sábado, 15 de octubre de 2011

La Riqueza del Curso Alpha En Nuestras Comunidades Cristianas De Este Siglo XXI









REFLEXIÓN DEL LAICO COMPROMETIDO JOSÉ MORA. DEL DECANATO DE SAN FELIPE - CHILE
Vivamos en la esperanza que surge de la resurrección. La conversión siempre es posible para los que creen en la verdad y en la misericordia. Expresión que encabeza la columna editorial de la revista comunión publicada por el Obispado de San Felipe edición Nº 1 del 2011. Felicitaciones por este medio de comunicación. Al leer esta revista en extenso, me saltó la inquietud, si la Misión de Alpha dirigida por nuestro Líder espiritual Pbro. Hernán Acuña y un centenar de laicos comprometidos con la misión de la Iglesia. Esta dentro de los lineamientos de nuestra pastoral diocesana. Monseñor Obispo en su editorial manifiesta que no ha sido fácil asumir el proceso misionero que la Iglesia se ha propuesto implementar en toda America Latina. Consiente de la identidad misionera de nuestra Iglesia, dice que ha costado asumir toda propuesta y actividad pastoral y dice que debe vivirse en clave de misión. En el discípulo de Jesucristo, evangelizador y catequista por excelencia, que no podría cumplir su cometido si no camina tras la huellas de Jesús. Mas adelante manifiesta que se está conciente de nuestra condición de discípulos y misioneros. Que sin embargo, debemos hacer renovados esfuerzos por asumir que este proceso es más profundo y radical, asumir que se trata de un proceso de conversión personal, pastoral y eclesial. Luego manifiesta que como emerge con mucha intensidad la necesidad de trabajar la dimensión comunitaria de la Iglesia y de la Sociedad. Nos invoca a vivir en la esperanza que surge de la resurrección. Que la conversión es siempre posible para los que creen en la verdad y en la misericordia. Mi incertidumbre se acrecienta al leer la crónica sobre la Misión Continental expuesta por el Pbro. Ricardo Cortes Piffaut, Vicario de Pastoral, donde cita de (DP 360) es decir DAp 370, textual que “La conversión pastoral de nuestras comunidades exige que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera. Así será posible que El único programa del Evangelio siga introduciéndose en la historia de cada comunidad eclesial con nuevo ardor misionero, haciendo que LA Iglesia se manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera.”


Luego plantea que para alcanzar una conversión personal, pastoral y eclesial se ha propuesto un proceso pastoral, que tenga en consideración cuatro elementos transversales para cada año, de tal modo que en cada comunidad pastoral (Parroquia, educativa, de movimiento) la Diócesis ha elaborado planes Pastorales. De los cuales han considerado tres aspectos:a.- Un lugar de encuentro con Jesucristo que de vida y anime la misión de la Iglesia y de cada Cristiano en particular.b.- La formación, entendida como un objetivo pedagógico transversal, de acuerdo con los énfasis del lugar de encuentro con el Señor que se propone para cada año.c.- Una iniciativa de conversión pastoral para revisar nuestras estructuras pastorales y volver a adquirir ciertos hábitos pastorales que se han debilitado.d.- La elección de uno o varios grupos prioritarios. Para encontrarnos con Cristo en ellos, para descubrir lo que el Señor nos quiere decir a través de estos interlocutores, y para intensificar el apostolado que en su favor realiza la Iglesia.
Es donde me nace la interrogante de por que Alpha a pesar que crea comunión, educa a una conversión, a un estilo de vida compartida y solidaria en fraternidad al hermano que esta alejado de Dios, no ha tenido la acogida fraterna Diocesana. Alpha su fuerte presencia y desarrollo ha enriquecido el espíritu de Dios a muchos cientos de hermanos en los cuatro años de ardua labor evangelizadora. Ha enriquecido y seguirá enriqueciendo la dimensión de nuestra Iglesia. Todo hermano que participa en las jornadas de Alpha experimenta con Alpha un nuevo Pentecostés. Es importante recordar que la conversión puede ocurrir en cualquier momento, pero es parte de un proceso.




