martes, 20 de julio de 2010

HOMENAJE A NUESTRA PRIMERA SANTA CHILE. STA.TERESA DE JESÚS DE LOS ANDES. JULIO 2010


Santa Teresa de Los Andes, extraordinaria carmelita

Mons. Cristián Contreras Molina, OdM
[1]

Artículo publicado en Revista SERVICIO n.º 279 (2007)


Dios en su múltiple Gracia, derrama en su querida Esposa la Iglesia, carismas y dones que embellecen el Cuerpo de Cristo (1ª Cor. 12, 12-30). Estos múltiples dones del Espíritu nos hacen admirarnos del Misterio del Dios todo amor, que se nos regala en su Hijo Jesucristo.

En la Sagrada Escritura se nos dice que “Dios es como un almendro con la flor despierta” (Jr. 1, 11-12). Esta bella comparación bíblica hace referencia a los variados carismas con que Dios ha enriquecido a la Iglesia con la vida consagrada. Los religiosos son aquellos hombres y mujeres que viven en comunidad cultivando la pobreza, obediencia y castidad por amor al Reino de los cielos. Así es como surge por especial invitación del Señor la familia carmelitana teniendo como fuente de inspiración a la Virgen del Carmen.

La Santísima Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, tiene su origen en el Montecarmelo. El Carmelo es un monte de Palestina situado al oeste del Lago de Galilea, junto al Mar Mediterráneo. Algunos cruzados europeos en el siglo XII se instalaron como solitarios en las grutas del Monte. Allí, en la Fuente del Profeta Elías, edificaron una capilla a la Santísima Virgen. Todos se consideraban su familia cultivando la fraternidad y la oración. Con el correr de los años nace la Orden de los padres carmelitas extendiéndose por muchos países hasta el día de hoy.

El pueblo chileno cuenta con la presencia de la Madre de Dios bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen desde los inicios de la colonia. Pero es desde la Independencia cuando el amor a la Carmelita aparece como: “ La devoción nacional incontenible, la Reina eterna de todo el pueblo chileno”.

Muchos son los Santuarios erigidos en Chile bajo el nombre de Nuestra Señora del Carmen. Por nombrar uno de los más importantes menciono el de la Tirana. Hasta ese lugar, enclavado en medio del desierto, llegan miles de sacrificados nortinos a rendirle culto a la Madre de Dios. En la Tirana se dan cita entre otros, la gran familia minera quienes junto a sus hijos cantan y bailan al son de instrumentos expresando así su fe y su amor a Dios y a la Virgen. Recuerdo con emoción la despedida de los bailes implorando la bendición y la salud hasta el regreso.

La Diócesis de San Felipe cuenta en el Valle del Aconcagua con el Santuario de Auco erigido en honor a la Virgen del Carmen y en donde se venera a la primera santa chilena, Teresa de Jesús de Los Andes. Hasta el monasterio de las Carmelitas Descalzas ubicado a los pies de la Cordillera de Los Andes llegó Juanita Fernández Solar. Según lo que ella misma cuenta, desde su adolescencia se sitió atraída de forma irresistible por Jesús, de quien se enamoró para siempre. El día siete de mayo de 1919 ingresó al monasterio asumiendo la alegría de contar con la protección divina y la cercanía de sus hermanas religiosas. Ella misma resumió su vida en dos palabras: “ Sufrir y amar “. Teresita supo gozar en su breve existencia de las alegrías de la vida. Supo ser fuerte como la mujer que elogia la Sagrada Escritura en el dolor, y generosa en el amar. Entregó su vida al Señor el 12 de abril de 1920. Después de ofrecerse a Dios para siempre profesando los Consejos Evangélicos murió el 3 de abril de 1920. El Santo Padre, Su Santidad Juan Pablo II la beatificó en Chile el 3 de abril del año 1987. El mismo Sumo Pontífice la canonizó en Roma el 21 de marzo de 1993.

