR ESTA SEMANA
(matrimonio, dos hijos, él trabaja, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)


Para vivir el texto del Evangelio de este domingo, nos sentimos invitados a tomar actitudes concretas, que se nos muestran más explícitamente en frases pronunciadas por Jesús.
Por un lado al escuchar de boca suya “no llores”, recordamos a tantas personas que lo están pasando mal por unas circunstancias o por otras: por falta de lo indispensable para vivir (alimentos, agua...), por falta de un hogar, por falta de trabajo, por estar solos, por la enfermedad, por la muerte de un ser querido… Jesús nos pide que nos acerquemos al sufrimiento de tantas realidades cercanas. Nos pide que nos compadezcamos es decir, que padezcamos con ellos, que lo sintamos nuestro, al igual que a Él le ocurrió con la viuda de Naín. Nos pide que toquemos ese sufrimiento para ayudar a que sea transformado en esperanza, desde nuestra acción directa y desde nuestra oración.
Y todas aquellas veces que somos nosotros los que vivimos esos momentos de duelo, de dolor intenso… no olvidemos que la fe no impide el sufrimiento, pero sí nos ayuda a darle un sentido, a vivir desde él en intensidad, mejorándonos como personas.
Por otro lado al escuchar a Jesús decir: “¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!”, hemos sentido como si esas palabras fuesen dirigidas a nosotros específicamente. En cuantas y cuantas cosas permanecemos inmóviles, como si la muerte se hubiese apoderado de nosotros. Y al igual que a un cuerpo que ha perdido la vida, le pueden llevar de acá para allá, lo mismo nos ocurre a nosotros, que somos arrastrados y llevados hacia dónde la sociedad nos marca, hacia dónde el ambiente que nos rodea nos arrastra… Nos llamamos cristianos, pero no tenemos el color propio de aquel que vive el Evangelio en profundidad y en intensidad. Nos hemos aburguesado. Procuremos durante esta semana darnos cuenta en todo aquello que la mediocridad se ha apoderado de nosotros. Busquemos fórmulas para ser cristianos comprometidos que desentonan por vivir la radicalidad evangélica. Seamos conscientes de que “Dios ha venido a ayudar a su pueblo” a través nuestra, si le dejamos actuar en nosotros, como el mismo Cristo lo hizo.

TEMA DE ANÁLISIS.

Antes de tomarte en serio a Jesús, ¡piensa primero lo bien que te vas a ver en el madero!