Todas las expresiones de conversión en el Nuevo Testamento son palabras de un proceso. Jesús usó la expresión “Nacer de nuevo” Juan 3:3 La evangelización involucra a todo individuo, involucra a la persona en su totalidad. Tratamos de enseñar solamente lo que podamos comprobar con la Biblia y llevarnos a la gente al texto Bíblico. No esperamos que nadie tome un paso de Fe a ciegas, Por el contrario, esperamos que tome un paso razonable de Fe basado en posturas razonables. La conversión personal despierta la capacidad de someterlo todo al servicio de la instauración del Reino de vida. Obispos, presbíteros, diáconos permanentes, consagrados y consagradas, laicos y laicas, estamos llamados a asumir una actitud de permanente conversión pastoral, que implica escuchar con atención y discernir “lo que el Espíritu está diciendo a la Iglesia” (Ap 2, 29) a través de los signos de los tiempos en los que Dios se manifiesta. El evangelio apela tanto a lo racional como a lo experimental. Impacta tanto a los que han tenido un trasfondo del Iluminismo, que necesita experimentar a Dios, como a los que han buscado experiencias, pero necesitan entender la verdad acerca de Dios. Nuestro mensaje no requiere simplemente una aprobación del intelecto a una serie de propuestas, sino que llama a la gente a una relación de amor con Jesucristo. Apelamos a su voluntad Reconocemos, que nadie viene al Padre menos que a Dios le llame. Como dijo Jesús, “Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo aquel a quien el Hijo quiera revelarlo” Mateo 11:12. Durante 10 semanas, mientras oramos y pedimos al espíritu Santo que haga su obra, damos a la gente la oportunidad de responder. De hecho y en realidad. Es como si estuviéramos haciendo una apelación continua a su voluntad. Es necesario tener muy claro que el objetivo último de la misión no es hacer obras (filantropía), sino hacer discípulos misioneros que pongan en práctica la Palabra y participantes de la vida divina. Esto hace que la vida siga fluyendo; una vida entregada a otra vida para que ésta, a su vez, sea un don. La Iglesia procura encontrar este sentido de la misión cuando se profundiza y enriquecer las razones y motivaciones que permitan convertir a cada Cristiano Católico en discípulo misionero (DAp 362). Alpha entrar en el dinamismo de una misión permanente, con etapas, con un proceso pedagógico, con un itinerario pastoral en que moldea y forma el corazón del invitado y del discípulo misionero que son todos los miembros de Alpha.



Desde el punto de vista de nuestro discipulado misionero, exige una conversión pastoral, es decir, la audacia de hacer más evangélica, discipular y participativa, la manera como pensamos y realizamos la pastoral mediante Alpha. Personalmente puedo afirmar que cada encuentro con Dios en Alfa es una gracia del Señor vivida, me ha fortalecido la fe, me ha brindado la oportunidad de ser un miembro evangelizador de la Iglesia, es una tarea que me convoca y compromete más esfuerzo para ser fiel generoso y disponibles para la misión. Como por medio de ALPHA nos permite conocer el acontecimiento más grande que pueda ser comunicado a los hombres y mujeres de todos los tiempos, es el de la Buena Noticia del mensaje de Cristo; En ALPHA podemos conocer a un Dios vivo hecho hombre entre nosotros, que camina junto a nosotros, nos alimenta con el nuevo y verdadero maná, el de la sabiduría El encuentro con las Sagradas Escrituras − Signo sacramental en tanto de él nos alimentamos y a él recurrimos para encontrarnos con Dios − no es un compendio de hechos históricos, sino la Historia de Salvación de la que formamos parte cada uno de nosotros. En cada sesión de Alpha escuchamos atentamente lo que el Padre tiene para decirnos. Sin embargo, aun cuando Dios se nos revela, sigue estando oculto, pues nuestra capacidad de comprensión no nos permite percibirlo tal cual es, sino que de él percibimos aquello que quiso mostrarnos en Jesús, “Sabiduría de Dios encarnada” Sabiduría que no consiste en una abstracción, en una idea, menos en una ideología, sino en: “El encuentro con una Persona, que da nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” Palabra eterna que se ha revelado desde siempre, primero como revelación cósmica en el mundo del pensamiento, revelación de la que el apóstol Pablo asegura es preparación para el conocimiento de la Verdad, luego a Abraham, padre de la fe, a quien concede su guía y protección luego de haberlo puesto al frente del Pueblo elegido, heredero legítimo de su designio, hasta llegar a nuestros tiempos en los que ha alcanzado su plenitud en Cristo, consumación de todo el proyecto de Dios. Alpha invita a crecer en Cristo, Alpha es una Invitación a la fe Católica para