lunes, 31 de julio de 2023

NOVENA AL PADRE CELESTIAL (en preparación a su fiesta del 7 de agosto) - DÍA CUARTO

 Cuarto Día:

Bendito seas Señor, Padre que estás en los cielos, porque en tu infinita bondad, te has inclinado sobre la miseria del hombre. 

Te pedimos que mires hoy con ojos de misericordia, a tus hijos luteranos, nuestros hermanos, para que podamos olvidar las ofensas y errores mutuos que hemos cometido y que un día no lejano, conducido por María, Madre de Jesús,  te demos Padre, la alegría de nuestra unión.

Padre nuestro, Ave María, Gloria.

Se concluye rezando el Rosario corto al Padre Celestial

Empezar con el Credo, 1Padre, nuestro, 1 Ave María y 1 Gloria.

Luego en las 10 cuentas chicas se dice:

 +Padre mío y Dios mío

- Padre nuestro y Dios nuestro.

En las cuentas grandes se dice:  Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...

Y se sigue repitiendo de esta manera en las cinco decenas.

Al final se repite 3 veces: Padre Dios, dulce esperanza de nuestras almas, que seas conocido, alabado, amado, adorado y glorificado por todos los hombres en toda la tierra.

Padre Dulcísimo, tu sabes

Padre Dulcísimo, tu puedes

Padre Dulcísimo, tu ves

Padre Dulcísimo, ¡PROVEE!

NOVENA A JESÚS TRANSFIGURADO - DÍA CUARTO

 


Oración Inicial

     Jesús, Rey de sangre, de luz y de gloria, te suplicamos por la bondad infinita de tu corazón, que nos mires con ternura:

       Triunfa en las conciencias de los pecadores y en las almas de los justos.

        Purifica nuestros cuerpos y santifica nuestras almas.

    Corona nuestros anhelos y nuestros esfuerzos de santidad de Gracia glorificadora.

    Ayúdanos a buscar en tu Eucaristía el germen y la garantía de nuestra propia resurrección y glorificación.

    Para que, al cumplirse en nosotros tus designios salvadores, podamos glorificarte a ti, en vida, en muerte y eternidad.

    No mires nuestras faltas, sino sólo tu misericordia, y concédenos lo que con corazón humillado y confiado te pedimos (se pide la  gracia que se desea conseguir)

    Jesús Transfigurado que también todos los hombres te alaben y glorifiquen, ahora y por siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Meditación

Moisés y Elías se hicieron presentes al lado de Jesús Transfigurado.

En el Monte Tabor están los más grandes misterios: desde Moisés a Elías, desde la Organización del Pueblo de Dios hasta la segunda venida de Cristo. El Cielo y la Tierra, la muerte y la vida, el dolor y el gozo, las tinieblas y la luz: misterios de redención y glorificación.

Moisés, que en el Sinaí había penetrado dentro de la nube de la Gloria de Yahvé para escuchar su palabra y recibir el Código de la Ley; Moisés, el heroico adorador de la tremenda y amorosa majestad de Dios, está ahora presente en el Tabor.

Y Elías, que había recibido del Ángel un milagroso pan para su largo caminar, pan que era preanuncio de la Eucaristía; Elías, severo, justiciero, celoso de la gloria de Dios, arrebatado por un carro de fuego; Elías, que ha de volver a preparar de una manera inmediata la venida gloriosa de Cristo, también está en el Tabor.

Es que el misterio de la Transfiguración quiere abarcar el Antiguo y el Nuevo Testamento, y quiere proyectarse hasta la consumación de los siglos, hasta la última venida de Jesús.

Es importante la valorización de esta panorámica tan amplia.

La espiritualidad de la Transfiguración contempla la presencia de Moisés y Elías en el Tabor, como símbolos de transfigurados, (Moisés que entra en la nube, Elías que es arrebatado en un carro de fuego) y como modelos de fidelidad a la misión única que cada uno había recibido del Señor.

Así el Transfigurista expresará su devoción a Moisés y Elías con la imitación de su fidelidad y de su celo por la Gloria de Dios, con el cumplimiento heroico del Decálogo, y con la espera dinámica de la segunda venida de Cristo. De ser sacerdote y de serle posible, celebrará la Misa Votiva en su honor el 10 de julio (Elías) y el 2 de septiembre (Moisés).

 Oración Final

    ¡Oh Jesús Transfigurado! que en el resplandor de tu gloria conversaste con Moisés y Elías de tu Pasión y Muerte, ayúdanos a no separar nunca nuestros anhelos de gloria eterna de la cruz redentora, que abrazada con amor, nos hace posible llegar a la glorificación.

    ¡Padre Celestial! que en la Transfiguración de tu muy amado Hijo, nos exhortaste a escucharle, crea en nosotros un espíritu nuevo y una mayor docilidad para aceptar y vivir a Cristo y su doctrina de Amor, para que así alcancemos a participar de su gloria.

    Y tú ¡Oh Espíritu Santo! que en forma de nube luminosa también te hiciste presente en el Tabor, ilumina nuestro entendimiento e inflama nuestros corazones para que podamos entender y asimilar siempre mejor las enseñanzas y los ejemplos de Jesús, que con el Padre y contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.