jueves, 27 de enero de 2011

Jornada Mundial del Enfermo 2011


MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA XIX JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO
«Por sus llagas habéis sido curados» (1 P 2, 24).


Queridos hermanos y hermanas:
Cada año, en el aniversario de la memoria de Nuestra Señora de Lourdes, que se celebra el 11 de febrero, la Iglesia propone la Jornada mundial del enfermo. Esta circunstancia, como quiso el venerable Juan Pablo II, se convierte en una ocasión propicia para reflexionar sobre el misterio del sufrimiento y, sobre todo, para sensibilizar más a nuestras comunidades y a la sociedad civil con respecto a los hermanos y las hermanas enfermos. Si cada hombre es hermano nuestro, con mayor razón el débil, el que sufre y el necesitado de cuidados deben estar en el centro de nuestra atención, para que ninguno de ellos se sienta olvidado o marginado. De hecho, «la grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad.

Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana» (Spe salvi, 38). Las iniciativas que se promuevan en cada diócesis con ocasión de esta Jornada deben servir de estímulo para hacer cada vez más eficaz la asistencia a los que sufren, también de cara a la celebración de modo solemne, que tendrá lugar, en 2013, en el santuario mariano de Altötting, en Alemania.


1. Llevo aún en el corazón el momento en que, en el transcurso de la visita pastoral a Turín, pude permanecer en reflexión y oración ante la Sábana Santa, ante ese rostro sufriente, que nos invita a meditar sobre Aquel que llevó sobre sí la pasión del hombre de todo tiempo y de todo lugar, también nuestros sufrimientos, nuestras dificultades y nuestros pecados. ¡Cuántos fieles, a lo largo de la historia, han pasado ante ese lienzo sepulcral, que envolvió el cuerpo de un hombre crucificado, que corresponde en todo a lo que los Evangelios nos transmiten sobre la pasión y muerte de Jesús! Contemplarlo es una invitación a reflexionar sobre lo que escribe san Pedro: «Por sus llagas habéis sido curados» (1 P 2, 24). El Hijo de Dios sufrió, murió, pero resucitó, y precisamente por esto esas llagas se convierten en el signo de nuestra redención, del perdón y de la reconciliación con el Padre; sin embargo, también se convierten en un banco de prueba para la fe de los discípulos y para nuestra fe: cada vez que el Señor habla de su pasión y muerte, ellos no comprenden, rechazan, se oponen. Para ellos, como para nosotros, el sufrimiento está siempre lleno de misterio, es difícil de aceptar y de soportar. Los dos discípulos de Emaús caminan tristes por los acontecimientos sucedidos aquellos días en Jerusalén, y sólo cuando el Resucitado recorre el camino con ellos se abren a una visión nueva (cf. Lc 24, 13-31). También al apóstol Tomás le cuesta creer en el camino de la pasión redentora: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos; si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré» (Jn 20, 25). Pero frente a Cristo que muestra sus llagas, su respuesta se transforma en una conmovedora profesión de fe: «¡Señor mío y Dios mío!» (Jn 20, 28). Lo que antes era un obstáculo insuperable, porque era signo del aparente fracaso de Jesús, se convierte, en el encuentro con el Resucitado, en la prueba de un amor victorioso: «Sólo un Dios que nos ama hasta tomar sobre sí nuestras heridas y nuestro dolor, sobre todo el inocente, es digno de fe» (Mensaje Urbi et orbi, Pascua de 2007).