mujeres y hombres del siglo XXI. Alpha aparece, cuando se han perdido en gran medida las referencias judeo-cristianas, como un instrumento de exposición de la fe católica “pone al día” las fórmulas de la fe, sin “examinar” primero sus principales afirmaciones. Alpha sin simplificaciones pero con vocabulario comprensible, con el trabajo de sus laicos aborda todas las cuestiones, objeciones y acusaciones de una sociedad presa de la duda y la sospecha, para desarrollar después, con un estilo ágil y desenvuelto, una exposición coherente y orgánica de la fe recibida de los apóstoles. Alpha se sitúa en un clima de mutua libertad y albedrío, no desea imponer nada a uno; y uno, por su parte, no está obligado a nada. Pero también, y principalmente, “Alpha es una invitación a creer. No tratará sólo de la fe, aborda la cuestión del acto de creer. Los cursos de Alpha son indispensables tanto para los no creyentes que deseen conocer la fe católica, como para los creyentes que quieran progresar en la comprensión de su fe. “La fe puede presentarse en forma de un contenido bien estructurado de verdades. Este acto de creer supera infinitamente un conjunto de determinaciones. Es un acto de libertad personal, que ningún otro puede realizar en nuestro lugar”. En consecuencia; “La misión principal de la formación es ayudar a los alejados de la Iglesia a encontrarse siempre con Cristo, y, así reconocer, acoger, interiorizar y desarrollar la experiencia de los valores que constituyen la propia identidad y misión cristiana en el mundo. Sólo desde el kerygma se da la posibilidad de una iniciación cristiana verdadera.” La importancia medular de este anuncio kerygmático en el encuentro con Jesucristo y el hombre, supone un acercamiento de ambas partes. Debe haber una respuesta positiva de parte del hombre para que se dé este encuentro: La fe, la adhesión a la Persona de Jesucristo, el Salvador del hombre. Justamente esta fe es suscitada por el anuncio kerygmático, la declaración del Amor de Dios al hombre. Dice San Pablo en Rm 10,14-15. 17:“Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él?¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo hablar de él, si nadie lo predica? ¿Y quienes predicarán, si no se los envía?... La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo.” Alpha da respuesta a las interrogantes de San Pablo mediante este instrumento de evangelización llamado Alpha que permite el encuentro con Jesucristo…El encuentro con Cristo que da origen a la iniciación de una vida cristiana. Este encuentro nos permite renovarnos constantemente por el testimonio personal, como discípulo y con nuestro trabajo y tiempo que entregamos a esta gran misión. En Juan 1, 39, nos señala que Jesús, hizo una invitación personal y dice “vengan y verán” Como también en Juan 1,41, podemos atestiguar también diciendo: “hemos encontrado al Mesías” yo lo he encontrado. Alpha encamina al encuentro con el Evangelio vivo. Encamina el anuncio de aparecida… “El encuentro debe renovarse constantemente por el testimonio personal, el anuncio del kerygma y la acción misionera de la comunidad.”
Cuando se me invita a participar en Alpha, luego de conocer su maravilloso instrumento evangelizador, y coincidentemente leo el Documento de Aparecida, puedo concluir como los laicos de Alpha, cumplen plenamente con el Anuncio de Aparecida. Ante esta dos magnificas propuesta elabora el siguiente trabajo “Con el nombre de laicos se designan (Según DAp) todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso aprobado por la Iglesia”. El problema es que normalmente se destaca lo que aquí se dice a partir del “a excepción de”, y se pasa por alto lo que se dice al comienzo: que los laicos son “fieles cristianos” ante todo y antes de cualquier característica que los distinga de otras formas de existencia cristiana. Para el Documento de Aparecida, el gran imperativo de la Iglesia de hoy es; reconocerse, y antes de cualquier consideración, que todos nosotros los laicos somos comunidad de discípulos. Alpha se constituye como un instrumento para que una comunidad de discípulos evangelice.
En su primera parte estos son algunos aspectos centrales del documento. Se define tácitamente que el Discípulo es aquel que ha tenido un encuentro personal con Jesucristo, desde la experiencia de la conversión y la fe, y esa experiencia inevitablemente lo rebasa y lo impulsa a comunicarla, es decir, la misión. Es así como sus miembros de ALPHA esta rebosado de fe y del espíritu de Dios dispuesto a la misión. La misión consiste básicamente en evangelizar, porque, como lo dice la misma palabra, el encuentro con Jesucristo es una experiencia de plenitud y de alegría que no cabe sino anunciar como una buena noticia.
