domingo, 5 de junio de 2011

MEDITACIÓN ACERCA DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR 2011



Qué Saco Yo
Ascensión del Señor - Ciclo C
by: Dr. Marcellino D'Ambrosio
Translated by: Miguel Carranza


La celebración de la solemnidad de la Ascensión del Señor, solía dejarme un poco desconcertado. Me quedaba claro lo que el Señor había hecho por mí el Viernes Santo, y los beneficios del Domingo de Pascua son irrefutables. Pero, ¿qué hacia la Ascensión por mí?

En el cristianismo se habla de un amor especial llamado ágape o caridad. Es un amor que ve hacia al prójimo y se dona a él. La Divina Palabra no se encarnó por que fuese a sacar algo de ganancia. Tampoco soportó el escándalo y la tortura de la cruz por un interés mezquino. La caridad ama a los demás lo suficiente como para compartir sus alegrías y sus tristezas.

Lo primero que debemos recordar sobre la Ascensión es que se trata de compartir en la alegría de Jesús. Se trata de celebrar su regreso a la gloria celestial a la que había reusado a aferrarse (Filipenses 2:6-11) cuando la Divina Palabra bajó de las alturas del cielo a las profundidades del vientre de la Virgen. Es de regocijarse cuando la corona de espinas es reemplazada por una corona real, y cuando la multitud enardecida del monte Calvario es reemplazada por miríadas de ángeles que le adoran. La Ascensión es sobre el triunfo de Jesús, sobre la vindicación y la glorificación, y si ponemos la atención fuera de nosotros mismos y dejamos que el amor del Espíritu Santo anime nuestras almas, entonces experimentaremos una dicha más grande que cuando vemos a nuestro hijo anotar un “home run” o graduarse de la universidad.

Sin embargo, la Ascensión no solo es una fiesta para amar a Dios como Él nos llama a amarle. También es una fiesta de esperanza. Sí, hay algo que nosotros podemos sacar de esta fiesta. Él va a preparar un lugar para nosotros. Un día reinaremos con Él en gloria y un día también tendremos coronas hechas de oro en lugar de espinas.

Para que podamos resistir hasta ese glorioso momento, el instante en que Él regrese a renovar todas las cosas, necesitamos del poder divino. Esa es otra razón por la que debemos regocijarnos con la Ascensión. Jesús toma su lugar a la derecha de Dios para poder derramar sobre nosotros la promesa del Padre, el Espíritu Santo.

Mientras asciende, les dice a sus discípulos que esperen por Su poder. No les dice que esperen pasivamente por un rapto. Observemos que no les pide pasar su tiempo repitiendo profecías bíblicas o debatiendo sobre cómo y cuando el regresará. En Hechos 1:11, después que el Señor asciende fuera de su vista, los ángeles preguntan a los discípulos por que se quedan parados mirando hacia el cielo

La espera no es para pasarla desperdiciando el tiempo. La espera tiene un propósito. Nueve días de oración (¡la primera novena!) para prepararse. ¿Para qué prepararse? Porque tienen trabajo que hacer. “La penitencia para la remisión de los pecados debe ser predicada a todas las naciones, comenzando en Jerusalén. Son testigos de todo esto” (Lucas 24:46-48).

Solíamos pensar que la evangelización se realizaba en países lejanos, por sacerdotes y religiosos. Pero el Concilio Vaticano Segundo nos dijo que nuestros propios vecinos y nuestras familias son el territorio misionero, y que cada católico está llamado a evangelizar. No estoy seguro si San Francisco de Asís quien dijo la frase “Prediquen el evangelio siempre, y cuando sea necesario utilicen palabras”, pero si lo hubiera dicho, observemos que San Francisco a menudo pensaba que usar palabras era muy necesario. Él predicaba en mercados, en las esquinas de las calles, en las Iglesias, en cualquier lugar donde hubiera gente. Predicar sin ser verdaderamente un testimonio de vida es ciertamente contraproducente. No podemos decir que hablar no es necesario para predicar. Debemos ser capaces de transmitirle a la gente a nuestro alrededor lo que Jesús ha hecho por nosotros, lo que significa para nosotros, y porque Él es la respuesta a los problemas del mundo. Tal vez no hayas sido llamado a predicar en las aceras, pero el Concilio y los papas posteriores a él, haciendo eco a 1 Pedro 3:15, dicen que todos estamos llamados por lo menos a decir lo que Jesús ha hecho por nosotros. ¿No te sientes apto para la tarea? ¿Te sientes intimidado? Ora para que el poder del Espíritu Santo se mueva dentro y a través de ti. Tomate el tiempo de aprender más sobre tu fe para que puedas compartirla con confianza.

Este articulo fue publicado en “Our Sunday Visitor “, como una reflexión sobre las lecturas para el Sexto Domingo de Pascua, Ciclo Litúrgico C (Hechos 1:1-11, Salmo 47, Efesios 1:17-23 o Hebreos 9:24-28, 10:19-23, Lucas 24: 46-53). Se reproduce aquí con el permiso del autor.



Tomado Desde:




http://www.crossroadsinitiative.com/library_article/1272/Que_Saco_Yo.html





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