viernes, 22 de octubre de 2010

HOMILIA Y MEDITACIÓN DEL DOMINGO 24 DE OCTUBRE 2010



Material de Reflexión y Meditación del Domingo, Enviado Por el Presbítero Padre Carmelo Hernández Desde Tenerife España.


Una liturgia no para quedarnos extasiados en su belleza sino para orar al Señor

Ecles. 15, 12-18; Sal. 33; 2Tim. 4, 6-8.16-18; Lc. 18, 9-14

‘Dos hombres subieron al templo a orar’
, comienza la parábola Jesús. Subieron al templo a orar ¿para la oración litúrgica que se oficiaba en el templo cada día junto con los sacrificios? ¿por devoción quizá se acercaron al templo a hacer su propia oración? Nos da pauta para variadas reflexiones ya el comienzo mismo de la parábola.

La parábola tenía su intencionalidad porque Jesús la decía por ‘algunos que teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás’. Con la conclusión que Jesús le da a la parábola también quiere decirnos cosas Jesús. ‘Éste – refiriéndose al publicano – bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido’.

El Señor acoge la oración del pobre y del humilde mientras que rechaza al que se vanagloria y desprecia a los demás. ‘Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha’, repetíamos en el salmo. ‘Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias porque el Señor está cerca de los atribulados y salva a los abatidos…’ seguimos meditando con el salmista. Dios mira más el corazón que las palabras que podamos pronunciar. Y se complace en el corazón de los humildes.

‘Dos hombres subieron al templo a orar…’ y qué distancias tan grandes había entre uno y otro. Comprendemos que no sólo es la distancia física en el hecho de que uno se pusiera delante de todos mientras el otro se quedó atrás mientras no se atrevía a levantar la cabeza. Es otra más fuerte y dura la distancia. La distancia que los orgullos quieren poner en derredor como temiendo mezclarse con los pobres y los humildes. La distancia que aísla y crea barreras cuando hay menosprecio en el corazón hacia los que están a nuestro lado.

Ya quizá podríamos hacernos preguntas sobre nuestra oración o nuestro estilo de orar. ¿A qué distancia estoy yo de los que me rodean cuando voy a la oración? ¿tendré barreras interpuestas ante los demás? Es cierto que nuestra oración en principio tiene que ser un acto personal que yo he de poner desde lo más hondo de mi corazón. Me estoy encontrando de forma muy personal con ese Dios que me ama y que lo siento vivo y presente allá en lo más hondo de mí mismo. Y esa oración, es cierto, será un tú a tú con el Señor, sin olvidar su inmensidad y su grandeza porque es el Señor, pero sintiéndome en su presencia e inundado de su amor, porque siempre es el Dios que me ama.

Sin embargo en la verdadera oración ni me puedo encerrar en mi mismo ni me puedo aislar con los demás. Es más, quizá tendría que decir que en la medida en que me siento más unido a Dios en mi oración necesariamente más unido me he de sentir con los demás. Y si a mi lado hay alguien que está en oración, aunque en ese momento no compartamos palabras ni intenciones, qué unión más hermosa tendría que haber en cuanto que los dos estamos unidos al mismo Dios y Padre que me ama y nos ama.

Claro que será más hermosa aún mi oración si además yo oro por los demás y oro con los demás. No voy sólo a pedir por mí o a tener mi encuentro de manera individual con el Señor sino que voy a sentir toda la hondura de la comunión que será con el Señor pero que tiene que ser también con los demás.

Pero aquí podríamos entrar en otro aspecto de la oración que es la oración comunitaria y litúrgica. Esa oración de los hermanos, de los miembros de la familia de los hijos de Dios y de los miembros del pueblo de Dios que juntos queremos, que juntos hemos de darle culto al Señor cantando nuestra alabanza y nuestra acción de gracias. Es la oración de la Iglesia que como comunidad hacemos, celebramos y expresamos en la liturgia.

Cuando decimos en la liturgia estamos diciendo cómo a través de unos signos comunes, de unos ritos litúrgicos comunes nos sentimos unidos en esa oración, en esa alabanza al Señor, en esa gloria que queremos cantar a Dios. Es la celebración de la Eucaristía y todos los sacramentos, es la celebración de toda la Iglesia, en la que vamos a sentir de manera especial esa presencia del Señor en medio nuestro. Porque además sabemos que en esos signos sacramentales se hace realmente presente Cristo en medio nuestro.

Acciones sagradas para nosotros que nos hacen sentir la presencia del Señor, signos vivos de la presencia de Dios y de su gracia; acciones con las que queremos dar culto al Señor, alabándole y bendiciéndole con todas las criaturas del cielo y de la tierra. Acciones sagradas que expresamos con unos signos y unos ritos litúrgicos que siempre tienen que ayudarnos a vivir ese encuentro vivo con el Señor en nuestra oración.

Yo me pregunto a mí mismo muchas veces al terminar una celebración litúrgica, ya sea la Eucaristía o cualquier otra celebración de la Iglesia, si en verdad he orado al Señor y si yo sacerdote que en nombre de la Iglesia estoy presidiendo aquella celebración habré ayudado de verdad a orar a los fieles que allí estamos congregados.