La buena noticia de la vida plena que el Padre Dios nos ha dado en Jesucristo. Pero debemos conocer bien la realidad en la que vivimos y en la cual estamos llamados a ser discípulos-misioneros.
La segunda parte del documento responde a esto; ¿Dónde y cómo se manifiesta concretamente esa experiencia de encuentro pleno con Cristo que desborda en misión? En la vida misma, en la dignidad de lo humano, que se vive cotidianamente en la familia, en el trabajo, en el encuentro con otros y con el mundo que compartimos. Es allí y no en otra parte, los discípulos misioneros estamos llamados a la santidad en el seguimiento de Jesús y de su mensaje del Reino.
Aquí viene algo importante que no se ha subrayado suficientemente; La Iglesia no es sólo la suma de experiencias personales-individuales de encuentro con Cristo, sino que estas experiencias sólo son posibles en el contexto de la comunión eclesial. Es la comunidad la que posibilita que personas individuales puedan tener este encuentro. Esto distingue al cristianismo de toda forma de religiosidad intimista. Y esto se expresa concretamente en el hecho de que el llegar a ser un auténtico discípulo misionero será el fruto de un proceso de formación que se vive en los diversos espacios de la comunidad eclesial, partiendo por la familia. Para nosotros hoy en APHA don nos permite estar en constante comunión a cada uno de nosotros en forma individual ese encuentro con Cristo, autenticidad y profundidad de la vocación cristiana, que cada cual va descubriendo y viviendo en comunión. A partir de allí en ALPHA y sólo a partir de allí en cada uno será posible realizar un auténtico servicio misionero. Y ello, además, como fruto de una experiencia de discernimiento y albedrío.
La tercera parte del documento: Ahonda en el tema de los principales contenidos y caminos concretos de la misión a la que se siente llamada la Iglesia. El primero y fundamental; La caridad, todo miembro de ALPHA debe demostrar y ser caritativo y en todo sentido. El ponerse al servicio de Dios disponer de tiempo y de los dones y virtudes para utilizar este instrumento de ALPHA y llegar al pobre de espíritu y de fe, es una forma de demostración de vida plena y digna de un laico.Es que la comunicación de la vida plena en Cristo tiene que verificarse en el servicio de los cristianos a la vida plena y digna para todos, para las personas concretas, sobre todo para aquellos que están más lejos de ello. Siguiendo en esto las orientaciones de Benedicto XVI, el documento reitera aquí la necesidad y la urgencia de la verificación de la caridad — ¡que es Dios mismo!— en la justicia y de no abandonar, sino, por el contrario, renovar la opción preferencial por los pobres y excluidos, de los “rostros sufrientes” que hoy están en las periferias del mundo de la globalización.
Un tema importante; La comunicación de la vida plena en Cristo tiene que verificarse en el servicio de los cristianos a la vida plena y digna para todos, la misión de ALPHA en cierta medida y en forma indirecta ungimos y alentamos concretamente a las personas sobre todo para aquellos que están más lejos de ello a la caridad, la presencias del espíritu y que alguien nos guía. Siguiendo en esto, las orientaciones de Benedicto XVI, el documento reitera aquí la necesidad y la urgencia de la verificación de la caridad ¡que es Dios mismo! en la justicia y de no abandonar, sino, por el contrario, renovar la opción preferencial por los pobres y excluidos, de los “rostros sufrientes” que hoy están en las periferias del mundo de la globalización Es la defensa de la vida humana y de las personas en todos los momentos de la vida. Por último, una especial atención y cuidado de las culturas y de la cultura, incluyendo los desafíos que plantea hoy a la Iglesia la cultura de la globalización y del pluralismo.
¿Por qué esta renovada insistencia en la idea de la Iglesia como comunidad de “discípulos-misioneros”?
La respuesta debe buscarse sobre todo en la percepción de la situación socio-cultural del mundo de hoy, como:
“Una nueva realidad social, plural, diferenciada y globalizada”, Que desafía a buscar:“Nuevas respuestas que den sustento a la fe y vivencia del discipulado”.