2. Queridos enfermos y personas que sufren, es precisamente a través de las llagas de Cristo como nosotros podemos ver, con ojos de esperanza, todos los males que afligen a la humanidad. Al resucitar, el Señor no eliminó el sufrimiento ni el mal del mundo, sino que los venció de raíz. A la prepotencia del mal opuso la omnipotencia de su Amor. Así nos indicó que el camino de la paz y de la alegría es el Amor: «Como yo os he amado, amaos también vosotros los unos a los otros» (Jn 13, 34). Cristo, vencedor de la muerte, está vivo en medio de nosotros. Y mientras, con santo Tomás, decimos también nosotros: «¡Señor mío y Dios mío!», sigamos a nuestro Maestro en la disponibilidad a dar la vida por nuestros hermanos (cf. 1 Jn 3, 16), siendo así mensajeros de una alegría que no teme el dolor, la alegría de la Resurrección.
San Bernardo afirma: «Dios no puede padecer, pero puede compadecer». Dios, la Verdad y el Amor en persona, quiso sufrir por nosotros y con nosotros; se hizo hombre para poder com-padecer con el hombre, de modo real, en carne y sangre. Por eso, en cada sufrimiento humano ha entrado Uno que comparte el sufrimiento y la paciencia; en cada sufrimiento se difunde la con-solatio, la consolación del amor partícipe de Dios para hacer que brille la estrella de la esperanza (cf.
Spe salvi, 39).
A vosotros, queridos hermanos y hermanas os repito este mensaje, para que seáis testigos de él a través de vuestro sufrimiento, vuestra vida y vuestra fe.


3. Con vistas a la cita de Madrid, el próximo mes de agosto de 2011, para la Jornada mundial de la juventud, quiero dirigir también un pensamiento en particular a los jóvenes, especialmente a aquellos que viven la experiencia de la enfermedad. A menudo la pasión, la cruz de Jesús dan miedo, porque parecen ser la negación de la vida. En realidad, es exactamente al contrario. La cruz es el «sí» de Dios al hombre, la expresión más alta y más intensa de su amor y la fuente de la que brota la vida eterna. Del corazón traspasado de Jesús brotó esta vida divina. Sólo él es capaz de liberar al mundo del mal y de hacer crecer su reino de justicia, de paz y de amor, al que todos aspiramos (cf.
Mensaje para la Jornada mundial de la juventud de 2011, n. 3). Queridos jóvenes, aprended a «ver» y a «encontrar» a Jesús en la Eucaristía, donde está presente de modo real por nosotros, hasta el punto de hacerse alimento para el camino, pero también sabedlo reconocer y servir en los pobres, en los enfermos, en los hermanos que sufren y atraviesan dificultades, los cuales necesitan vuestra ayuda (cf. ib., 4).
A todos vosotros, jóvenes, enfermos y sanos, os repito la invitación a crear puentes de amor y de solidaridad, para que nadie se sienta solo, sino cerca de Dios y parte de la gran familia de sus hijos (cf.
Audiencia general, 15 de noviembre de 2006).

4. Contemplando las llagas de Jesús, nuestra mirada se dirige a su Corazón sacratísimo, en el que se manifiesta en sumo grado el amor de Dios. El Sagrado Corazón es Cristo crucificado, con el costado abierto por la lanza del que brotan sangre y agua (cf. Jn 19, 34), «símbolo de los sacramentos de la Iglesia, para que todos los hombres, atraídos al Corazón del Salvador, beban con alegría de la fuente perenne de la salvación» (Misal Romano, Prefacio de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús). Especialmente vosotros, queridos enfermos, sentid la cercanía de este Corazón lleno de amor y bebed con fe y alegría de esta fuente, rezando: «Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. Oh buen Jesús, escúchame. En tus llagas, escóndeme» (Oración de san Ignacio de Loyola).


5. Al final de este Mensaje para la próxima Jornada mundial del enfermo, deseo expresar mi afecto a todos y a cada uno, sintiéndome partícipe de los sufrimientos y de las esperanzas que vivís diariamente en unión con Cristo crucificado y resucitado, para que os dé la paz y la curación del corazón. Que junto con él vele a vuestro lado la Virgen María, a la que invocamos con confianza Salud de los enfermos y Consoladora de los afligidos. Al pie de la cruz se realiza para ella la profecía de Simeón: su corazón de Madre es traspasado (cf. Lc 2, 35). Desde el abismo de su dolor, participación en el del Hijo, María fue capaz de acoger la nueva misión: ser la Madre de Cristo en sus miembros. En la hora de la cruz, Jesús le presenta a cada uno de sus discípulos diciéndole: «He ahí a tu Hijo» (cf. Jn 19, 26-27). La compasión maternal hacia el Hijo se convierte en compasión maternal hacia cada uno de nosotros en nuestros sufrimientos diarios (cf.
Homilía en Lourdes, 15 de septiembre de 2008).