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Ron Rolheiser (Trad. Julia Hinojosa) - Miércoles 03 de Abril del 2013
Esta es una frase de Daniel Berrigan quien con toda razón nos advierte que la fe en Jesús y en la resurrección no nos va a salvar de la humillación, el dolor y la muerte en esta vida.  La fe no tiene como intención hacer eso.  Jesús no concede exenciones especiales a sus amigos, al menos no más que las que Dios le concedió a Jesús.  Esto aparece por todas partes en los Evangelios, aunque con mayor claridad en la resurrección de Jesús.  Para comprenderlo, nos es útil comparar la resurrección de Jesús con lo que el mismo Jesús hace en la resurrección de Lázaro.
La historia de Lázaro plantea muchas preguntas. Juan, el evangelista, nos cuenta la historia: Comienza señalando que Lázaro y sus hermanas Marta y María, eran amigos muy cercanos de Jesús.  Por lo que comprensiblemente nos sorprende "la aparente falta de respuesta de Jesús ante la enfermedad de Lázaro y la petición de que lo fuera a sanar.  Ésta es la historia:
Las hermanas de Lázaro, Marta y María, mandaron decirle a Jesús "el hombre que amas está enfermo" con la petición implícita de que Jesús debería venir a sanarle.  Sin embargo la reacción de Jesús es curiosa.  No sale inmediatamente corriendo para tratar de curar a su amigo cercano.  En su lugar, permanece donde está durante dos días más, y mientras, su amigo muere.  Luego, después de que Lázaro haya muerto, sale a visitarlo. A medida que se acerca a la aldea donde Lázaro ha muerto, se encuentra con Marta y luego, más tarde, con María.  Cada una, a su vez, le hace la pregunta: "¿Por qué?" ¿Por qué no había venido antes a salvarlo de la muerte?  De hecho, la pregunta de María implica aún más: "¿Por qué?" ¿Por qué Dios parece ausente, invariablemente, cuando pasan cosas malas a la gente buena?  ¿Por qué Dios no rescata a los que ama y los salva del dolor y la muerte?
Jesús no ofrece ningún tipo de apología teórica como respuesta.  En su lugar, él pregunta dónde han puesto el cuerpo, deja que lo lleven allí, ve el sitio de entierro, llora de dolor, y luego levanta a su amigo muerto y le regresa a la vida. Así que ¿por qué primero le dejó morir? La historia plantea la pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué Jesús no se apresura para salvar a Lázaro ya que tanto le quería?
La respuesta a esta pregunta nos enseña una lección muy importante acerca de Jesús, Dios y la fe, es decir, que Dios no es un Dios que normalmente nos rescate, sino que es un Dios que nos redime.  Dios no suele intervenir para salvarnos de la humillación, el dolor y la muerte, sino que redime a la humillación, al dolor y a la muerte después del hecho.
En pocas palabras, Jesús trata a Lázaro exactamente de la misma manera que Dios Padre, trata a Jesús: Jesús es profunda e íntimamente amado por su Padre, y sin embargo, su Padre no le libra de la humillación, del dolor y de la muerte.  En su peor hora, cuando es humillado, y está sufriendo y muriendo en la cruz, la multitud abuchea desafiante a Jesús: "¡Si Dios es tu padre, que él te rescate!" Sin embargo no hay rescate. Al contrario, Jesús muere en medio de la humillación y el dolor.  Dios lo resucita solo hasta después de su muerte.
Esta es una de las revelaciones clave dentro de la resurrección: Tenemos un Dios redentor, no un Dios rescatador.
De hecho, la historia de la resurrección de Lázaro en el Evangelio de Juan tenía como objeto la respuesta a una pregunta candente dentro de la primera generación de cristianos: habían conocido a Jesús en carne y hueso, habían sido amigos íntimos de él, lo habían visto curar a la gente y resucitar a personas de entre los muertos, así que ¿por qué ahora los estaba dejando morir? ¿Por qué Jesús no les rescataba?
Les tomó un tiempo a los primeros cristianos comprender que Jesús no suele dar exenciones especiales a sus amigos, no más que las que Dios Padre le concedió a Jesús.  Así que, como nosotros, ellos se enfrentaron con el hecho de que a pesar de que uno puede tener una fe profunda y auténtica, y sentirse profundamente amado por Dios, tiene que sufrir la humillación, el dolor y la muerte como todos los demás.  Dios no liberó a Jesús ante el sufrimiento y la muerte, y Jesús no nos librará de ello.
Esta es una de las revelaciones clave dentro de la resurrección y es quizás una de las peor entendidas. Siempre estamos predicando la fe en, y predicando, un Dios rescatador, un Dios que promete exenciones especiales a los tengan una fe genuina: Ten una fe genuina en Jesús, y ¡estarás salvo de las humillaciones y los dolores de la vida! Ten una fe genuina en Jesús, ¡y la prosperidad vendrá en tu camino! Cree en la resurrección, ¡y los arcos iris rodearán tu vida!
¡Ojalá fuera así! Sin embargo Jesús nunca nos prometió rescate, exenciones, inmunidad para el cáncer, o escapar de la muerte.  Prometió más bien que, al final, habrá redención, reivindicación, inmunidad ante el sufrimiento, y la vida eterna. Sin embargo eso es al final, mientras tanto, en los primeros e intermedios capítulos de nuestras vidas, habrá el mismo tipo de humillación, dolor y muerte que todo el mundo sufre.
La muerte y resurrección de Jesús revelan un Dios redentor, no un Dios rescatador.

ACTUALIDAD.

¿Adorar hoy?

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Fernando Prado - Domingo 02 de Junio del 2013
Hace años, el Card. Bergoglio –hoy Papa Francisco- dedicó una hermosa homilía a la adoración. Al final de la misma decía: “¡Adorar es decir AMÉN!”.  “Así sea”, “que se haga tu voluntad”. La adoración y la humildad -que reconoce la pequeñez humana ante la grandeza de Dios- van de la mano. Ante Dios no cabe otra postura en el creyente: reconocerse envuelto en un Misterio que le sobrepasa.
Pero el Misterio de Dios no es, como gusta decir a nuestro Papa Francisco, un “spray”, algo etéreo. Este Misterio se nos ha revelado en Jesús (¡Él es la imagen visible del Dios invisible!), haciéndose más concreto. Y Jesús nos ha abierto a comprender que el Misterio que nos envuelve, es un misterio de amor. Dios es Amor. 
No podemos olvidar que lo que somos, lo que tenemos, lo que recibimos… todo viene de este Padre cuyo rostro de amor se nos ha revelado en Jesús.  Por eso, como hijos, hemos de vivir y comportarnos como hermanos, solidarios, compañeros…  Adorar no es algo del pasado. No es un acto de piedad escapista. No se trata de hacer apología de la presencia real de Cristo en la Eucaristía frente a los que no creen en ello. Adorar es más bien ponerse ante Dios para hacer memoria y recordar de dónde venimos. Adorar no es sino dejarse envolver por ese misterio de amor que nos lleva a lo concreto, a los hermanos.
Y esto no deja nunca de ser algo actual. Así lo decía también Francisco en aquella misma homilía: “Hoy, más que nunca, se hace necesario adorar para hacer posible la “projimidad” que reclaman estos tiempos de crisis. Solo en la contemplación del misterio de Amor que vence distancias y se hace cercanía, encontraremos la fuerza para no caer en la tentación de seguir de largo, sin detenernos en el camino”.