En su conjunto, este contexto global es percibido sobre todo como un espacio de diversidad y de pluralismo, un modelo de sociedad en que crecientemente la Iglesia como institución ha ido perdiendo relevancia social. Y donde también la transmisión de la fe se ha tornado más difícil. Con todo, una consecuencia positiva de esta percepción es el desarrollo, muy claro y decidido en todo el documento, de la eclesiología del pueblo de Dios del Concilio Vaticano II. Lo que se tra¬sunta aquí es que los obispos redescubren, a partir de la realidad observada en los actuales parámetros del mundo globalizado y pluralista, la profundidad y la importancia de un modelo de Iglesia basado (literalmente) en la dignidad y en la vocación común de los cristianos todos en virtud de su bautismo. Es cono nace en esta misma concepción ALPHA en Inglaterra. La convicción de fondo es que la persistencia del cristianismo sólo será posible en un modelo de Iglesia basado en la comunión de discípulos bien formados, con un liderazgo cristiano, afianzados en su relación con Jesucristo y, por lo mismo, vitalmente comprometidos, desde la vocación específica de cada cual, con su común misión.
Un cristianismo basado en la autoridad y en la presencia social de sus esferas jerárquicas no tendrá ya, definitivamente, un lugar significativo en la sociedad.Esta autocomprensión eclesial basada en la noción de comunión o “comunidad de discípulos”, es lo fundamental y sólo en ese horizonte es posible entender adecuadamente el sentido y el aporte específico de las diversas vocaciones, carismas y ministerios en la Iglesia. Todas las afirmaciones fundamentales del documento sobre la vocación cristiana se aplican, por ello, a la comunidad en su conjunto y no a una u otra “vocación específica” dentro de ella.
Esto no es nuevo. Así lo entendió la Iglesia desde sus mismos orígenes, por ejemplo, 1º Corintios 12, 12 y en la historia reciente lo ha recuperado con especial fuerza el Concilio Vaticano II. Pero hoy, ante los nuevos desafíos de la realidad mundial, el documento de Aparecida lo redescubre con una fuerza y un sentido nuevo.Hacia un redescubrimiento de la vocación laical
En el documento de Aparecida se habla en muchos momentos de los fieles cristianos laicos. Se podría decir que a propósito de todos los grandes temas, lo cual indica cuánto se espera de nosotros los laicos en la vida y en el quehacer de la Iglesia en el continente, en Chile y por que no decir en nuestra Diócesis de San Felipe. ¡Y no es extraño, si somos la gran mayoría de los que formamos la comunidad eclesial de Iglesia! El documento de Aparecida hace alusión a este hecho tal como se da en la actualidad. Pero más bien con preocupación. Al constatar que en los últimos años “el crecimiento porcentual de la Iglesia no ha ido a la par con el crecimiento poblacional”, el objeto directo de la inquietud termina siendo que “el aumento del clero, y sobre todo de las religiosas, se aleja cada vez más del crecimiento poblacional. Cabría preguntarse si no hay, más bien, en ello un signo de los tiempos para toda la Iglesia, y en especial para los laicos. Una especial mención sobre los laicos se hace en la segunda parte, específicamente en el capítulo 5 sobre “la comunión de los discípulos misioneros en la Iglesia”. Siguiendo la perspectiva eclesiológica que se ha destacado anteriormente, el documento se refiere aquí a la vocación laical como una de las “vocaciones específicas” dentro de la Iglesia que se entiende, toda ella, como misionera. La intuición de fondo es que la Iglesia, para poder ser misionera, debe ser antes un auténtico espacio de comunión de los discípulos de Jesús. Un espacio comunitario en que cada cual pueda descubrir y realizar su propia vocación cristiana junto a otros hermanos que recorren su propio camino, siguiendo todos al mismo Maestro y guiados por el mismo Espíritu. Es aquí donde claramente ALPHA cumple su rol preponderante.
En ese contexto, para caracterizar la vocación laical el documento se apoya en Lumen gentium, 31; 31. Con el nombre de laicos se designan aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso aprobado por la Iglesia. Es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corresponde.