No nos podemos quedar extasiados en la belleza de los ritos litúrgicos, que tenemos también que saber admirar y valorar toda la belleza de la liturgia que en cierto modo nos eleva hasta la liturgia celestial; pero, perdónenme que lo diga así, tenemos que hacer que no sólo sea una celebración bonita y llena de belleza, por decirlo de alguna manera en expresiones humanas, sino una celebración viva en la que he orado, he tenido ese encuentro vivo con el Señor para orar, para escucharle y para presentarle también mi súplica, mi alabanza o mi acción de gracias. No hay participación verdadera si no hay auténtica oración. Tenemos que aprender a orar con la liturgia. Y ya no será sólo mi oración personal sino entonces también la oración de la comunidad.

Es la oración con la que con toda humildad me pongo ante el Señor, sintiéndome indigno como Isaías cuando contempló aquellas hermosas teofanías que nos describe en la profecía – ‘¡ay de mí! que soy un hombre de labios impuros’ -, o como aquel publicano que no hacía otra cosa que pedir al Señor que tuviera compasión de él. ‘Oh Dios, ten compasión de este pecador’. Pero será la oración de la que saldré lleno de Dios que es en fin de cuentas lo que nos quiere decir Jesús con las expresiones de la parábola de bajar justificado, lleno de la justicia y de la gracia de Dios.

Que así sea nuestra oración, que así sea la forma intensa viva de nuestras celebraciones sagradas, de toda la liturgia con la que queremos bendecir y alabar en todo momento al Señor.

‘Dos hombres subieron al templo a orar…’ Aquí estamos más de dos, esta pequeña comunidad, que hemos venido a nuestra oración y a nuestra celebración, ¿cómo está siendo hoy nuestra oración? ¿estaremos en verdad orando al Señor?

jueves, 21 de octubre de 2010

MILAGROS QUE NOS MUESTRAN LA PRESENCIA REAL DE J ESUS EN LA EUCARISTIA (4)


Todavía hay más Milagros Eucaristicos... este acaeció en Lourdes en 1999 ¡fijense en el video!

MILAGROS QUE NOS MUESTRAN LA PRESENCIA REAL DE JESUS EN LA EUCARISTIA (3)



Continuemos nuestra peregrinación por estos Santuarios donde se conservan estos impresionantes testimonios de la Presencia REAL de Jesús en la Eucaristía, el mismo Jesus que te espoera a ti y a mi en cada Sagrario de la tierra.

miércoles, 20 de octubre de 2010

MILAGROS QUE NOS MUESTRAN LA PRESENCIA REAL DE JESUS EN LA SANTISIMA EUCARISTIA (2)



Les presentamos la segunda parte de esta maravillosa peregrinacion de Bob y Penny Lord por los principales Santuarios donde se conservan estas manifestaciones que CONFIRMAN que JESUCRISTO está en CUERPO, SANGRE, ALMA Y DIVINIDAD en el Santisimo Sacramento del Altar.

martes, 19 de octubre de 2010

MILAGROS QUE NOS MUESTRAN LA PRESENCIA REAL DE JESUS EN LA EUCARISTIA



Comenzamos a ofrecerles una serie de videos que pueden buscar en You Tube donde podremos contemplar que la presencia de JESUS el Santisimo Sacramento es una realidad, y en donde EL se manifiesta con todo su PODER y MAJESTAD.
En este video podran ver algunos de los Milagros Eucaristicos ya historicamente comprobados y reconocidos por la Iglesia, entre ellos el de LANCIANO, en Italia. Contemplemos y adoremos.

ECOS DEL XXII FESTIVAL DEL PAPA

Con una gran concurrencia de público se realizó, como es ya una tradición el XXII Festival del Papa en la Escuela del Sector 21 de mayo. El lema de este año fue “Santo Padre: Chile con tu bendición, canta para seguir en misión”, en el marco de las celebraciones del Bicentenario y el espíritu de la Misión Continental.

La celebración del Bicentenario marcó esta versión con un nutrido numero de cuadros folclóricos tanto la jornada del sábado como del domingo, los Conjuntos “Tradiciones chilenas” y “Los Morenos de Aconcagua”, y la interprete de música ranchera Sra. Tania Ferrer fueron los números sobresalientes del día, junto con la notable participación de grupos de Catequesis de algunas comunidades del Sector Parroquial que se lucieron espléndidamente con bailes de nuestra tierra.

El día domingo, contó entre otros, con la participación del cantante evangelizador don Claudio Terrazas Vilches; el sr. Jorge Valenzuela (ganador del año pasado) con un variado repertorio popular, la sra. Erika Gutiérrez del sector de Tabolango (no vidente) encantó al público con su cantar ranchero; el grupo de Catequistas con un sketch musical titulado “La Familia”, el joven mago Felipe Pérez sacaron aplausos y risas de todos.

En la competencia resulto ganador el tema “Carta del Apóstol San Pablo a los cristianos chilenos”, del destacado cantautor local don Miguel Aníbal Cádiz Fuentes, el segundo lugar recayó en el sr. Cristian Contreras Leyton y el tercer lugar, la Sra. Eva Soza de Tabolango.

