lunes, 9 de agosto de 2010

GRAN TESTIMONIO DE GONZALO CRUZAT, ACERCA DE SU EXPERIENCIA VIVIDA CON LA PARTIDA DE SU HIJO FELIPE CRUZAT.


Gonzalo Cruzat lanzó en Abril 2010 el libro que se llama "Felipe de Asís", su camino de Fe, Cruz y Sol.
Es un compilado de anotaciones, hechos sobrenaturales y misterios que fueron ocurriendo en la vida del segundo de sus tres hijos, que murió el 3 de abril pasado, después de 93 días de espera por un trasplante de corazón. Las páginas recogen la bitácora, llena de señales, del niño —ex alumno de los Sagrados Corazones, amistoso y alegre, que cada noche leía pasajes de la Biblia— desde que se enfermó hasta después de su muerte. Durante estos meses Gonzalo se dedicó a reescribirlas, interpretarlas, se asesoró por religiosos para darles sentido, y finalmente dio vida a este texto que sabe generará polémica.

Argumenta que su hijo era un enviado de Dios, que a medida que fue uniendo los hechos, terminó por descubrir cuál era su misión. “Y no es sólo para Chile, sino para el mundo. Tengo que ser muy responsable en transmitir el mensaje de Felipe, porque creará controversia… Sé que habrá reacciones en contra, algunos me tildarán de loco, de que estoy ‘rayando la papa’, pero los argumentos que tengo son muy sólidos”, advierte.
En febrero empezó a escribir lo que iba pasando con su hijo. En esa época —según contó en un mail que ha circulado por internet—, con su mujer María Ignacia Solar encomendaron al niño a la Sangre de Fray Andresito: un fraile franciscano (de orden católica fundada por San Francisco de Asís), que murió hace más de 150 años en Santiago, cuya sangre —que nunca se coaguló— está guardada como reliquia en la Recoleta Franciscana, y se le atribuyen poderes milagrosos y sanadores.

“La primera vez que se la llevamos a Felipe, él estaba muy delicado. Y aunque no sabía quién era Fray Andresito, con mucha seguridad dijo: sí lo conozco, él es un santo… Varias veces me ha venido a visitar… Días después pidió una estampita de él y le dio un beso, lo que demostraba que era cierto”, recuerda su padre. “Al poco tiempo, Francisco Salgado, vicario de la congregación Franciscana, comentó algo que nos impactó: Felipe es realmente un hermano franciscano. Lo que confirmó al visitar al niño en el hospital y observar que éste le tomaba el lazo de una manera que representa todo un simbolismo para la orden. Como papá no encontraba explicaciones, pero sabía que algo estaba pasando”.
El viernes 3 de abril, cuando Felipe murió, despejó sus dudas. “En la mañana me llamaron para decirme que la Sangre de Fray Andresito iba camino al hospital, pero yo no la había pedido. Partimos con mi mujer, y al encontrarnos con el padre Francisco se produjo una conversación muy especial. El, con un tono intenso, describió a nuestro hijo como un enviado de Dios, un santo, que vino a este mundo a entregar un mensaje, y cumplido ese propósito podía ser llamado de vuelta… En ese momento habló de la muerte… Ignacia se asustó, le pidió bajar el tono, que se callara porque sus palabras eran muy fuertes, ¡se trataba de un niño!, además que ese día había amanecido mejor… El religioso respondió: estoy dispuesto a dar mi vida por demostrar lo que estoy diciendo…”, rememora Gonzalo emocionado. Tres horas después él murió de un derrame que los médicos no pudieron controlar.

“Cuando le conté al sacerdote, me repitió: Dios me llamó para estar presente antes de la partida de un santo”…


UN AÑO ANTES DE MORIR, FELIPE DIBUJÓ UNA IGLESIA Y UN FRANCISCANO SUBIENDO AL CIELO.