FORMACIÓN CONTINUA.

El infierno es estar solo

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Joseph Ratzinger en Alfa y Omega - Lunes 17 de Marzo del 2008

El infierno es estar solo


    El infierno son los otros: la conocida frase de Sartre resume como pocas el vacío y el nihilismo modernos. En 1968, en la época en que el autor francés desarrolló su obra, un joven teólogo alemán, Joseph Ratzinger, pronunciaba en Munich una conferencia en la que defendía lo contrario: El infierno es estar solo. Ahora, sus palabras forman parte del libro Perché siamo ancora nella Chiesa (Por qué estamos aún en la Iglesia), recién publicado en Italia, con lecciones y textos inéditos de Benedicto XVI.

     El artículo del Credo sobre el descenso del Señor a los infiernos nos recuerda que, de la revelación cristiana, forma parte no sólo el hablar de Dios, sino también su callar. Dios no sólo es la palabra comprensible, que se acerca a nosotros; también es la causa callada e inaccesible, incomprendida e incomprensible, huidiza. Ciertamente, en el cristianismo hay una primacía del logos, de la palabra con respecto al silencio: Dios ha hablado, Dios es la Palabra. 

    Pero tampoco debemos olvidarnos del verdadero escondimiento de Dios. Sólo cuando lo hemos conocido como silencio, podemos esperar oír también su hablar, que emana de su silencio. La cristología culmina en la Cruz, el momento de la tangibilidad del amor divino, en la muerte, en el silencio y en la oscuridad. En el grito de muerte de Jesús: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?», el secreto de Su descenso a los infiernos se hace visible como una lámpara en medio de la noche. No debemos olvidar que esta frase del Crucificado es el verso inicial de una oración de Israel, en la cual se resume de modo impresionante la necesidad y la esperanza del pueblo elegido de Dios, en apariencia profundamente abandonado por Él. Esta oración presentada como un grito en medio de la oscuridad de Dios acaba con una exaltación de Su grandeza.

    Se ha dicho  que, en este artículo de fe, el término infierno sería sólo una traducción errónea de sheol (en griego: hades), palabra con la cual el hebreo definía aquella condición más allá de la muerte, que se imaginaba de un modo muy vago, como una especie de existencia en la sombra, más un no-ser que un ser. Por tanto, la frase habría significado originalmente que Jesús entró en el sheol, o sea que murió. 
    
    Puede que esto sea verdad. Pero permanece la cuestión de qué es verdaderamente la muerte y qué sucede después, cuando alguien muere y penetra en el destino de la muerte. Todos nosotros debemos admitir nuestro embarazo ante esta pregunta. 

    Pero quizá podríamos intentar un acercamiento partiendo del grito de Jesús. En esta última oración, así como en la escena del Monte de los Olivos, parece que el núcleo más profundo de su Pasión no es el dolor físico, sino su soledad radical, su completo abandono. En este punto aparece verdaderamente el abismo de la soledad del hombre como tal, del hombre que en lo más íntimo está solo. Esta soledad, que por lo general es cubierta de muchos modos, significa al mismo tiempo la más profunda contradicción en la esencia del ser humano, que no puede permanecer solo, sino que tiene necesidad de comunión. Por tanto, la soledad es la esfera del miedo. 

    Aclarémoslo con un ejemplo. Si un niño debe caminar solo por un bosque en mitad de la noche, tiene miedo, también aunque se le haya demostrado que no tiene nada de lo que temer. En el momento en que está solo en la oscuridad y siente la soledad de manera radical, surge el miedo, el verdadero miedo del hombre, que no es   miedo de algo, sino un miedo en sí mismo. 
    El temor hacia algo determinado es, a fin de cuentas, algo inocuo; puede ser exorcizado alejando el objeto en cuestión. Lo que aquí tenemos es algo más profundo: el hecho de que el hombre, cuando encara la soledad definitiva, no tiene miedo de algo determinado, sino que tiene miedo de la soledad, de la inquietud y de la suspensión de la propia esencia, algo que no puede ser superado racionalmente. Es el estar a solas con la muerte, la siniestra sensación de la soledad en sí misma.