Con la bendición de Jesús Sacramentado culminó esta significativa versión de este evento religioso-cultural que como cada año se realiza con mucho esfuerzo a impulsos del Párroco de Rinconada de Silva, Padre Juan Cortés Malbrán y un grupo de fieles y esperamos siga manteniéndose en el tiempo en nuestro valle, como una manifestación de fe y amor a la Iglesia y al Vicario de Cristo, el Papa.

lunes, 18 de octubre de 2010

MISAS DE SANACION EN RINCONADA DE SILVA Y SAN FELIPE


El Padre Sergio Rojas, de la Diocesis de Valparaíso, junto a algunos integrantes del Centro Católico de Oración que el dirige, vendrá, Dios mediante, por segunda vez consecutiva a la Parroquia de Rinconada de Silva entre el 26 y 29 de octubre, celebrando Misas de Sanacion tanto en el Sector Parroquial como en San Felipe.
PROGRAMA:
Martes 26 de octubre, a las 19:00 hrs. en la Capilla de Calle Ortiz, en Quebrada Herrera
Jueves 28 de octubre, a las 19:30 hrs. en la S.I. Catedral de San Felipe
Viernes 29 de octubre, a las 18:00 hrs., en la Iglesia Parroquial de Rinconada de Silva (en lugar del habitual Taller de Oracion).
Hay que llegar puntualmente y con disposicion de participar en toda la Misa.
NO DEJEMOS PASAR ESTA MARAVILLOSA OPORTUNIDAD DE ENCONTRARNOS CON JESUS QUE NOS QUIERE SANAR DE TODAS NUESTRAS HERIDAS Y DOLENCIAS.

sábado, 16 de octubre de 2010

ESPERANDO EL XXII FESTIVAL DEL PAPA



Mientras esperamos el inicio del Primer dia del XXII Festival del Papa, adoremos a Jesus Sacramentado junto a S.S. Benedicto XVI y al gran Placido Domingo que interpreta Panis Angelicus

miércoles, 13 de octubre de 2010

TODOS AL XXII FESTIVAL DEL PAPA

El 16 y 17 de Octubre estamos todos invitados al XXII FESTIVAL DEL PAPA. El Lema de este año es: "SANTO PADRE: CHILE CON TU BENDICION, CANTA PARA SEGUIR EN MISION".
Como cada año el Festival se realiza en la Escuela del Sector 21 de Mayo, cruzando el puente camino de San Felipe a Putaendo.
Habrá Grupos folcloricos, grupos de catequesis, cantar de evangelizacion, musica ranchera, etc. El valor de la entrada es $500 (adultos) $200 (niños) (Bueno, bonito y barato este encuentro cultural con el Señor, por ver las "estrellas" se paga más caro). Tambien hay cosas ricas para consumir para la hora en que "baja el hambre" y una rifa el domingo.
Si no tienes panorama para este fin de semana, no puedes faltar. El sabado 16 comienza a las 16:00 con la Santa Misa, y el dia domingo 17 comienza a las 15:00 hrs.

sábado, 9 de octubre de 2010

HOMILIA DEL DOMINGO 10 de Octubre 2010.



Material de Reflexión Enviado Desde Tenerife España - Por el Presbítero Padre Carmelo Hernández.

Gratitud Como Correspondencia a la Gratuidad
2Reyes 5, 14-17; Sal. 97; 2Tim. 2, 8-13; Lc. 17, 11-19.