Al reverso de esa hoja también pintó —en conjunto con su hermano Tomás— un corazón botado y partido en dos, del cual estallan otros corazones chicos, y que coincidentemente es casi igual a la actual campaña de donación de órganos. Cada símbolo que aparece allí tiene una explicación dentro del libro.
—¿Demasiadas coincidencias para ignorarlas?—Cuando murió mi hijo pensé: hay dos posibilidades, lo que ha pasado es una fantasía y estamos todos locos —partiendo por mí, los franciscanos y mucha gente que me entregó sus testimonios— o realmente hay algo profundo.
—¿Piensa que su hijo es un santo?—No, porque para que lo sea legítimamente se requiere un proceso. Para mí, es un enviado. Mi interés de escribir el libro fue descubrir su mensaje. Yo no sabía cuál era, tenía que descifrarlo. Este es el relato de esa búsqueda.
—¿Presentará su caso al Vaticano?—Si me piden los antecedentes estoy dispuesto a hacer el procedimiento.
—¿Cómo encontró las claves?—Me di cuenta de que todas las fechas importantes de Felipe estaban vinculadas a temas religiosos… La primera vez que cayó al hospital fue un 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción… Murió un primer viernes de mes, cuando se celebra el día del Sagrado Corazón de Jesús; un 3 de abril que, según investigué, es el mismo día que dejó de existir Jesucristo. Mi interpretación es que Jesús envió el mensaje a través de mi hijo.
Asegura que cada vez que empezaba a investigar un tema se daban coincidencias increíbles.
—¿Felipe, supuestamente, era un enviado?—Bueno, los mismos franciscanos lo reconocieron como tal. Vino a una misión importante. No llegó para decirnos seamos los chilenos más solidarios con la donación de órganos, ¡no! Lo suyo tiene que ver con algo más profundo… Empecé a armar las piezas y logré descifrar su mensaje. El libro lo terminé el 26 de junio que coincidió con la fiesta del Sagrado Corazón.
—¿Cuál es el mensaje de Felipe?—Tiene que ver con el amor y esperanza en Cristo. Nos vino a decir que construiremos un mundo sin Dios, y Él nos va a dejar libres para hacerlo, pero se nos escapará de las manos y se volverá en contra… En el fondo, Dios va a dejar al hombre solo por un tiempo, y será tarea nuestra contener el mal. La Virgen dijo en un momento conviértanse que la copa se está llenando, y lo que Felipe vino a decirnos fue que la copa ya se llenó…
—¿O sea que el abandono ya empezó?—Esa etapa partió el 27 de junio, paulatinamente Dios nos empezará a dejar solos, permitirá que la humanidad tropiece. Lo pasaremos mal un tiempo y sentiremos su ausencia… Pero mi hijo dice que Dios nos está mirando, y en el libro están las pruebas.
—¿Tiene claro que lo tildarán de fantasioso?—Surgirán comentarios de que me rayé con el tema, que estoy loco, pero los argumentos que tengo son sólidos y concluyentes. No siento temor. Lo medité y estoy seguro de lo que estoy haciendo. Quiero ser fiel con Felipe: vino con un mensaje y me dejó la tarea de entregarlo. Y si di esta entrevista es para que la gente esté preparada y no la tome por sorpresa.
Su mujer, ¿lo apoya?—Al principio se asustó y estuvo en contra, porque sabía que esto iba a crear revuelo, y ella quería recordar a Felipe como su hijo. El tema nos tensionó, hicimos una terapia matrimonial, porque yo también necesitaba de su apoyo. De a poco ha ido escuchando, y ahora me respalda. Reconoce que todo lo que escribí son hechos verídicos, pero ella es clara en decir que son mis interpretaciones.
—¿La Iglesia Católica sabe del libro?—Están al tanto, aunque no conocen todos los antecedentes y tampoco quiero vincularla. Si después me piden explicaciones las daré. Es lo que menos me preocupa porque el mensaje de Felipe es muy coherente con ella. Más me inquieta que la gente común no sepa interpretarlo.
—Este libro fue revisado por sacerdotes, ¿cuáles fueron sus comentarios?—Lo vio un padre de los Sagrados Corazones, un franciscano y un especialista en comunicaciones. Quedaron shockeados con el contenido, nunca imaginaron que había tanto detrás de Felipe. Uno de ellos piensa que es muy delicado publicarlo; otro me dice que es mi deber hacerlo.
Escrito por.
Paula Palacios

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