    Debemos preguntarnos cómo puede ser superado un miedo así. El niño perderá su miedo en el momento en que haya una mano que lo tome y lo conduzca. También aquel que esté a solas con la muerte sentirá decrecer el impulso del miedo si alguien está con él. Debemos ir un poco más allá. Si existiese una soledad tal que ninguna palabra de otro pudiese llegar y tener un efecto transformante; si hubiese una suspensión de la existencia tan grave que en ese lugar no pudiera haber ningún tú, entonces tendría lugar esa verdadera y total soledad que el teólogo llama infierno. Lo que significa este término podemos definirlo precisamente así: una soledad en la cual no puede penetrar la palabra del amor, y que significa la verdadera suspensión de la existencia. 

    En este contexto, es preciso recordar que los poetas y los filósofos de nuestro tiempo están convencidos de que todos los encuentros entre los hombres permanecen, sustancialmente, en la superficie; nadie tendría acceso a la verdadera profundidad del otro. Todo encuentro, aunque pueda parecer bello, a fin de cuentas no haría otra cosa que narcotizar la incurable herida de la soledad. En lo más íntimo y profundo de cada uno de nosotros habitaría el infierno, la desesperación, la soledad, que es tan indefinible como terrible. Sartre ha constituido su antropología sobre esta idea.

    De hecho, una cosa es cierta. Hay una noche a cuyo abandono no llega ninguna voz; hay una puerta que podemos atravesar sólo en soledad: la puerta de la muerte. La muerte es la soledad por antonomasia. Pero aquella soledad en la cual el amor no puede penetrar es el infierno. Con esto nos situamos de nuevo en nuestro punto de partida. Cristo ha atravesado la puerta de nuestra última soledad; en su Pasión ha entrado en el abismo de nuestro ser abandonado. Allí donde no se puede escuchar ninguna voz, allí está Él. De este modo, el infierno está superado; o mejor: la muerte, que antes era el infierno, ya no lo es más. Ambas cosas no son ya lo mismo, porque en el corazón de la muerte está la vida, porque el amor habita en su corazón. El infierno es, o una clausura voluntaria o, como dice la Biblia, la segunda muerte.

Joseph Ratzinger en Alfa y Omega

PARA NUESTROS ENCUENTROS FORMATIVOS

Mirar sin ver

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Alejandro Jodorowsky, La sabiduría de los cuentos, p. 15 - Jueves 07 de Enero del 2010

Mirar sin ver


        Hasán, hombre rico y poderoso, abandonó su fortuna y su rango para estudiar con el maestro Abdul Efendi. El maestro decidió darle cuanto antes una pequeña lección. Le llamó y le dijo: “Ve al mercado y tráenos diez kilos de entrañas de cordero sobre tus espaldas.”
         Hasán lo hizo, quedó manchado con la carga y hubo pasar por toda la ciudad de esa guisa. Como era conocido le dio mucha vergüenza y pasó un verdadero suplicio al mirar y verse mirado por cada persona. 
      Cuando llegó, el maestro le ordenó que fuera sin cambiarse de ropa a pedir un caldero prestado para hacer sopa con todo lo que había traído. Otra vez hubo de atravesar la ciudad con el mismo apuro de antes. Cuando volvió, el maestro le ordenó que se lavase y se pusiese ropa limpia.
     Entonces le dijo: “Ahora vuelve por el camino que has recorrido dos veces, y pregunta a los transeúntes si han visto a un hombre cargado con entrañas de cordero o con un caldero.”
     Él fue y repitió la pregunta a todos los que encontró, pero todos le contestaron negativamente. Nadie se había fijado en tal hombre, y nadie lo había reconocido. 

     Así se lo refirió al maestro, y este le dijo: “Como ves, nadie te ha visto. Es decir, que te han visto sin verte. Nadie te ha reconocido. Eras tú quien proyectabas tu mirada sobre los demás. Aprende a ser lo que eres, a no proyectar tus miedos, y a reírte alegremente de los demás.”
 
    (Alejandro Jodorowsky, La sabiduría de los cuentos, p. 15)

Enfermera, concejala... y monja

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Diario de Navarra, El Mundo - Martes 01 de Febrero del 2011

 
María Teresa Martínez Vallvey, vecina de Pamplona de 35 años,. "Renuncié el mismo día en que tomé posesión del puesto", comenta alegre. También ha dejado su acta de concejal por UPN en el Ayuntamiento de Berrioplano y, en breve, se despedirá de su familia y amigos para comenzar una nueva etapa en su vida. "A mí no se me apareció ningún ángel para alertarme. Lo cuenta I.M.M. en Diario de NavarraMi vacío interior era cada vez mayor", relata sobre su decisión: convertirse en monja de la Congegación de la Madre Teresa de Calcuta, las Misioneras de la Caridad.
 