‘Niño, se dice gracias’, nos enseñaron desde pequeños como norma de urbanidad y buena conducta. Es de corazón noble ser agradecidos, solemos decir también. Pero, en verdad, ¿sabremos ser agradecidos en la vida? Pienso que la gratitud es como una correspondencia a la gratuidad de lo recibido. Sentimos la admiración por lo que nos han ofrecido de forma gratuita y surgirá el agradecimiento. Claro que hoy en la vida parece que nos moviéramos más por actitudes de exigencias, reclamaciones y derechos que desde posturas de gratuidad, admiración y gratitud. A todo tenemos derecho, todo nos lo tienen que hacer o dar, y si no lo hacen ya estoy haciendo mis reclamaciones.
Nos falta esa actitud de la gratitud y agradecimiento porque muchas veces nuestras relaciones las tenemos demasiado desde parámetros mercantilistas. No le hago nada, no le regalo nada, porque él tampoco me ha regalado a mí, tampoco hace por mí. Y cuando vivimos esas posturas de exigencias y reclamos de derechos, no seremos capaces - hemos perdido la capacidad - de la admiración ante lo recibido y en consecuencia del agradecimiento. Si no llegamos a ser capaces de admirarnos ante lo gratuito que se nos ofrece nos costará hacer surgir esa actitud de agradecimiento por lo que hemos recibido.
Creo que es en lo que nos quiere hacer reflexionar la Palabra de Dios que hoy hemos escuchado. Por una parte lo que nos narra de Naamán, el sirio, curado de su lepra en el río Jordán en tiempos del profeta Eliseo y por otra parte la curación de los diez leprosos de lo que nos habla el evangelio con la vuelta de un solo leproso curado a dar gracias y alabar a Dios por los beneficios recibidos.
El texto que se nos ofrece del libro de los Reyes es corto en su relato, pero viendo todo su contexto creo que nos puede iluminar mucho. En principio Naamán no había querido realizar lo que le pedía el profeta que era bañarse en el Jordán para poder curarse; le parecía que era algo demasiado simple; siempre buscando cosas grandiosas para no ver dónde está la maravilla de la acción del Señor que se nos puede manifestar en lo más sencillo.
Sólo al cambiar Naamán su actitud de orgullo y exigencia por la humildad de aceptar lo pequeño y sencillo que le pedía el profeta, es cuando fue capaz de recibir y descubrir la gracia que Dios obraba sobre él de forma gratuita, será entonces cuando pasará a una actitud de gratitud y de fe verdadera. Descubrió esa acción de Dios en su vida desde la humildad de cambiar su corazón, y descubriría, entonces, la verdadera salvación que Dios le ofrecía. Hemos visto los gestos con los que quiere expresar luego esa acción de gracias a Dios queriendo vivir la auténtica fe en el único Dios verdadero.
El evangelio, por su parte, nos ha hablado de aquellos diez leprosos que se encuentran con Jesús en el camino. Desde lejos le suplican: ‘Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros’. El corazón misericordioso de Cristo siempre escucha el clamor de los que sufren y por eso les envía a presentarse a los sacerdotes para cumplir con los requisitos necesarios para poderse incorporar curados a sus familias y a la vida de la comunidad. ‘Id a presentaros a los sacerdotes’, les dice Jesús. ‘Y mientras iban de camino quedaron limpios’.
Pero ya hemos escuchado cómo uno se vuelve al verse curado para acudir hasta Jesús ‘alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús dándole gracias’. Y ahí están las palabras de Jesús, como una queja por una parte porque sólo había vuelto ‘aquel extranjero para dar gloria a Dios’, pero por otra parte para alabar la fe de aquel hombre que le ha llevado a la auténtica salvación. Había sido capaz de reconocer las maravillas del Señor que así obraba en él generosamente, gratuitamente, y había venido a dar gracias. Se estaba obrando la verdadera salvación en el corazón del hombre que había visto a Dios en su vida.
Ante Dios, ¿cuáles son nuestras actitudes y posturas? Es cierto que como aquellos leprosos desde nuestro corazón pobre y roto acudimos a Dios en búsqueda de su auxilio, de su gracia. Pero quizá tenemos que preguntarnos cómo es nuestra oración y nuestra relación con Dios.
Quizá demasiado influenciados por este mundo mercantilista en el que vivimos en que no siempre nos es fácil descubrir la gratuidad, este mundo nuestro donde todo se compra o se vende, donde todo se paga o se cobra, podíamos tener el peligro de ir con unas actitudes semejantes a Dios. Unas actitudes que hemos de saber purificar. Cuánto le prometemos a Dios para que nos escuche. Es esa religiosidad de las promesas que tan metida llevamos dentro de nosotros, o si acaso ofrecemos de antemano algo a Dios es como para congraciarnos con El para que nos escuche y atienda. Perdonen la expresión pero de antemano le hacemos el regalito a Dios. ¿No tendría que ser otra la forma de dirigirnos a Dios, de relacionarnos con El, de ser capaces de ver la acción de Dios en nosotros?
Hoy nos ha dicho el Señor en la carta de Pablo a Timoteo. ‘Haz memoria de Jesucristo, el Señor, resucitado de entre los muertos… éste ha sido mi evangelio… la salvación lograda por Cristo Jesús con la gloria eterna…’ ¿Qué significa esta memoria que hacemos de Jesús y de la salvación que nos ofrece? ¿No significa el regalo más grande de Dios que podamos recibir? Sí, he dicho regalo; solemos decir gracia, y ¿qué significa esa palabra gracia sino algo gratuito? Es el regalo de Dios, la gracia que Dios nos ofrece.
¿Sabremos ser agradecidos de verdad a ese regalo, a esa gracia, como decimos, de Dios? Y no es ya lo que nos sucede tantas veces con las promesas que después de recibido el favor fácilmente las olvidamos. El tema está en que no sabemos dar gracias a Dios por tanto que de El hemos recibido en Cristo Jesús y la salvación que nos regala. ¿No tendríamos que detenernos más a considerar toda esa maravilla que Dios continuamente está obrando en nosotros? Decíamos al principio que desde una postura de admiración ante lo gratuito surgirá más fácil nuestra gratitud, nuestra acción de gracias.
Es lo que tenemos que saber hacer. Es por eso por lo que me gusta a mi recordar continuamente ese amor de Dios Padre. Nos puede parecer una repetición el recordarlo una y otra vez, pero nos es bien necesario para que surja mejor nuestra alabanza y nuestra acción de gracias a Dios.
¿A qué nos reunimos cada domingo en asamblea eucarística los cristianos? Ya lo dice la palabra, para celebrar la Eucaristía, para celebrar nuestra acción de gracias a Dios. Eso es Eucaristía, acción de gracias. Hacemos memorial de la Pascua del Señor en la muerte y la resurrección de Cristo y damos gracias. Fijémonos que todo el meollo de nuestra celebración de la Eucaristía es acción de gracias. La gran oración es la plegaria eucarística que comienza en su introducción, en el prefacio, con una invitación a la acción de gracias. ‘En verdad es justo y necesario darte gracias siempre y en todo lugar… te damos gracias porque nos haces dignos de estar en tu presencia…’
Y hacemos memoria de su muerte, su resurrección y su ascensión gloriosa, recordamos y hacemos presente la Cena Pascual en que se nos da como comida y como bebida de salvación y al tiempo que tenemos presente y pedimos por toda la Iglesia queremos alabar al Señor con toda la Iglesia del cielo, cantando eternamente las alabanzas del Señor. Y la Eucaristía está recogiendo toda nuestra vida, lo que somos y las maravillas que el Señor ha hecho en nosotros.
Que toda nuestra vida sea acción de gracias al Señor.

viernes, 8 de octubre de 2010

LA VIRGEN DEL CARMEN MISIONERA ESTUVO EN RINCONADA DE SILVA




El martes 5 de octubre, la imagen misionera de Nuestra Señora del Carmen (bendecida por el Santo Padre Benedicto XVI) junto al Evangelio del Chile, visitó la Parroquia de Rinconada de Silva.