Citando la parte de ese parágrafo por que ofrece una descripción positiva de esta vocación, es decir, desde lo que ella es en sí misma y no desde el punto de vista de lo que la distingue del sacerdocio ministerial y de la vida religiosa. Se quiere evitar así entender al laico por aquello que no tiene, según ese enfoque, el laico sería aquel cristiano que no tiene la ordenación sacerdotal ni la profesión de los votos en la vida religiosa, y se intenta más bien describirlo positivamente, por lo que tiene y por lo que es:“Los fieles laicos son los cristianos que están incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el pueblo de Dios y participan de las funciones de Cristo: sacerdote, profeta y rey. Ellos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo”
Como un aporte a las cuestiones que habían quedado en cierta medida abiertas desde el Concilio Vaticano y en la misma perspectiva establecida por el magisterio posterior, el documento de Aparecida destaca el rol de los laicos tanto en el mundo como al interior de la Iglesia, que está llamada a ser el espacio posible mediante una;“Sólida formación doctrinal, pastoral, espiritual y un adecuado acompañamiento”
“Donde todos vivan de manera responsable y libre su compromiso Cristiano”
Se insiste en que todo ello debe concretarse y no quedar en meras ideas. Por de pronto, los laicos;“Han de ser parte activa y creativa en la elaboración de proyectos pastorales a favor de la comunidad abierta y no excluyente”.
El llamado es muy concreto: Si hubiera que decirlo con otras palabras, el desafío es que, a diferencia de lo que muchos piensan, los laicos no deben ser sólo “destinatarios” de los proyectos pastorales en la Iglesia, sino que pueden y deben participar verdaderamente en su gestación El documento, en este pasaje, no elude el hecho de que esto plantea una fuerte exigencia a los pastores: “Una mayor apertura de mentalidad para que entiendan y acojan el ‘ser’ y el ‘hacer’ del laico en la Iglesia, quien por su bautismo y su confirmación, es discípulo y misionero de Jesucristo. En otras palabras, es necesario que el laico sea tenido muy en cuenta con un espíritu de comunión y participación” Aunque no se lo dice explícitamente, en la concreta articulación de la pastoral está, pues, en juego el modo de ejercer la autoridad en la Iglesia;La comunión real será posible si la autoridad de los pastores se ejerce promoviendo la participación fraterna y la corresponsabilidad de los miembros de la comunidad. No se trata de desconocer o de negar la legitimidad de la autoridad de los pastores en la Iglesia, sino de entenderla y de ejercerla en coherencia con la eclesiología de comunión.
Y como lo recién dicho es de gran importancia, con audacia los mismos obispos destacan en este pasaje instancias concretas de participación eclesial: los consejos parroquiales y consejos diocesanos y nacionales de fieles laicos, como instancias que ayuden a promover en los laicos:“La construcción de ciudadanía… y la construcción de eclesialidad como un solo y único movimiento”.
Por último, se destaca como “un signo esperanzador” el fortalecimiento de “variadas asociaciones laicales, movimientos apostólicos eclesiales e itinerarios de formación cristiana y comunidades eclesiales y nuevas comunidades, que deben ser apoyados por los pastores”. Tales son los canales concretos como ALPHA que “ayudan a que muchos bautizados y muchos grupos misioneros asuman con mayor responsabilidad su identidad cristiana y colaboren más activamente en la misión evangelizadora”. Por todo lo reseñado, creo que se debería reflexionar mas a fondo por toda la comunidad eclesial, y en especial por los laicos que buscan crecer en la conciencia de su vocación cristiana.
Otras concreciones de la vocación laical A partir de ese marco general que someramente se ha intentado aquí mostrar y explicar a grandes rasgos, a través de todo el documento, como se enuncia al comienzo, donde se destaca el rol de los laicos en las grandes tareas en que ha de concretarse en la misión de la comunidad de los discípulos de Jesucristo. No sería posible reseñar aquí cada una de estas indicaciones, pero puede ser útil señalar para una posterior profundización los principales núcleos temáticos en que se destaca la necesidad de la participación laical: La importancia de su relación con los demás actores eclesiales en el imperativo común de la corresponsabilidad en la misión, aspecto que se destaca en los pasajes del documento en que se habla de otras “vocaciones específicas”. La necesaria participación de los laicos en los procesos de formación de los discípulos misioneros. La participación insustituible de los laicos en la misión y sobre todo en la promoción de la dignidad humana en los asuntos sociales y de la vida pública. Esto no significa que todos los laicos deban sentirse llamados a asumir protagonismos en la vida pública con un liderazgo cristiano. Más bien, tal vez la mayoría de los cristianos están invitados a vivir su vocación en medio de las sencillas y poco vistosas realidades cotidianas, como la familia y el trabajo.  Los desafíos asociados a roles importantes de los laicos en el mundo y en la Iglesia. Entre otros el matrimonio y la familia; las mujeres; los adolescentes y etc. Por último y como orientación general, algo que se dice casi al final del documento, a propósito de las “nuevas asambleas y centros de decisión”: el llamado a “favorecer la formación de un laicado capaz de actuar como verdadero sujeto eclesial y competente interlocutor entre la Iglesia y la sociedad, y la sociedad y la Iglesia”. Algo que sólo será posible si existen en la Iglesias cristianos laicos adultos, conscientes de su dignidad de bautizados y de las exigencias que comporta su corresponsabilidad en la misión de la comunidad de los discípulos.