Tiene 35 años. Y dice que no será duro. «Me ha tocado la lotería. Lo dejo todo. Familia, trabajo, casa, amigos... Pero para mí todo es nada», asegura, sonriente. «Cuando te toca la lotería no te da pena dejar tu casita pequeña porque te vas a vivir a un chalé».
Nacida en Bilbao, pero en Pamplona desde 1989, ella es la pequeña de 9 hermanos. Estudió enfermería en la Universidad de Navarra y, hasta la fecha, desempeñaba su trabajo como enfermera en el Hospital de Navarra. Durante esta legislatura ha sido concejal de UPN en Berrioplano. "Entré en política porque sabía que había recibido de la sociedad formación, y quería transmitirlo de alguna manera. Pero no es mi camino", comenta.
"Siempre he intuido que estaba puesta por Dios para algo. Él nos preguntará al final que hemos hecho con nuestra vida. Y yo tenía un vacío, a pesar de tener todo lo que una persona puede tener", comenta mientras recuerda los últimos tres años, en los que se ha fraguado, poco a poco, su decisión definitiva.
"Para mí la fe siempre ha estado ahí, pero en distintos niveles de importancia en mi vida en función de los años. Hace tres años empecé a rezar más. Me gusta mucho esa frase de Santa Teresa en la que se dice que para un cristiano que no haga oración ni 15 minutos al día no necesita ya demonio que le tiente", reflexiona.
En el verano de 2009, movida por una inquietud que le impulsaba a conocer el tercer mundo y la pobreza, llegó a la India, cerca de Calcuta. "Caí en shock. Lo duro no fue ver a la gente en la calle o la pobreza tan grande. Lo duro para mí fue el contraste de mi vida con lo que allí me encontré. Fui allí con otra médico y una farmacéutica y por la mañana ayudábamos en un asilo de gente necesitada en Predman y por la tarde en un lugar que creó la Madre Teresa en Kalighat, donde la gente va a morir", cuenta. En la India encontró lo que había echado de menos en su vida.
"Al volver a Pamplona, entristecí. Allá no había sentido una llamada especial a mi vocación y la dejé aparcada, junto a la tumba de la Madre Teresa de Calcuta. Le di muchas vueltas a todo y mi director espiritual me recomendó que lo dejara todo escrito, por si me servía en un futuro para conocer la llamada", rememora María Teresa Martínez.
Desde entonces, comenta, se dedicó a "cumplir el mensaje de la Madre Teresa" con su familia, con sus amigos o con los enfermos. "Pero, de verdad, nada me llenaba. El vacío que sentí era muy grande y no quería quedarme en verano en Pamplona. Sin embargo, se me cerraron todas las puertas de las ONG para poder acudir a algún lugar. Casualmente, a través de una amiga, pude acudir a Nápoles a colaborar en un campamento de niños con familias con problemas", expone sobre cómo dio otro paso hacia su decisión.
"En Nápoles me entró la paz y la alegría, las monjas que allí había me dieron envidia. Tras leer textos de la Madre Teresa a su vuelta a Pamplona decidió dar un paso más para disipar sus dudas y pasó 15 días en Madrid en un convento. "Ahora me encaja el puzzle de mi vida", relata mientras asegura que lo deja todo "para ser feliz". "A pesar de cambiar la comodidad de mi vida actual por otra que puede ser más un camino de espinas", señala.
 
Su deseo es ayudar a los demás. Sabe que eso lo puede hacer desde una ONG, o desde el Hospital de Navarra, donde trabajará hasta el 25 de noviembre; pero Martínez Vallvey busca dar un paso más: «Yo no sólo voy a hacer una labor social, sino a intentar que la gente conozca que Dios la quiere».
En enero marchará medio año al centro que la orden de las Misioneras de la Caridad tienen en Sabadell. Será su primer paso. Luego vendrá el noviciado en Roma y, por último, los votos. "Luego, donde toque", concluye.
La futura monja es muy consciente de que es una excepción en su generación. ¿Qué le diría a esa abrumadora masa de jóvenes que no comparten su fe?
«Que no se dejen engañar con falsos dioses. Tenemos que aprender a ser sinceros. Lo único que hacemos es parchear: con un viaje, con un trabajo... Somos avestruces, individualistas. Una conversación con un amigo es más importante que tener el último modelo de móvil. El ser humano tiene mucha más riqueza».

