jueves, 5 de agosto de 2010

EL DIABLO EXISTE. ENFRENTEMOSLO CON LAS ARMAS DE LA FE


Entrevista a un sacerdote de Puerto Rico que se dedica al valioso y necesario ministerio de la Oración de Liberación


El diablo existe. Está vencido, pero nos toca a todos dar la batalla con Cristo.
En palabras del sacerdote del equipo de Liberación y Sanación de la Arquidiócesis de San Juan, Padre Ricardo Hernández, “sólo la vida en Cristo es lo que libera al hombre de las asechanzas del maligno”.
De acuerdo con el Padre Ricardo, los avances de la sicología moderna provocaron que “muchos cayeran en el engaño de que toda perturbación se debía al subconsciente, manipulaciones del cerebro que no responden a ninguna realidad espiritual externa”.
Se “desatendió” el ministerio del exorcismo y se propagó una mentalidad que entendía al mal como la mera ausencia del bien, visualizando al demonio como un símbolo.
Entonces, el Papa Pablo VI, en la Audiencia del 12 de noviembre de 1975, recordó a la Iglesia que el demonio existe y es un “ser viviente, espiritual, pervertido y pervertidor. Realidad terrible. Misteriosa y temible”.
“Ignorar su existencia es sumergirse en una situación peligrosísima, porque el enemigo actúa y no tienes cómo defenderte. No te enteras que tienes un enemigo”, puntualizó el Padre Ricardo.
Para el presbítero exorcista, la “sana sicología” no excluye lo espiritual. Añadió que el protocolo para exorcismos requiere que la persona sea evaluada primero por un grupo de profesionales de la salud mental, para discernir si el comportamiento no responde a una condición siquiátrica.
De lo espiritual, definió que el demonio es un ser “que actúa más allá de las limitaciones de tiempo y espacio” y que existen agrupaciones de demonios. Comparó que, según se bendicen lugares y objetos, hay lugares “infestados” donde la presencia del mal alcanza hasta los animales, ya sea por una maldición o porque es un lugar dedicado a la práctica de pecado mortal, culto satánico o espiritismo.
“Eso hace que las personas que tengan contacto con esos objetos y que no están protegidos por una vida en gracia, puedan quedar expuestos”, afirmó.
A su vez, aclaró que los casos de posesos son bien escasos. “Lo más que se ven por ahí no son los posesos”, reiteró en referencia a las otras formas de actuar de Satanás.
La primera, es la de tentar, descrita como acción “ordinaria”. Ésa, “hasta Jesús mismo la padeció en el desierto”. La segunda, es la “extraordinaria”. En ella, existen tres niveles de “infestación personal” o acción directa sobre una persona.
En el primer nivel, definido como “opresión diabólica”, las personas parecen estar experimentando una “mala suerte” inexplicable, acompañada por experiencias nocturnas específicas. En el segundo, “obsesión demoniaca”, las personas que no tienen padecimientos mentales manifiestan oír voces o tener visiones que los incitan a cometer el mal.
“Son los que vemos en las noticias. Sobre todo, cuando son personas que nunca han mostrado este tipo de comportamiento”, continuó.
Padre Ricardo especificó que en los primeros dos niveles una oración “deprecativa” -de liberación- realizada por cualquier sacerdote, “ordinariamente será capaz de liberar a un persona”.
Mencionó que, incluso, el acto de fe en Jesucristo a través de una visita a un santuario mariano ha bastado en ciertos casos. Delimitó que sólo en el último nivel, o sea, los posesos -personas en las que el demonio toma todo el control de sus facultades- es que se realiza un exorcismo. Ahí solamente puede actuar la persona autorizada por el Obispo.
EV: ¿Cómo puede alguien llegar a estar poseído?
“Hay cinco puertas por las que el demonio puede entrar y actuar”, respondió.
La primera, cuando la persona incursiona en el ocultismo. La segunda, “una vida de pecado grave”. La tercera, “heridas emocionales no sanadas”, como por ejemplo, una persona que ha sido víctima del asesinato de un ser querido o de una violación y que, en lugar de buscar ayuda para sanar, continúa albergando las heridas en su interior. La cuarta, “herencia ancestral”, como en casos de abuelos espiritistas, cuyos hijos y nietos no buscaron de Jesús, y la quinta, “saturación del ambiente”.
“Estas son puertas que el Señor tiene el poder de cerrar”, puntualizó. Describió que la práctica frecuente de los sacramentos, es como “vivir en una especie de cápsula”, que te protege del maligno. Indicó que los fieles, privadamente y sólo sobre sí mismos y sobre su ambiente (nunca sobre los demás), pueden “invocar la Sangre de Cristo, la incursión de María y de San Miguel Arcángel”, para hallar paz cuando se sientan oprimidos con tentaciones y pensamientos violentos.
En esa línea, concluyó: “Es necesario que cada uno busque de Dios, para encontrar su propia liberación. Cristo ha vencido al pecado y a la muerte. Como decía Juan Pablo II, nos toca a nosotros hacer nuestra lucha espiritual, para con Él y en Él, también vencer el mal”.

1 comentario:

  1. Curiosamente en tiempos de nuestro Señor Jesucristo, no existía esa disyuntiva entre posesión y psiquiatría (enfermedad) y si no existía entonces, no se porque ha de existir ahora que es el tiempo de salvación que nos toca vivir con Jesucristo igualmente.
    Sinceramente los que tratan de confundir un problema espiritual con una enfermedad mental no hacen gala de conocer a fondo una sesión de liberación.

    ¿A caso unas bendiciones hacen mal a una persona con alguna patología psiquiátrica?
    ¿no será mejor que por sistema y a todos, enfermos mentales y posesos, se sometan a sesiones de liberación para evitar lo que podría ser un coladero de poseídos en centros de salud mental? Por cierto poseídos condenados de por vida.
    ¿a caso se unen las pocas ganas de unos con el deseo acaparador y corporativo de otros?
    Si, pocas ganas, miedo a escorpiones y serpientes, poca fe, escaso evangelio, etc.

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