Queridos hermanos y hermanas, en esta Jornada mundial del enfermo, invito también a las autoridades para que inviertan cada vez más energías en estructuras sanitarias que sirvan de ayuda y apoyo a los que sufren, sobre todo a los más pobres y necesitados, y dirigiendo mi pensamiento a todas las diócesis, envío un afectuoso saludo a los obispos, a los sacerdotes, a las personas consagradas, a los seminaristas, a los agentes sanitarios, a los voluntarios y a todos aquellos que se dedican con amor a curar y aliviar las llagas de todos los hermanos o hermanas enfermos, en los hospitales o residencias, en las familias: sabed ver siempre en el rostro de los enfermos el Rostro de los rostros: el de Cristo.


Aseguro a todos mi recuerdo en la oración, mientras imparto a cada uno una especial bendición apostólica.
Vaticano, 21 de noviembre de 2010, fiesta de Cristo Rey del universo.
BENEDICTUS PP. XVI
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PRIORIDADES PASTORALES MISIÓN CONTINENTAL 2011.


Nuestras prioridades.Siendo este punto de vital importancia, la última palabra la diremos después de esta Asamblea. Sin embargo, como aporte a vuestra reflexión señalo las siguientes prioridades:
a) La formación permanente
De mi exposición se deduce que la prioridad que debe permanecer en el tiempo es la formación permanente de consagrados y laicos. La centralidad de esta formación debe estar en la Palabra de Dios y en la espiritualidad de la comunión.
b) La familia
La familia ha sido y es escuela de la fe, el hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente. Sin embargo, en la actualidad sufre situaciones adversas provocadas por el secularismo y el relativismo ético. …. por la pobreza, por la inestabilidad social y por legislaciones civiles contrarias al matrimonio. Este análisis que hace el Santo Padre al inaugurar la V Conferencia de Aparecida lo compartimos plenamente. Es por ello que debe estar en nuestras prioridades pastorales.
c) Los jóvenes, especialmente los que viven en situación de riesgo social
d) La Pastoral Penitenciaria .


+ Cristián Contreras Molina, O.de M.Obispo de San Felipe

Monseñor Ezzati envía a Roma la causa de beatificación del padre Esteban Gumucio
Con la firma del acta de la sesión de clausura de la investigación diocesana sobre la vida, virtud y fama de santidad del religioso de los Sagrados Corazones, se inicia la fase vaticana de su proceso de beatificación.



Con la presencia de familiares y gran cantidad de fieles, el Arzobispo de Santiago, Monseñor Ricardo Ezzati, firmó el acta de la sesión de clausura de la investigación sobre la vida, virtudes y fama de santidad del Siervo de Dios Padre Esteban Gumucio Vives ss.cc. El vicepostulador de la causa, padre Enrique Moreno ss.cc., hará llegar la documentación al postulador general en Roma, padre Alfred Bell ss.cc., que a su vez la entregará a la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano. “Para mí sin duda alguna es un privilegio poder firmar las actas que permiten que el proceso diocesano pueda llegar ya a la Congregación para las Causas de los Santos en Roma, en relación a un hombre que he podido conocer en algunos momentos de mi vida, y en momentos cruciales y difíciles del país, como un profeta de Jesús, como un profeta del Evangelio”, señaló Monseñor Ezzati al inicio de la ceremonia. La firma de las actas se llevó a cabo bajo la atenta y emocionada mirada de los hermanos del religioso, Lucía y Pedro, además de una gran cantidad de fieles de la parroquia San Pedro y San Pablo, donde se encuentra enterrado el padre Esteban en un memorial.El Arzobispo agregó que “he podido recoger testimonios sumamente hermosos de su cercanía a los matrimonios, a tantos cristianos sufrientes, así que yo me alegro inmensamente de este acto y me alegro inmensamente de que la Iglesia de Santiago pueda ofrecer a Chile y al mundo entero este ejemplo de sacerdote, de vida sacerdotal con fidelidad absoluta al Señor”. La causa del Padre Esteban fue abierta el 20 de mayo de 2010 por el Cardenal Francisco Javier Errázuriz. Desde esa fecha se constituyó el tribunal que en siete meses de investigación interrogó a 65 testigos señalados por el vice postulador de la causa, Padre Enrique Moreno ss.cc., y a otros 7 convocados ex officio por el juez delegado. El padre Moreno destaca al padre Esteban Gumucio como “un hombre que reflejó en todo momento su gran adhesión a la persona de Jesús, y lo siguió al pie de la letra del Evangelio, es decir, preocupado de la gente sencilla, de los pequeños, de los pobres, de los marginados, defendiendo la vida”.