TALLER DE CONTEMPLACIÓN - UNA MEDITACIÓN PARA LA ADORACIÓN

Más allá del espejo

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Nicolás Caballero, cmf - Miércoles 30 de Enero del 2013
"¡Ay, gatito, qué bonito sería si pudiéramos penetrar en la casa del espejo! ¡Estoy segura que ha de tener la mar de cosas bellas! Juguemos a que existe alguna manera de atravesar el espejo; juguemos a que el cristal se hace blando como si fuera una gasa de forma que pudiéramos pasar a través".
Bajo la ingenuidad de un cuento subyace una honda aspiración de la persona. 
Cuento, filosofía, teología se entrelazan para trazar el mapa de nuestra nostalgia: ir más allá del espejo, ir más allá de las palabras, ir más allá de sí mismo ... y hasta más allá del tiempo. ¡Requiere explicación!
Pero en el fondo buscamos -cuando buscamos de verdad- ir más allá del tiempo para encontrar ese espacio -que no es espacio-, y ese tiempo -que no es tiempo- y que definen la naturaleza de nuestra propia alma espiritual.
Me gustó la anécdota:
"Bastami era uno de los más grandes sufíes de la India. Se proponía hacer una larga peregrinación hasta la Meca, cuando se encontró con un maestro espiritual que le preguntó: - ¿Por qué has de ir a la Meca?
- Para ver a Dios -repuso Bastami.
Con tono convincente y enérgico, el maestro ordenó: - Dame todo el dinero que lleves contigo para el viaje.
Bastami se lo entregó y el maestro se lo guardó en el bolsillo. Luego dijo: - ¿Qué hubieras hecho en la Meca? Hubieras dado siete vueltas alrededor de la piedra sa-grada. En lugar de eso, da ahora siete vueltas a mi alrededor. Bastami obedeció y rodeó al maestro por siete veces.
El maestro explicó: - Ahora sí que has conseguido lo que te proponías. Ya puedes partir con el ánimo sereno y satisfecho, si bien antes quiero decirte algo. Desde que la Meca fue construida, ni un solo minuto Dios ha morado allí. Pero desde que el corazón fue creado, ni un sólo instante Dios ha dejado de habitar en él. Ve a tu casa y medita. Viaja a tu corazón".
Al terminar de leer esta anécdota, cerré los ojos y me quedé sin el nombre de las cosas que, silenciosamente, me acompañaban. Quería, aunque fuera por unos instantes, estar conmigo, aunque, a mi manera ... , que aún no estoy maduro ... para estar a la manera de Dios ...

UNA PELÍCULA CRISTIANA - PARA VER.

El 14 de Junio se estrena "Un Dios prohibido"

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Contracorriente - Martes 04 de Junio del 2013
La película “Un Dios prohibido”, que narra la historia de los 51 beatos  mártires claretianos de Barbastro, dirigida por Pablo Moreno, será estrenada el próximo 14 de Junio en cines de todo el país.
El día 12 de Junio será la premier en Ciudad Rodrigo (Salamanca), lugar donde se rodó la película. A esta primera proyección fuera del circuito comercial asistirán, con invitación, personas que participaron como extras y colaboradores en la película. En esta primera proyección está prevista la presencia de algunos de los protagonistas, como Elena Furiase, Raúl Escudero, Javier Suarez y Emma Caballero.
El estreno oficial será el 14 de Junio en Barbastro (Huesca) y en una treintena de cines de todo el país. El estreno en Madrid será el día 16 de Junio en los cines Palafox.

Aunque la lista continuará aumentando en los próximos días, las localidades ya confirmadas donde se podrá ver la película desde el día 14 de Junio son:
- Ciudad Real (cines Las Vias)
- Ávila (cines Estrella), Palencia (cines Avenida)
- Valladolid (cine Roxy)
- Zamora (cines Valderaduey)
- Segovia (cines Luz de Castilla)
- Aranda de Duero (cines Victoria)
- Don Benito (cines Victoria)
- Barbastro (cine Cortes)
- Monzón (cine Victoria)
- Boltaña (Palacio de Congresos)
- Sariñena (El Molino)
- Mequinenza (Goya)
- Mollerussa (Urgell)
- Ciudad Rodrigo (Cine Juventud)
- Astorga (Cine Velasco)
- Peñaranda de Bracamonte (cine Calderón)
- Burgo de Osma (cine Palafox)
- Valencia (cines MN4)
- Toledo (Real cinema Olias)
- Talavera de la Reina (Cinebora)
- Soria (Cine Roma)
- Zaragoza (cine Aragonia, cine Palafox)
- Plasencia (Multicines Alkazar)
- Alcalá de Henares (cines Los cuadernillos)
- San Martín de Valdeiglesias (Madrid)
Además, el día 20 de Junio será proyectada en un evento de cine de verano de Villaviciosa de Odón (Madrid) con más de 700 butacas. Este listado se irá ampliando el los próximos días. Si algún cine está interesado en proyectar la película debe ponerse en contacto con PROYECFILM (www.proyecfilm.com)