La gran tarea pendiente es traducir más exactamente el contenido de la misión a que Aparecida impele con tanto ímpetu a toda la Iglesia. No es función de un documento eclesial el llevar a cabo esta tarea. Corresponde a las comunidades locales el discernir, en su propia situación, las formas concretas de expresión y de comunicación de la plenitud que Dios ofrece a todos en la persona de su Hijo Jesús.
Conclusiones: Puede afirmarse que el documento de la Conferencia de Aparecida contiene una fuerte y especial reafirmación de la dignidad y de la importancia del laicado en la Iglesia, en el contexto, más amplio y más importante, de una concepción de la Iglesia como comunión y pueblo de Dios inserto en la sociedad humana para ser fermento y servidora del reinado de Dios en Jesucristo. Como ALPHA es el instrumento perfecto para cumplir esta misión, somos nosotros que debemos encomendarnos a Dios y a seguir los pasos de Jesús y su evangelio, que tan digna e importante misión asumimos. ¡Como no realizar esta tarea con humildad pero con grandeza, con modestia pero bien hecha y con mucha responsabilidad! Por que seremos sus trabajadores y Dios Padre nuestro Patrón. Con respecto a lo central del tema, lo más relevante en esta nueva acentuación es el rol misionero que le compete a toda la comunidad eclesial, a partir de la experiencia fundamental con un liderazgo cristiano, compartida del seguimiento de Jesús en su discipulado. Más que pensar en grandes estrategias para influir en la sociedad, el primer desafío que se plantea a la comunidad eclesial en Aparecida es recuperar en primer lugar en su propio seno la autenticidad y profundidad de la vocación cristiana, de todos nosotros y que cada cual ha de descubrir y vivir en comunión. A partir de allí y sólo a partir de allí será posible realizar un auténtico servicio misionero en el mundo, en nuestro País y en nuestra Diócesis. Y ello, además, como fruto de una experiencia de discernimiento y albedrío, puesto que el llamado de Dios y su Evangelio son ante todo una interpelación a la libertad; Libertad que es preciso vivir no como la mera búsqueda individual de la propia realización, sino como aquella experiencia fundante en que el creyente pueda reconocerse como persona única en y para una comunidad, que lo necesita y que a la vez es él para el espacio natural de acogida y crecimiento.

JOSE ANTONIO MORA GOMEZ
San Felipe, Octubre de 2011
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ORACIÓN:
Señor Gracias por permitir conocer Alpha con la visión precisa que exige tu misión y la vida misma. Señor, Alpha y nuestras obras y pensamientos están en tus manos. Que nuestro Padre decida hacer su voluntad hoy. Hoy no me desesperaré para lograr mis propios anhelos, sino sabré esperar en su presencia para que se logren los objetivos divinos de Alpha. Si quiere auto-proveerme de sabiduría, estaré atento para actuar y dar un paso adelante en el largo camino que me conduce al otro lado, donde Tu estas. Padre Bueno, necesitamos conocer cada día más de Tu plan para cada uno de nosotros, para mantenernos con Alpha en la perspectiva correcta, pero serás Tú, quien tome la decisión en cuanto a como y cuando llegaremos a la tan anhelada orilla opuesta. Señor, gracias por brindarme la oportunidad de trabajar con Alpha para Ti mi Señor. Se que tanto el justo como el sabio y sus obras están en tus manos. Nada de lo que pueda suceder y elevar mi orgullo, podrá tocarme si mantengo la perspectiva, de que todo está en tus manos. No es lo que yo hago, eres tu quien realmente manifiestas tu poder. Señor, Gracias mi Señor.
Amen.

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