miércoles, 2 de junio de 2010

LAICA ALEJANDRA DA COSTA. TESTIMONIO DE FE. Junio 2010


Testimonio Transfigurado,Tomado desde nuestra Revista Tabor del Mes de Mayo 2010.

LA EFICACIA DE LA ORACION DE
LOS LAICOS POR LOS SACERDOTES.

ALEJANDRINA DA COSTA, Cooperadora Salesiana portuguesa beatificada por Juan Pablo II el 25 de abril de 2004, fue un alma victima durante casi toda su vida, incluso viviendo en su cuerpo la Pasión de Jesús. Los Terciarios Transfiguristas podrían tenerla como modelo en el futuro.
Ella nos entrega un bonito testimonio que nos muestra la eficacia de la oración de los laicos, unida con sus sacrificios.
En 1941 Alejandrina escribió a su padre espiritual, Padre Mariano Pinho, que Jesús le había dirigido esta súplica: “Hija mía, en Lisboa vive un sacerdote que corre el riesgo de condenarse por la eternidad; él me ofende de modo grave. Llama a tu padre espiritual y pídele el permiso para que yo te haga sufrir durante la pasión, de modo particular por aquella alma”.
Recibido el permiso, Alejandrina sufrió muchísimo. Sentía el peso de los pecados de aquel sacerdote que no quería saber más nada de Dios y estaba por condenarse. La pobrecita vivía en su cuerpo el estado infernal en que se encontraba el sacerdote y suplicaba: “¡No al infierno, no! Me ofrezco en holocausto por él hasta cuando Tú lo quieras!”. Ella escuchó hasta el nombre y el apellido del sacerdote.
P. Pinho quiso entonces indagar con el cardenal de Lisboa si en aquel momento existía un sacerdote que le causaba aflicciones. El cardenal le confirmó con sinceridad que efectivamente había un sacerdote que le daba muchas preocupaciones; cuando le reveló el nombre, era justamente el mismo que Jesús había nombrado a Alejandrina.
Algunos meses después le fue referido a P. Pinho, por parte de un amigo sacerdote, Padre David Novais, un acontecimiento particular. Padre David había apenas realizado un curso de ejercicios espirituales en Fátima, en el cual también había participado un señor reservado, que había sido notado por todos por su comportamiento ejemplar. Aquel hombre, la última tarde de los ejercicios, sufrió un ataque de corazón; después de llamar a un sacerdote, pudo confesarse y recibir la Santísima Comunión. Poco después murió, reconciliado con Dios. Se descubrió que aquel señor, vestido de laico, era un sacerdote y era precisamente aquella persona por quien Alejandrina había luchado tanto.
Por lo tanto, lo mejor que los laicos pueden hacer por los sacerdotes, no es criticarlos si se equivocan o caen, sino orar sin cesar, para que sean santos.


PUEDES SER PARTE DE LA REVISTA TABOR

SOLICITANDO TU INSCRIPCIÓN AL FONO 56 - 34 - 50 11 38.

A UN PRECIO MODICO RECIBIRAS CADA ES POR CORREO EN TU HOGAR NUESTRA REVISTA DE EVANGELIZACIÓN.

No hay comentarios:

Publicar un comentario