LLegó a las 10.30 hrs., a la Capilla de Quillotanas, proveniente de la Parroquia de Putaendo. Al llegar a Rinconada de Silva por la calle Centenario, fue llevada en Procesion, escoltada por los Servidores de la Virgen del Carmen, la Banda del Liceo y un gran numero de fieles hasta la plaza de Rinconada, donde se celebró una Misa, con participacion de representantes de la Junta de Vecinos, Clubes del Adulto Mayor, Clubes Deportivos y del Liceo.


Posteriormente se traslado hasta el Cuartel del Cuerpo de Bomberos del Sector 21 de Mayo, donde las Comunidades del Sector Quebrada Herrera, tambien tributaron su homenaje a la Reina de Chile. Concluido este homenaje, se traslado la imagen hasta el Santuario de Jesus Misericordioso en Punta del Olivo, para trasladarse luego a la Parroquia de Andacollo en San Felipe.


lunes, 4 de octubre de 2010

EL CÁNTICO DE LAS CRIATURAS - San Francisco de Asis

HOY 04 de Octubre - RECORDAMOS A SAN FRANCISCO DE ASIS.


San Francisco de Asís. Año 1226.

Dicen que a San Francisco de Asís lo declaró santo el pueblo, antes de que el Sumo Pontífice le concediera ese honor, y que si se hace una votación entre los cristianos (aún entre los protestantes) todos están de acuerdo en declarar que es un verdadero santo. Todos, aun los no católicos, lo quieren y lo estiman.A San Francisco de Asís lo quieren los pobres, porque él se dedicó a vivir en total pobreza, pero con gran alegría.

A San Francisco de Asís lo estiman los ecologistas porque él fue el amigo de las aves, de los peces, de las flores, del agua, del sol, de la luna y de la madre tierra.Nació en Asís (Italia) en 1182.Su madre se llamaba Pica y fue sumamente estimada por él durante toda su vida. Su padre era Pedro Bernardone, un hombre muy admirador y amigo de Francia, por la cual le puso el nombre de Francisco, que significa: "el pequeño francesito".Cuando joven a Francisco que le agradaba era asistir a fiestas, paseos y reuniones con mucha música. Su padre tenía uno de los mejores almacenes de ropa en la ciudad, y al muchacho le sobraba el dinero. Los negocios y el estudio no le llamaban la atención.

Pero tenía la cualidad de no negar un favor o una ayuda a un pobre siempre que pudiera hacerlo.Tenía veinte años cuando hubo una guerra entre Asís y la ciudad de Perugia. Francisco salió a combatir por su ciudad, y cayó prisionero de los enemigos. La prisión duró un año, tiempo que él aprovechó para meditar y pensar seriamente en la vida.Al salir de la prisión se incorporó otra vez en el ejército de su ciudad, y se fue a combatir a los enemigos. Se compró una armadura sumamente elegante y el mejor caballo que encontró.

Pero por el camino se le presentó un pobre militar que no tenía con qué comprar armadura ni caballería, y Francisco, conmovido, le regaló todo su lujoso equipo militar. Esa noche en sueños sintió que le presentaban en cambio de lo que él había obsequiado, unas armaduras mejores para enfrentarse a los enemigos del espíritu.Francisco no llegó al campo de batalla porque se enfermó y en plena enfermedad oyó que una voz del cielo le decía: "¿Por qué dedicarse a servir a los jornaleros, en vez de consagrarse a servir al Jefe Supremo de todos?". Entonces se volvió a su ciudad, pero ya no a divertirse y parrandear sino a meditar en serio acerca de su futuro.La gente al verlo tan silencioso y meditabundo comentaba que Francisco probablemente estaba enamorado.

Él comentaba: "Sí, estoy enamorado y es de la novia más fiel y más pura y santificadora que existe". Los demás no sabían de quién se trataba, pero él sí sabía muy bien que se estaba enamorando de la pobreza, o sea de una manera de vivir que fuera lo más parecida posible al modo totalmente pobre como vivió Jesús. Y se fue convenciendo de que debía vender todos sus bienes y darlos a los pobres.Paseando un día por el campo encontró a un leproso lleno de llagas y sintió un gran asco hacia él. Pero sintió también una inspiración divina que le decía que si no obramos contra nuestros instintos nunca seremos santos.

Entonces se acercó al leproso, y venciendo la espantosa repugnancia que sentía, le besó las llagas. Desde que hizo ese acto heroico logró conseguir de Dios una gran fuerza para dominar sus instintos y poder sacrificarse siempre a favor de los demás. Desde aquel día empezó a visitar a los enfermos en los hospitales y a los pobres. Y les regalaba cuanto llevaba consigo.Un día, rezando ante un crucifijo en la iglesia de San Damián, le pareció oír que Cristo le decía tres veces: "Francisco, tienes que reparar mi casa, porque está en ruinas".

