Oración Inicial
Jesús, Rey de sangre, de luz y de gloria, te suplicamos por la bondad infinita de tu corazón, que nos mires con ternura:
Triunfa en las conciencias de los pecadores y en las almas de los justos.
Purifica nuestros cuerpos y santifica nuestras almas.
Corona nuestros anhelos y nuestros esfuerzos de santidad de Gracia glorificadora.
Ayúdanos a buscar en tu Eucaristía el germen y la garantía de nuestra propia resurrección y glorificación.
Para que, al cumplirse en nosotros tus designios salvadores, podamos glorificarte a ti, en vida, en muerte y eternidad.
No mires nuestras faltas, sino sólo tu misericordia, y concédenos lo que con corazón humillado y confiado te pedimos (se pide la gracia que se desea conseguir)
Jesús Transfigurado que también todos los hombres te alaben y glorifiquen, ahora y por siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Meditación
Moisés y Elías se hicieron presentes al lado de Jesús Transfigurado.
En el Monte Tabor están los
más grandes misterios: desde Moisés a Elías, desde la Organización del Pueblo
de Dios hasta la segunda venida de Cristo. El Cielo y la Tierra, la muerte y la
vida, el dolor y el gozo, las tinieblas y la luz: misterios de redención y
glorificación.
Moisés, que en el Sinaí
había penetrado dentro de la nube de la Gloria de Yahvé para escuchar su
palabra y recibir el Código de la Ley; Moisés, el heroico adorador de la
tremenda y amorosa majestad de Dios, está ahora presente en el Tabor.
Y Elías, que había recibido
del Ángel un milagroso pan para su largo caminar, pan que era preanuncio de la
Eucaristía; Elías, severo, justiciero, celoso de la gloria de Dios, arrebatado
por un carro de fuego; Elías, que ha de volver a preparar de una manera
inmediata la venida gloriosa de Cristo, también está en el Tabor.
Es que el misterio de la
Transfiguración quiere abarcar el Antiguo y el Nuevo Testamento, y quiere
proyectarse hasta la consumación de los siglos, hasta la última venida de
Jesús.
Es importante la
valorización de esta panorámica tan amplia.
La espiritualidad de la
Transfiguración contempla la presencia de Moisés y Elías en el Tabor, como símbolos
de transfigurados, (Moisés que entra en la nube, Elías que es arrebatado en un
carro de fuego) y como modelos de fidelidad a la misión única que cada uno
había recibido del Señor.
Así el Transfigurista expresará su devoción a
Moisés y Elías con la imitación de su fidelidad y de su celo por la Gloria de
Dios, con el cumplimiento heroico del Decálogo, y con la espera dinámica de la
segunda venida de Cristo. De ser sacerdote y de serle posible, celebrará la
Misa Votiva en su honor el 10 de julio (Elías) y el 2 de septiembre (Moisés).
Oración Final
¡Oh Jesús Transfigurado! que en el resplandor de tu gloria conversaste con Moisés y Elías de tu Pasión y Muerte, ayúdanos a no separar nunca nuestros anhelos de gloria eterna de la cruz redentora, que abrazada con amor, nos hace posible llegar a la glorificación.
¡Padre Celestial! que en la Transfiguración de tu muy amado Hijo, nos exhortaste a escucharle, crea en nosotros un espíritu nuevo y una mayor docilidad para aceptar y vivir a Cristo y su doctrina de Amor, para que así alcancemos a participar de su gloria.
Y tú ¡Oh Espíritu Santo! que en forma de nube luminosa también te hiciste presente en el Tabor, ilumina nuestro entendimiento e inflama nuestros corazones para que podamos entender y asimilar siempre mejor las enseñanzas y los ejemplos de Jesús, que con el Padre y contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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