“Un Dios prohibido” es una película en la que han participado más de 50 actores, entre principales y de reparto, así como más de 200 figurantes. Entre los actores se encuentran: Jesús Guzmán, Elena Furiase, Iñigo Etayo, Juan Alberto López, Jacobo Muñoz, Juan Rueda, José María Rueda, Gabriel Latorre, Juan Lombardero, Mauro Muñiz,  Ainhoa Aldeanondo,Alex Tormo, Guido Balzaretti y Jerónimo Salas. “Un Dios prohibido” es el proyecto más importante que ha sido asumido por Contracorriente Producciones, productora de Ciudad Rodrigo (Salamanca, España) que ya cuenta en su haber con otras películas como: ‘Talita kum’ y ‘Pablo de Tarso, el último viaje’. La presente película es el resultado de un acuerdo firmado entre los Misioneros Claretianos y Contracorriente Producciones. Para más información:www.undiosprohibido.com
Con motivo del estreno de la Película la editorial Publicaciones Claretianas ha reeditado uno de los libros más importantes que narran el martiriio de los 51 claretianos de Barbastro, titulado "Esta es nuestra sangre" y escrito por el ya fallecido misionero claretiano P. Gabriel Campo Villegas. Para más información: http://www.publicacionesclaretianas.c

HOMILIA DE ESTE DOMINGO 09 DE JUNIO 2013

HOMILIA  DE REFLEXIÓN

Presbítero Padre. Carmelo Hernández - Tenerife - España

El Emmanuel nos sale al encuentro en medio de un mundo de dolor

1Reyes, 17, 17-24; Sal. 29; Gál. 1, 11-19; Lc. 7, 11-17
Jesús es el Emmanuel anunciado por los profetas; Dios con nosotros que camina en medio de nosotros, que ha tomado nuestra misma vida y está a nuestro lado haciendo nuestro mismo camino. Cuando meditamos el misterio de la Encarnación de Dios muchas veces tenemos el peligro o la tentación de quedarnos en el hecho de la Navidad, y porque le vemos nacer niño en Belén en medio de aquella pobreza al pensar en el Dios encarnado fácilmente nos quedamos con esa imagen de Dios hecho niño en el portal de Belén.
Hemos de saberle ver en todas las situaciones de su vida, tal como nos lo narra el evangelio, pero verlo también en todas las situaciones de la vida por las que nosotros pasamos y donde tenemos que contemplarle también como el Emmanuel, el Dios que está con nosotros, a nuestro lado en cualquiera de esas situaciones que vivimos. Una lectura atenta del Evangelio nos hace ver y comprender cómo Jesús está en verdad en medio de los hombres, acercándose al hombre, cualquiera que sea la situación que vivamos. En todo momento El se acerca a nosotros como luz, como vida, como salvación, llenándonos de su gracia salvadora.
Es lo que hoy contemplamos en el evangelio. Jesús caminando de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, pasando de una a otra por todas las situaciones y circunstancias humanas. ‘Jesús de camino llega a una ciudad llamada Naim’ y ahí se va a encontrar con una situación bien dolorosa y donde se nos va a manifestar la vida que nos ofrece y todo su amor. Lo acompañaban los discípulos y mucho gentío, nos dice el evangelista. Se encuentra ‘cuando se acercaba a la entrada de la ciudad que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda; y un gentío considerable de la ciudad lo acompañaba’.
El impacto del encuentro de los que venían con Jesús con aquel cortejo y aquella multitud silenciosa que acompañaba al difunto que iban a enterrar y a su madre tenía que ser fuerte. Allí estaba el dolor y el sufrimiento que siempre se produce ante la muerte de alguien, en este caso joven; dolor y sufrimiento aumentado si cabe en aquella madre que ha perdido a su hijo único y se va a quedar sola y desamparada.
La situación de las viudas no era fácil en Israel en aquellos tiempos; veremos siempre que cuando se trata de socorrer a alguien que pasa necesidad se hablará de huérfanos y viudas. En este caso doblemente, podríamos decir, porque aquella madre viuda no tenía más hijo que el que había fallecido. Grande sería la soledad y el desamparo que la esperaba. Por eso podemos imaginar sin mucha equivocación el silencio impactante que envolvía a los que iban en aquel cortejo.
Y allí está Jesús. Jesús que nos sale al encuentro en la vida allí donde estamos con nuestros sufrimientos o  nuestra muerte. Sólo se oye el llanto doloroso de aquella madre a la que Jesús le dirá:‘No llores’. Y Jesús que se acerca al ataúd haciendo detenerse a los que lo llevaban. ‘¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!... y el muerto se incorporó y comenzó a hablar, entregándoselo Jesús a su madre’.