Él creyó que Jesús le mandaba arreglar las paredes de la iglesia de San Damián, que estaban muy deterioradas, y se fue a su casa y vendió su caballo y una buena cantidad de telas del almacén de su padre y le trajo dinero al Padre Capellán de San Damián, pidiéndole que lo dejara quedarse allí ayudándole a reparar esa construcción que estaba en ruinas. El sacerdote le dijo que le aceptaba el quedarse allí, pero que el dinero no se lo aceptaba (le tenía temor a la dura reacción que iba a tener su padre, Pedro Bernardone) Francisco dejó el dinero en una ventana, y al saber que su padre enfurecido venía a castigarlo, se escondió prudentemente.Pedro Bernardone demandó a su hijo Francisco ante el obispo declarando que lo desheredaba y que tenía que devolverle el dinero conseguido con las telas que había vendido. El prelado devolvió el dinero al airado papá, y Francisco, despojándose de su camisa, de su saco y de su manto, los entregó a su padre diciéndole: "Hasta ahora he sido el hijo de Pedro Bernardone. De hoy en adelante podré decir: Padrenuestro que estás en los cielos".

El Sr. Obispo le regaló el vestido de uno de sus trabajadores del campo: una sencilla túnica, de tela ordinaria, amarrada en la cintura con un cordón. Francisco trazó una cruz con tiza, sobre su nueva túnica, y con ésta vestirá y pasará el resto de su vida. Ese será el hábito de sus religiosos después: el vestido de un campesino pobre, de un sencillo obrero.Se fue por los campos orando y cantando. Unos guerrilleros lo encontraron y le dijeron: "¿Usted quién es? – Él respondió: - Yo soy el heraldo o mensajero del gran Rey". Los otros no entendieron qué les quería decir con esto y en cambio de su respuesta le dieron una paliza. Él siguió lo mismo de contento, cantando y rezando a Dios.

Después volvió a Asís a dedicarse a levantar y reconstruir la iglesita de San Damián. Y para ello empezó a recorrer las calles pidiendo limosna. La gente que antes lo había visto rico y elegante y ahora lo encontraba pidiendo limosna y vestido tan pobremente, se burlaba de él. Pero consiguió con qué reconstruir el pequeño templo.La Porciúncula. Este nombre es queridísimo para los franciscanos de todo el mundo, porque en la capilla llamada así fue donde Fracisco empezó su comunidad. Porciúncula significa "pequeño terreno". Era una finquita chiquita con una capillita en ruinas. Estaba a 4 kilómetros de Asís. Los padres Benedictinos le dieron permiso de irse a vivir allá, y a nuestro santo le agradaba el sitio por lo pacífico y solitario y porque la capilla estaba dedicada a la Sma. Virgen.En la misa de la fiesta del apóstol San Matías, el cielo le mostró lo que esperaba de él. Y fue por medio del evangelio de ese día, que es el programa que Cristo dio a sus apóstoles cuando los envió a predicar.

Dice así: "Vayan a proclamar que el Reino de los cielos está cerca. No lleven dinero ni sandalias, ni doble vestido para cambiarse. Gratis han recibido, den también gratuitamente". Francisco tomó esto a la letra y se propuso dedicarse al apostolado, pero en medio de la pobreza más estricta.Cuenta San Buenaventura que se encontró con el santo un hombre a quien un cáncer le había desfigurado horriblemente la cara. El otro intentó arrodillarse a sus pies, pero Francisco se lo impidió y le dio un beso en la cara, y el enfermo quedó instantáneamente curado. Y la gente decía: "No se sabe qué admirar más, si el beso o el milagro".

El primero que se le unió en su vida de apostolado fue Bernardo de Quintavalle, un rico comerciante de Asís, el cual invitaba con frecuencia a Francisco a su casa y por la noche se hacía el dormido y veía que el santo se levantaba y empleaba muchas horas dedicado a la oración repitiendo: "mi Dios y mi todo". Le pidió que lo admitiera como su discípulo, vendió todos sus bienes y los dio a los pobres y se fue a acompañarlo a la Porciúncula. El segundo compañero fue Pedro de Cattaneo, canónigo de la catedral de Asís. El tercero, fue Fray Gil, célebre por su sencillez.Cuando ya Francisco tenía 12 compañeros se fueron a Roma a pedirle al Papa que aprobara su comunidad. Viajaron a pie, cantando y rezando, llenos de felicidad, y viviendo de las limosnas que la gente les daba.En Roma no querían aprobar esta comunidad porque les parecía demasiado rígida en cuanto a pobreza, pero al fin un cardenal dijo: "No les podemos prohibir que vivan como lo mandó Cristo en el evangelio".

Recibieron la aprobación, y se volvieron a Asís a vivir en pobreza, en oración, en santa alegría y gran fraternidad, junto a la iglesia de la Porciúncula.Dicen que Inocencio III vio en sueños que la Iglesia de Roma estaba a punto de derrumbarse y que aparecían dos hombres a ponerle el hombro e impedir que se derrumbara. El uno era San Francisco, fundador de los franciscanos, y el otro, Santo Domingo, fundador de los dominicos. Desde entonces el Papa se propuso aprobar estas comunidades.A Francisco lo atacaban a veces terribles tentaciones impuras. Para vencer las pasiones de su cuerpo, tuvo alguna vez que revolcarse entre espinas.