La existencia de Teresita no se entiende sin ese fuerte amor a Jesús y a su madre la Santísima Virgen. Al recibir su Primera Comunión dice que Jesús comenzó a tomar su corazón para sí. “ La Virgen me ayudó a limpiar mi corazón de toda imperfección”. Teresita en su diario de vida señala: “Desde los siete años, más o menos, nació en mi alma una devoción muy grande a mi Madre la Santísima Virgen. Lucho (su hermano querido) me dio esta devoción con la que he estado y estaré hasta mi muerte. Le contaba todo lo que me pasaba y ella me hablaba. Sentía su voz dentro de mi misma clara y distintamente. Ella me aconsejaba y me decía lo que debía hacer para agradar a Nuestro Señor. Yo creía que esto era lo más natural y jamás se me ocurrió decir lo que la Santísima Virgen me decía. Todos los días Lucho me convidaba a rezar el rosario e hicimos juntos la promesa de rezarlo toda la vida, lo que he cumplido hasta ahora”.

A lo largo de su vida Teresita debió pasar por diversas pruebas y noches oscuras hasta llegar al “puerto del Carmelo”. Todas estas noches oscuras las pasó en intimidad y unión filial con María, la mujer santa que fue siempre su fortaleza y consuelo. A ella le escribe una carta a la edad de quince años cuando estaba en el colegio. En esa carta dice: “Madre querida, Madre casi idolatrada, te escribo para desahogar mi corazón despedazado por el dolor... me ahoga el dolor, Madre mía. Sufro, pero estoy feliz sufriendo. He quitado la cruz a mi Jesús. Él descansa. ¿Qué mayor felicidad para mi?” Teresita al entrar al Carmelo dedicó su vida a la oración, al diálogo fecundo con su Señor, rezaba intensamente por la evangelización de los pueblos, por la unión de las familias y por la fidelidad de los jóvenes al único Señor de la historia. Enamorada de Cristo, sintió que el Carmelo era el lugar más idóneo para cultivar la espiritualidad de la comunión por su silencio, recogimiento, y la fraterna compañía de sus hermanas de claustro.

Me he detenido en la santidad de Teresita de Los Andes para hablar de la importancia de la espiritualidad carmelitana vivida por esta extraordinaria jovencita carmelita. Su testimonio de vida nos permite afirmar que la santidad es posible y que el llamado a la perfección lo puede escuchar y seguir todo discípulo de Jesucristo que con la gracia del resucitado sigue las enseñanzas del que es camino, verdad y vida. Teresita se santificó siendo una hija generosa y responsable, abierta al amor y sensible al dolor. Como joven sentía el gozo de compartir con sus amigas de colegio y con aquellos familiares con los cuales compartía el descanso y la misión de salir a evangelizar como una catequista que enseña con el testimonio de su vida la Palabra de Dios y la Palabra de la Iglesia.

El Santuario de Santa Teresa de Los Andes, se ha convertido en un ámbito de acogida, encuentro y oración. Son miles los peregrinos que a diario llegan hasta este lugar santo para rezar, celebrar la Santa Misa y recibir el sacramento de la reconciliación. Son muchos los bautizados que llegan portando una imagen de Jesús, de la Virgen o de un santo para que el sacerdote se los bendiga. Pero es a Teresita a quien le confidencian sus penas y alegrías. Hasta ella llegan los ancianos contándole de sus dolencias y soledad. Teresita escucha a centenares de jóvenes que tienen hambre de ser escuchados, valorados y aceptados en una sociedad que muchas veces se escucha a sí misma y no les ofrece el espacio donde decanten sus esperanzas e ilusiones. Hasta la cripta de nuestra santa llegan miles de mujeres que sufren a causa de la infidelidad de sus maridos y las dificultades que ellas tienen para alimentar, educar y formar a sus hijos en la fe y en aquellos valores que dignifican y promueven el amor verdadero, la justicia y la verdad que hace libre.

Teresita, la enamorada de Jesús es un modelo de sencillez, sobriedad y desprendimiento. Es modelo de amor por la familia, cercanía a los niños y especialmente a los jóvenes. Teresita con su testimonio nos enseña a rezar, a contemplar en el silencio el amor gratuito de Dios, el cual debe reflejarse en la entrega generosa a los hermanos. El Santuario de Santa Teresa seguirá siendo la casa que acoge, un espacio para alabar, bendecir y pedir. Auco es un lugar santo porque allí está el “Santo de los Santos, Jesucristo”, María Santísima Nuestra Señora del Carmen y nuestra querida hermana Teresita de Los Andes.


[1] Mons. Cristián Contreras Molina es Obispo de San Felipe.

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