Un día después de que el Papa Benedicto XVI promulgara el decreto por el que se reconoce la milagrosa curación por intercesión de Juan Pablo II de la monja francesa Marie Simon-Pierre, enferma de Parkinson, el Vaticano informó que la asistencia a la solemne Eucaristía, que tendrá lugar el próximo 1 de mayo en Roma, no requerirá invitación. En un escueto comunicado, la Santa Sede precisó que la participación en la ceremonia de beatificación, que se producirá a los seis años y 29 días del fallecimiento de Juan Pablo II, estará abierta a todos los fieles.
«El 1 de mayo tendré la alegría de proclamar beato al venerable Juan Pablo II, mi muy querido predecesor». Con estas palabras Benedicto XVI se refería por primera vez en público a la próxima beatificación del Papa más querido de la humanidad, no sólo por su carisma y espiritualidad, sino también por su capacidad para el diálogo y el encuentro. Lo hacía ayer durante el rezo del Ángelus en una atiborrada Plaza de San Pedro, sobre todo por fieles polacos, que esperaban con entusiasmo el mensaje del Santo Padre.
Para ellos, Benedicto XVI también tuvo palabras especiales. «Esta noticia era esperada por mucha gente, pero particularmente por el pueblo polaco para quien Juan Pablo II ha sido su guía en la fe, en la verdad y en la libertad». Para el próximo 1 de mayo se espera que más de dos millones de fieles se acerquen a Roma para participar en esta solemne ceremonia. «La fecha elegida es muy significativa. Será de hecho, el segundo domingo de Pascua, que el propio Juan Pablo II dedicó a la Divina Misericordia, y en cuya víspera terminó su vida terrena. Cuantos le conocieron y amaron, no podrán más que celebrar con la Iglesia este evento. ¡Estamos muy contentos!», afirmó el Santo Padre, quien pese a decidir al inicio de su Pontificado no presidir las ceremonias de beatificación, y sólo de canonizaciones, hará nuevamente una excepción.
Su alegría es también la de toda la Iglesia, que hasta en los lugares más remotos celebran —desde que se hizo pública la noticia el pasado viernes— encuentros de oración y misas de acción de gracias, sobre todo en Polonia, país natal del Papa Wojtyla.
La fecha del primero de mayo no sólo es la fiesta del Trabajo y de San José Obrero sino que este año coincide con el Domingo de la Divina Misericordia, una festividad instituida por Juan Pablo II en el año 2000 poco después de canonizar a su promotora, la religiosa polaca Faustina Kowalska, fallecida en 1938, cuya tumba solía visitar Karol Wojtyla en su época de trabajador como ayudante del dinamitero en una cantera de Cracovia durante la ocupación nazi. Además, la ceremonia también tendrá un carácter histórico sin precedentes, ya que desde hace diez siglos ningún Pontífice ha elevado a los altares a su inmediato predecesor.
Doble gozo en España
La Iglesia española celebra con doble gozo el anuncio de la beatificación de Juan Pablo II, impulsor de las Jornadas Mundiales de la Juventud y patrono de la próxima JMJ Madrid 2011. La coincidencia «es de una providencia increíble. Nos emociona, nos desborda y nos coloca ante unas responsabilidades a las que tenemos que dar una aceptación que nos salga desde lo más hondo del corazón y de la vocación que hemos recibido. Cada uno desde la suya. Hay que mojarse», aseguró el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, para quien la personalidad de Juan Pablo II «es de una magnitud espiritual e histórica absolutamente singular».



