jueves, 27 de enero de 2011



Un día después de que el Papa Benedicto XVI promulgara el decreto por el que se reconoce la milagrosa curación por intercesión de Juan Pablo II de la monja francesa Marie Simon-Pierre, enferma de Parkinson, el Vaticano informó que la asistencia a la solemne Eucaristía, que tendrá lugar el próximo 1 de mayo en Roma, no requerirá invitación. En un escueto comunicado, la Santa Sede precisó que la participación en la ceremonia de beatificación, que se producirá a los seis años y 29 días del fallecimiento de Juan Pablo II, estará abierta a todos los fieles.
«El 1 de mayo tendré la alegría de proclamar beato al venerable Juan Pablo II, mi muy querido predecesor». Con estas palabras Benedicto XVI se refería por primera vez en público a la próxima beatificación del Papa más querido de la humanidad, no sólo por su carisma y espiritualidad, sino también por su capacidad para el diálogo y el encuentro. Lo hacía ayer durante el rezo del Ángelus en una atiborrada Plaza de San Pedro, sobre todo por fieles polacos, que esperaban con entusiasmo el mensaje del Santo Padre.
Para ellos, Benedicto XVI también tuvo palabras especiales. «Esta noticia era esperada por mucha gente, pero particularmente por el pueblo polaco para quien Juan Pablo II ha sido su guía en la fe, en la verdad y en la libertad». Para el próximo 1 de mayo se espera que más de dos millones de fieles se acerquen a Roma para participar en esta solemne ceremonia. «La fecha elegida es muy significativa. Será de hecho, el segundo domingo de Pascua, que el propio Juan Pablo II dedicó a la Divina Misericordia, y en cuya víspera terminó su vida terrena. Cuantos le conocieron y amaron, no podrán más que celebrar con la Iglesia este evento. ¡Estamos muy contentos!», afirmó el Santo Padre, quien pese a decidir al inicio de su Pontificado no presidir las ceremonias de beatificación, y sólo de canonizaciones, hará nuevamente una excepción.
Su alegría es también la de toda la Iglesia, que hasta en los lugares más remotos celebran —desde que se hizo pública la noticia el pasado viernes— encuentros de oración y misas de acción de gracias, sobre todo en Polonia, país natal del Papa Wojtyla.
La fecha del primero de mayo no sólo es la fiesta del Trabajo y de San José Obrero sino que este año coincide con el Domingo de la Divina Misericordia, una festividad instituida por Juan Pablo II en el año 2000 poco después de canonizar a su promotora, la religiosa polaca Faustina Kowalska, fallecida en 1938, cuya tumba solía visitar Karol Wojtyla en su época de trabajador como ayudante del dinamitero en una cantera de Cracovia durante la ocupación nazi. Además, la ceremonia también tendrá un carácter histórico sin precedentes, ya que desde hace diez siglos ningún Pontífice ha elevado a los altares a su inmediato predecesor.
Doble gozo en España
La Iglesia española celebra con doble gozo el anuncio de la beatificación de Juan Pablo II, impulsor de las Jornadas Mundiales de la Juventud y patrono de la próxima JMJ Madrid 2011. La coincidencia «es de una providencia increíble. Nos emociona, nos desborda y nos coloca ante unas responsabilidades a las que tenemos que dar una aceptación que nos salga desde lo más hondo del corazón y de la vocación que hemos recibido. Cada uno desde la suya. Hay que mojarse», aseguró el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, para quien la personalidad de Juan Pablo II «es de una magnitud espiritual e histórica absolutamente singular».

No hay comentarios:

Publicar un comentario