Él podía repetir lo del santo antiguo: "trato duramente a mi cuerpo, porque él trata muy duramente a mi alma".Clara, una joven muy santa de Asís, se entusiasmó por esa vida de pobreza, oración y santa alegría que llevaban los seguidores de Francisco, y abandonando su familia huyó a hacerse moja según su sabia dirección. Con santa Clara fundó él las hermanas clarisas, que tienen hoy conventos en todo el mundo.Francisco tenía la rara cualidad de hacerse querer de los animales. Las golondrinas le seguían en bandadas y formaban una cruz, por encima de donde él predicaba. Cuando estaba solo en el monte una mirla venía a despertarlo con su canto cuando era la hora de la oración de la medianoche. Pero si el santo estaba enfermo, el animalillo no lo despertaba. Un conejito lo siguió por algún tiempo, con gran cariño.Dicen que un lobo feroz le obedeció cuando el santo le pidió que dejara de atacar a la gente.

Francisco se retiró por 40 días al Monte Alvernia a meditar, y tanto pensó en las heridas de Cristo, que a él también se le formaron las mismas heridas en las manos, en los pies y en el costado.Los seguidores de San Francisco llegaron a ser tan numerosos, que en el año 1219, en una reunión general llamado "El Capítulo de las esteras", se reunieron en Asís más de cinco mil franciscanos. Al santo le emocionaba mucho ver que en todas partes aparecían vocaciones y que de las más diversas regiones le pedían que les enviara sus discípulos tan fervorosos a que predicaran. Él les insistía en que amaran muchísimo a Jesucristo y a la Santa Iglesia Católica, y que vivieran con el mayor desprendimiento posible hacia los bienes materiales, y no se cansaba de recomendarles que cumplieran lo más exactamente posible todo lo que manda el santo evangelio.Dispuso ir a Egipto a evangelizar al sultán y a los mahometanos. Pero ni el jefe musulmán ni sus fanáticos seguidores quisieron aceptar sus mensajes.

Entonces se fue a Tierra Santa a visitar en devota peregrinación los Santos Lugares donde Jesús nació, vivió y murió: Belén, Nazaret, Jerusalén, etc. En recuerdo de esta piadosa visita suya los franciscanos están encargados desde hace siglos de custodiar los Santos Lugares de Tierra Santa.Por no cuidarse bien de las calientísimas arenas del desierto de Egipto se enfermó de los ojos y cuando murió estaba casi completamente ciego. Un sufrimiento más que el Señor le permitía para que ganara más premios para el cielo.San Francisco de Asís, que era un verdadero poeta y le encantaba recorrer los campos cantando bellas canciones, compuso un himno a las criaturas, en el cual alaba a Dios por el sol, y la luna, la tierra y las estrellas, el fuego y el viento, el agua y la vegetación. "Alabado sea mi Señor por el hermano sol y la madre tierra, y por los que saben perdonar", etc. Le agradaba mucho cantarlo y hacerlo aprender a los demás y poco antes de morir hizo que sus amigos lo cantaran en su presencia. Su saludo era "Paz y bien".Cuando sólo tenía 44 años sintió que le llegaba la hora de partir a la eternidad. Dejaba fundada la comunidad de Franciscanos, y la de hermanas Clarisas. Con esto contribuyó enormemente a enfervorizar la Iglesia Católica y a extender la religión de Cristo por todos los países del mundo. Los seguidores de San Francisco (franciscanos, capuchinos, clarisas, etc.) son el grupo religioso más numeroso que existe en la Iglesia Católica.

El 3 de octubre de 1226, acostado en el duro suelo, cubierto con un hábito que le habían prestado de limosna, y pidiendo a sus seguidores que se amen siempre como Cristo los ha amado, murió como había vivido: lleno de alegría, de paz y de amor a Dios.Cuando apenas habían transcurrido dos años después de su muerte, el Sumo Pontífice lo declaró santo y en todos los países de la tierra se venera y se admira a este hombre sencillo y bueno que pasó por el mundo enseñando a amar la naturaleza y a vivir desprendido de los bienes materiales y enamorados de nuestra buen Dios. Fue San Francisco de Asís quien popularizó la costumbre de hacer pesebres para Navidad.San Francisco de Asís: pídele a Jesús que lo amemos tan intensamente como lo lograste amar tú."El Amor no es amado" (San Francisco).

HOMILIA DOMINGO 03 de Octubre 2010



Material de Apoyo Litúrgico Para los Cristianos. Enviado desde Tenerife España, por Nuestro Hermano y Amigo Sacerdote. Presbítero Padre Carmelo Hernández.


Señor, Auméntanos la Fe.
Habacuc, 1, 2-3; 2, 2-4; Sal. 94; 2Tim. 1, 6-8.13-14; Lc. 17, 5-10.


‘Auméntanos la fe’, le pidieron los apóstoles a Jesús. Señor, auméntanos la fe, le pedimos nosotros también. Lo necesitamos.


¿Por qué le pedirían los apóstoles a Jesús que les aumentara la fe? Ellos estaban con El y lo acompañaban por todas partes, escuchaban directamente de sus labios sus palabras, eran testigos de sus milagros.