La ceremonia de beatificación de Juan Pablo II tendrá lugar el próximo 1 de mayo, después de que Benedicto XVI haya firmado este viernes el decreto de beatificación, presentado por el Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Angelo Amato. Así, según ha declarado el portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, la ceremonia de beatificación se celebrará el 1 de mayo de 2010, día de la Solemnidad de la Divina Misericordia.

La firma del Papa era el único paso que faltaba para dar «luz verde» a la beatificación de su predecesor, después de que los 30 purpurados y obispos que forman parte de la Comisión de este dicasterio aprobara el pasado miércoles un milagro por intercesión de Juan Pablo II.
Se trata de la curación de la monja francesa Marie Simon Pierre, que padecía desde 2001 la enfermedad de párkinson, la misma que sufrió Juan Pablo II en sus últimos años. La religiosa superó, dos meses después de la muerte del Papa en abril de 2005, todos los síntomas del párkinson de forma "inexplicable" según las autoridades médicas de la comisión de beatificación.

La hermana Marie Simon ha sido la pieza clave para el proceso de beatificación del antecesor de Benedicto XVI. El milagro de la hermana Marie Simon, atribuido a Juan Pablo II, sufrió un parón en el mes de marzo del año pasado, cuando uno de los médicos externos consultados por el dicasterio sostuvo que el milagro no estaba suficientemente documentado. Sin embargo, el cardenal Angelo Amato señaló entonces que "había suficientes milagros" catalogados, un total de 251 atribuidos al antiguo Papa y que el proceso de beatificación seguía adelante, aunque finalmente el milagro de la curación del párkinson de la hermana Marie dio buenos resultados y fue considerado por la comisión de expertos como válido para continuar el proceso.

Un segundo milagro para la santidad
El 13 de mayo de 2005, el mismo Benedicto XVI anunciaba en la Basílica de San Juan de Letrán el inicio del proceso de beatificación de su predecesor, que comenzó oficialmente el 28 de junio de 2005, dos meses después del fallecimiento del Pontífice, gracias a la dispensa concedida por Benedicto XVI para que la causa pudiera empezar sin necesidad de esperar a los cinco años de rigor que deben transcurrir entre el fallecimiento de una persona y el comienzo de su causa.
Esta dispensa fue concedida también por Juan Pablo II para beatificar a la Madre Teresa de Calcuta, cuyo proceso comenzó menos de dos meses después de su fallecimiento y que fue beatificada seis años después, en octubre de 2003.
El sacerdote polaco Slawomir Oder fue nombrado por Benedicto XVI como postulador de la causa de beatificación de Juan Pablo II y se inclinó por la curación de la religiosa francesa como el milagro que decidiría si el llamado 'Papa viajero' sería elevado a los altares. Juan Pablo II fue nombrado 'Venerable' y reconocidas sus virtudes heroicas el 19 de diciembre del año 2009, el primer paso para el proceso que le llevará a los altares. Después de su beatificación, será necesario un segundo milagro para que sea declarado definitivamente como "santo" y entrar así en la lista de los santos de la Iglesia.

Taller de Cristología de Efopel Escuela de Varano Petorca -" Mi Relación Con Jesús" - Una Experiencia Lúdica y Cristiana, en un contexto de 80 Participantes, y con una roqueza Pastoral inolvidable.

Las temáticas fueron contextualizadas en base a las orientaciones del Documento de Aparecida 2007.

Nuevas Estrategías, Nuevos dinamismos fueron la prioridad de este taller experiencial.

Video Tomado de la Página Parroquial de la Ligua.