Ahora el silencio se rompe y como a coro todos ‘sobrecogidos daban gloria a Dios diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo’. Aquella gente sencilla sabe descubrir las obras maravillosas del Señor. ‘Dios ha visitado a su pueblo’, es el grito ahora y el clamor.Nos recuerda las bendiciones de Zacarías en el nacimiento de su hijo. ‘Bendito sea el Señor Dios de Israel porque ha visitado y ha redimido a su pueblo… por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos visitará el sol que nace de lo alto’. Es Dios que se está haciendo presente allí. Lo reconocen en Jesús y en sus obras, aunque más tarde otros quieran negarlo. Pero allí están los pequeños y los sencillos que son los que saben descubrir las obras de Dios, que son a los que Dios quiere revelarse.
Si los filósofos quieren definir al ser humano como homo patiens, el ser que sufre, que tiene la capacidad del sufrimiento, ahora podemos descubrir el rostro del Dios compasivo, del Dios que sufriendo con nosotros nos manifiesta su amor acercándose a nuestra vida y a nuestro mundo en esa situación de dolor y sufrimiento que podamos padecer. Compasivo que es ‘padecer con’; el Señor es compasivo con nosotros porque nuestro sufrimiento no le es ajeno; ante nuestro sufrimiento El nos manifiesta su ternura y su amor acercándose a nosotros, padeciendo con nosotros, haciendo suyos nuestros sufrimientos, derramando su gracia y su amor sobre nuestra vida.
Ahí le vemos en verdad Emmanuel, Dios con nosotros, sufriendo con nosotros y amándonos y regalándonos la ternura de su amor y de su vida en nuestro propio sufrimiento. El Evangelio de Lucas que estamos siguiendo en este ciclo C nos habla continuamente de esa misericordia y de esa ternura de Jesús con los pobres, los enfermos, los pecadores.
‘No llores’, le dice de entrada a aquella mujer que está envuelta en el dolor y sufrimiento de la muerte de su hijo con todo lo que ello significaba para su vida y lo que podría ser su futuro. Y nos dice el evangelista que Jesús sintió lástima, se conmovió, se le revolvieron sus entrañas, podríamos decir, y se manifestó en verdad compasivo de aquella mujer. Allí estaba a su lado Jesús con sus entrañas conmovidas, como cuando le vemos sufrir ante la tumba de Lázaro, su amigo, en que le brotan lágrimas de sus ojos, o como cuando lo vemos sufrir por su ciudad querida, Jerusalén, sabiendo todo lo que la va a destruir, llorando también por ella.
‘Dios ha visitado a su pueblo’. Dios se sigue haciendo presente en medio del sufrimiento de nuestro mundo. Dios no es ajeno al sufrimiento que padecemos los hombres. Recordamos lo que le decía a Moisés, allá en medio de la zarza ardiente, que ha escuchado el clamor de su pueblo y va a enviarle a Libertador para que lo libere. Dios ha escuchado el clamor de la humanidad sufriente y nos envió a su Hijo único porque así tan grande era su amor que nos lo entregaba. Dios sigue escuchando el clamor de su pueblo, de toda la humanidad y en nuestras manos está el hacer presente a Dios en medio de los hombres.
¿No nos estará pidiendo el Señor que a través de nuestra solidaridad y de nuestro amor, a través de nuestro compromiso serio por hacer que nuestro mundo sea más justo y viva en paz se manifieste ese rostro compasivo de Dios para todos los hombres? Tenemos que ser sembradores de paz y de esperanza; tenemos que seguir repartiendo amor entre los que nos rodean; con nuestros gestos de solidaridad al compartir con los demás tenemos que despertar esos sentimientos en cuantos nos rodean; hemos da aprender a poner los verdaderos cimientos de un mundo mejor y más justo que entre todos construyamos.
Mucho sufrimiento hay en nuestro derredor con los problemas que vive la gente de hoy. Tenemos que aprender como Jesús a acercarnos al lado del que sufre; tenemos que buscar la manera de detener esa carrera de muerte en la que viven tantos con la falsedad de sus vidas, con su trato injusto para con los demás, con esa violencia de la que hemos llenado nuestra vida en palabras, en gestos y muchos hechos muy concretos; tenemos que tender la mano como lo hizo Jesús con aquel muchacho que llevaban a enterrar porque con nuestra mano de solidaridad tendida podemos levantar a tantos de su postración y de su sufrimiento. Mostrando con sinceridad nuestro rostro compasivo estaremos mostrando el rostro compasivo y misericordioso de Dios.
Dios sigue siendo el Emmanuel, pero mucho de nosotros depende que el mundo crea y descubra ese rostro compasivo de Dios. Es el mensaje que quiere dejarnos hoy el Señor en su Palabra. ¿Qué respuesta le vamos a dar?