Pero quizá se daban cuenta de que todo aquello de que les hablaba Jesús les sobrepasaba. Se entusiasmaban por seguirle, pero al mismo tiempo caían en la cuenta de sus exigencias. La meta que Jesús les proponía era alta y necesitaban un buen espíritu para alcanzarla, como el atleta que necesita de un entrenamiento y un fortalecimiento de sus músculos para alcanzar la corona de la victoria en la carrera. Quizá podían ir vislumbrando con lo que Jesús les proponía que en muchas cosas tenían que nadar a contracorriente y se iban a quedar solos frente al rechazo de tantos. O quizá lo que Jesús les anunciaba de lo que iba a suceder en su subida a Jerusalén les asustaba.


Necesitamos nosotros también pedirle a Jesús ‘auméntanos la fe’. Son difíciles las situaciones por las que pasamos en el mundo en el que hoy vivimos. Hablamos mucho de la crisis y bien sabemos que es muy complejo todo lo que sucede a nuestro alrededor: gentes que lo pasan mal en muchos aspectos; un mundo lleno de violencias que parece que va como en una espiral ascendente cada vez más; inestabilidad social que hace que mucha gente camine son norte ni futuro perdidas las esperanzas; desorientación y pérdida de valores con los que hay tantos que no saben ya por qué luchar o qué hacer; catástrofes naturales de las que oímos hablar con demasiada frecuencia, terremotos, corrimientos de tierras con montañas que se vienen abajo sepultando todo a su paso (esta semana hemos oído hablar de varias en Colombia y México), inundaciones o huracanes que lo dejan todo devastado.


Y nos llenamos de preguntas en nuestro interior. ¿Por qué suceden todas estas cosas? ¿por qué hemos llegado a situaciones como éstas? Es lo que gritaba el profeta Habacuc que hemos escuchado en la primera lectura. ‘¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches? ¿Te gritaré sin que me salves? ¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas?’
‘Señor, auméntanos la fe’, le pedimos. Porque nos llenamos de dudas y no sabemos encontrar respuestas; porque algunas veces andamos demasiados fríos espiritualmente y en consecuencia nos falta valor; porque olvidamos principios fundamentales; porque nos sentimos confusos y acobardados; porque en muchas ocasiones parece que prefiramos ocultar nuestra fe y nos acomplejamos ante el mundo de indiferencia que nos rodea; porque no llegamos a comprometernos seriamente en nombre de esa fe que tenemos; porque nos falta una fundamentación firme y verdadera.


El Señor le respondió al profeta: ‘el injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe’. Ahí está nuestra fortaleza y nuestra grandeza. Ahí encontraremos la valentía y la fuerza. Ahí tenemos la luz que necesitamos para encontrar respuestas. Aquí hemos venido con fe hoy hasta la Eucaristía y a la escucha de la Palabra de Dios. Venimos con fe, no puede ser otro el motivo para nuestra venida, pero le pedimos al Señor que nos aumente la fe, que crezca nuestra fe, que se mantenga firme como una roca nuestra fe.


San Pablo le hacía unas hermosas recomendaciones a su discípulo Timoteo que hemos escuchado en la segunda lectura. Recordemos. ‘Reaviva el don de Dios… no se nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y bien juicio… no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor Jesucristo…toma parte en los duros trabajos del evangelio… vive con fe y amor en Cristo Jesús… guarda este precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo…’ Parece que va dando respuesta a todo lo que nos hemos venido planteando.
‘Reaviva el don de Dios…’ esa gracia con Dios te ha enriquecido. Ese precioso depósito de la fe que hemos de guardar como oro en paño, como lo más precioso que tenemos, que no lo podemos perder de ninguna manera, pero que hemos de hacer crecer más y más. Es un regalo de Dios, una gracia que no la tenemos porque nosotros la merezcamos, sino porque el Señor en su infinita bondad la ha depositado en nuestro corazón. ‘Siervos inútiles somos…’ nos decía el evangelio, ‘que no hemos hecho otra cosa sino lo que teníamos que hacer’.


Reaviva, cultiva esa semilla de la fe para que crezca. Y va a crecer con la gracia de Dios. Pero tenemos que preocuparnos de conocerla bien, de profundizar en nuestra fe, de empaparnos más y más de la Palabra de Dios que enriquece nuestro corazón. Tenemos dudas y nos acobardamos muchas veces cuando tenemos que enfrentarnos a tan diversos problemas y situaciones, como antes reflexionábamos, pero porque no hemos fortalecido debidamente nuestra fe. Sin esa debida fundamentación de una buena formación claro que nos vamos a encontrar como quien no hace pie y nos tambalearemos y caeremos.
Un edificio sin cimientos se viene abajo. Un cristiano sin una fe bien fundamentada y fortalecida terminará consumiéndose en sus dudas y caerá en la indiferencia y al final en el abandono. Por eso nos hablaba Jesús en otro lugar del evangelio del hombre sensato y prudente que edificaba su casa sobre roca. Edifiquemos nuestra vida sobre la roca firme de la fe.
Y no nos ha dado Dios espíritu de cobardía sino de valentía. Con valentía nos enfrentamos a esa lucha, a esa búsqueda de respuestas, a encontrar soluciones que remedien tanto sufrimiento, a dar ese valiente testimonio de nuestra fe y de nuestro amor cristiano. ‘Toma parte en los duros trabajos del evangelio según la fuerza de Dios’, le decía Pablo a Timoteo; nos dice el Señor a nosotros. Y la fuerza de Dios no nos faltará. Tenemos que saber pedirla constantemente al Señor.
‘Señor, auméntanos la fe’.